*CANDICE*
—Listo, Candice. Ahora, debes mantenerte firme hasta el final —murmuré para mí misma.
Me miré en el espejo del baño y solté un suspiro pesado. La conversación con Carlo Mancini había sido un paso crucial, y el nerviosismo aún revoloteaba en mi estómago.
Carlo, con una personalidad más conspiradora de la que imaginé, se sorprendió gratamente con mi llamada.
Su reacción, un tanto recelosa al inicio, me confirmó que estaba en el camino correcto. Era un hombre intimidante, pero en ese momento, la decisión ya estaba tomada. La hora de poner en marcha el plan para exponer a Giovanni Mancini y obtener la libertad que tanto echaba de menos había llegado.
Acomodé mi cabello con gesto distraído y me ajusté la chaqueta como si eso pudiera contener mi ansiedad creciente. No había vuelta atrás. La información que poseía sobre los sobornos de Giovanni para encubrir casos de plagio estaba a punto de salir a la luz, y Carlo serí
*CANDICE*Marcus y yo estábamos cómodamente recostados sobre el sofá, abrazados por una manta suave, intentando distraernos con una película que, inexplicablemente, parecía prolongarse más de lo necesario.Mientras los personajes de la película se enredaban en debates sobre teorías extravagantes, volviendo la trama pesada y aburrida, decidí abordar el tema delicado que había estado rondando mi mente todo el día.—El próximo fin de semana será la fiesta de aniversario de la empresa —anuncié, desviando la atención de la película para iniciar una conversación.Marcus tomó un puñado de palomitas de maíz de nuestro tazón compartido y emitió un sonido poco entusiasta ante la idea.Podía entender su falta de entusiasmo. La idea de asistir a un evento corporativo, con sus interminables discursos y el ambiente artificial de las relaciones laborales, no era precisamente emocionante. Sin embargo, en mi caso, era más que una cuestión
*CANDICE*—¡Hola, amor! —soltó efusivamente—. ¿Cómo estás? Vine a traerte el almuerzo que preparé para ti —dijo Antonella apenas cruzó por la puerta.Su mirada fija en su esposo no le permitió darse cuenta de que él no se encontraba solo en la oficina. Pero antes de colocar la pequeña y elegante lonchera sobre el escritorio, giró su rostro hacia mi dirección y me observó impresionada.—¡Oh! ¡No te vi! ¡Hola, buenas tardes! ¿Te llamas Candice, cierto? —soltó, no sin antes guiñarme un ojo mientras se dirigía a mí para un cordial apretón de manos.Giovanni, completamente ajeno al secreto que ambas guardábamos, se ajustó el cuello de su camisa mientras su esposa le daba la espalda. Observé cómo inhalaba profundamente, esforzándose por mantener la compostura.Estaba visiblemente molesto por la inoportuna visita de su esposa, sobre todo porque estábamos en medio de una conversación que ya lo tenía estresado.—Cariño, no r
*GIOVANNI*—¡Luce increíble, cielo! Y parece que todos se están divirtiendo mucho —comentó Antonella mientras estábamos de pie juntos, apenas ingresando al evento.—Me alegra que te guste. Este año contratamos a una nueva empresa de eventos, y parece que el cambio se nota —alegué.Antonella asintió enfáticamente, luciendo un impresionante maquillaje que realzaba su belleza.—Definitivamente estoy de acuerdo —dijo con una sonrisa.La dirigí hacia el reservado de los socios de la compañía, un lugar apartado de la pista de baile y del bullicio de los trabajadores.Siempre había sido idea de mi padre trazar una gruesa línea entre el dueño y sus empleados.Personalmente, no compartía esa antigua visión de cómo lidiar con el personal a mi cargo.Ganarme la confianza de mis colaboradores y difuminar esa línea había sido un trabajo que me tomó años, pero, tal como lo había previsto, mejoró nuestra productivida
