*CANDICE*
—Marcus… —suspiré contra el oído de mi esposo.
Mi corazón latía de prisa a la par con el suyo mientras disfrutaba de su dureza, abriéndose camino en mis entrañas con cada embestida certera y corta.
Él se encontraba a punto de llegar a su clímax, podía notarlo por la manera en la que sus caderas se movían contra las mías. Mis piernas, elevadas al cielo, temblaban de placer, y, cuando él recorrió con su boca mi cuello, se deslizó hasta uno de mis pezones y los chupó con fuerza, mi espalda se arqueó y de mis labios escapó un gemido fuerte.
La boca de Marcus cubrió la mía una vez más y absorbió el resto de mis gemidos mientras se corría largo y espeso. Sonreí contra sus labios curvados. Sus ojos desenfocados por el placer se toparon con los míos y ambos compartimos un maravilloso momento de éxtasis.
—Dios, eres tan hermosa… —dijo con voz ronca mientras sus manos recorrían mis piernas desnudas. Las mías, por ot
*CANDICE*Esa tarde, cerca de la hora de salida, me encontraba organizando el avance de nuestro proyecto conjunto cuando escuché el clic de la puerta detrás de mí y la voz de Giovanni a un par de centímetros de mi oído segundos más tarde.—Ven aquí —me instó con una voz profunda que envolvía como terciopelo—. Me tienes un poco abandonado últimamente, ¿no crees?Las grandes manos de mi jefe buscaron mi cintura, y pronto mi espalda estaba presionada contra su pecho.Giré mi mirada hacia la puerta cerrada, sintiendo la tensión acumulada en el aire. Había pasado una semana desde que decidí desestabilizar el mundo de Giovanni, y hasta este momento, había logrado esquivar sus intentos de acercamiento. Pero ahora, con la puerta cerrada y su aliento en mi cuello, entendía que hasta aquí había llegado mi suerte.Últimamente, mi tiempo en la oficina se dividía entre mi trabajo en la campaña hotelera y el profundo silencio del área d
*CANDICE*—Listo, Candice. Ahora, debes mantenerte firme hasta el final —murmuré para mí misma.Me miré en el espejo del baño y solté un suspiro pesado. La conversación con Carlo Mancini había sido un paso crucial, y el nerviosismo aún revoloteaba en mi estómago.Carlo, con una personalidad más conspiradora de la que imaginé, se sorprendió gratamente con mi llamada.Su reacción, un tanto recelosa al inicio, me confirmó que estaba en el camino correcto. Era un hombre intimidante, pero en ese momento, la decisión ya estaba tomada. La hora de poner en marcha el plan para exponer a Giovanni Mancini y obtener la libertad que tanto echaba de menos había llegado.Acomodé mi cabello con gesto distraído y me ajusté la chaqueta como si eso pudiera contener mi ansiedad creciente. No había vuelta atrás. La información que poseía sobre los sobornos de Giovanni para encubrir casos de plagio estaba a punto de salir a la luz, y Carlo serí
*CANDICE*Marcus y yo estábamos cómodamente recostados sobre el sofá, abrazados por una manta suave, intentando distraernos con una película que, inexplicablemente, parecía prolongarse más de lo necesario.Mientras los personajes de la película se enredaban en debates sobre teorías extravagantes, volviendo la trama pesada y aburrida, decidí abordar el tema delicado que había estado rondando mi mente todo el día.—El próximo fin de semana será la fiesta de aniversario de la empresa —anuncié, desviando la atención de la película para iniciar una conversación.Marcus tomó un puñado de palomitas de maíz de nuestro tazón compartido y emitió un sonido poco entusiasta ante la idea.Podía entender su falta de entusiasmo. La idea de asistir a un evento corporativo, con sus interminables discursos y el ambiente artificial de las relaciones laborales, no era precisamente emocionante. Sin embargo, en mi caso, era más que una cuestión
*CANDICE*—¡