*GIOVANNI*—Giovanni, ¿pero de qué hablas? —dijo Antonella, confundida—. ¿Por qué dirías algo así de repente?Mis ojos y los de Marcus sostenían una desafiante batalla. Debo admitir que disfruté al ver cómo su rostro se volvía rojo de rabia.Antonella me miró con desconcierto, su expresión era una mezcla de sorpresa y preocupación ante el cambio abrupto en el ambiente, que se volvió denso en una fracción de segundo.Sus ojos buscaban respuestas en los míos, pero desvié la mirada hacia Marcus. Parecía contener una furia que amenazaba con desbordarse en cualquier momento.Su mandíbula se tensó con fuerza, y sus puños se cerraron con determinación, dejando claro que mis palabras habían tocado una fibra sensible en él.—Es solo una observación, Antonella. No te preocupes por ello. Él sabe perfectamente a qué me refiero —traté de suavizar la situación, al menos para mi esposa.Marcus, por otro lado, no estaba disp
*GIOVANNI*¿Qué rayos sucede hoy con Candy?Cómodamente sentado tras mi escritorio con mi Tablet entre manos, observé cómo mi colaboradora más brillante se la pasa saliendo del departamento de desarrollo hacia el baño una y otra vez.Accioné el micrófono que tengo instalado para ella, pero no hay conversaciones sospechosas entre ella y otro trabajador, tampoco llamadas de ningún tipo.Candice se la ha pasado evitándome desde aquella noche en el evento de la compañía, lo cual no me sorprende. Incluso, yo me vi en la obligación de tomarme todo el día de ayer para quedarme en casa e intentar consentir a mi esposa, quien amaneció muy enojada conmigo por lo que ella consideraba un extraño comportamiento de mi parte.A mí tampoco me apetecía llegar a la oficina esa mañana y tener que lidiar con el tema en caliente.Hoy puedo decir con total sinceridad que fue la mejor decisión que tomé.
*GIOVANNI*—¡Maldito infeliz! —soltó Marcus antes de que su puño se estrellara contra mi rostro por segunda vez.Mi mente tardó un momento en procesar lo que estaba sucediendo, pero cuando levanté la vista, me encontré con el rostro furioso de Marcus.Su mirada penetrante y llena de ira me hizo darme cuenta instantáneamente de que había sido descubierto.—¡Quítate o llamaré a la policía! —grité, utilizando la poca fuerza que disponía luego de aquellos golpes que me dejaron bastante perjudicado.Marcus, trepado sobre mí, me tomó de la solapa de mi traje y me zarandeó con impotencia.Sin embargo, a diferencia de lo que cualquiera podría esperar en una situación así, no sentí miedo ni vergüenza. En cambio, una extraña sensación de alivio se apoderó de mí. Marcus finalmente sabía la verdad, sabía lo que estaba pasando entre Candice y yo, y eso me complacía.Había detestado a Marcus desde el momento en que lo cono
*CANDICE*—Necesito hablar con mi esposo —insistí. El policía a cargo de interrogar a Marcus parecía vacilar ante mi solicitud.—Como le mencioné antes, señora. No puedo permitirle ver a su esposo a solas, especialmente considerando que la pelea se originó por su causa —suspiró—. Esto es un delito pasional y no podemos garantizar su seguridad. La víctima del altercado declaró que su esposo tiene problemas de ira y usted podría estar en peligro. Le sugiero que regrese a casa y mañana acuda al juzgado para solicitar una orden de alejamiento.—Entraré bajo mi propia responsabilidad, oficial. Estoy segura de que Marcus no me hará daño. Además, no puede tomar como verdad absoluta todo lo que dijo el señor Mancini; esa es solo su versión de los hechos.El policía, con una expresión de pocos amigos, asintió y finalmente accedió a que entrara a la sala de interrogatorios para hablar con Marcus.Apresuré el paso para seguir al ofic
*CANDICE*Agotada por la falta de sueño y sumida en una tristeza que me mantuvo despierta toda la noche, me encontraba sentada frente al mesón de la cocina. Era un rincón que solía estar lleno de recuerdos gratos con Marcus, aunque también guardaba otros no tan buenos.El humo del café caliente se elevaba hacia mi rostro, brindando una sensación agridulce mientras escuchaba los pasos pesados de Marcus en el piso de arriba, haciendo sus maletas.Él había llegado temprano desde la comisaría esta mañana, y con frialdad y resentimiento en sus ojos, entró a casa y me dijo que solo venía a recoger sus cosas. Planeaba quedarse en un hotel mientras ponía en orden su vida.Sus palabras eran afiladas, y su mirada, llena de amargura, me cortaba más profundamente que cualquier cuchillo.Pero no me merecía nada mejor que eso. Me equivoqué y estoy pagando las consecuencias de mis actos.Después de esas palabras en la puerta, no c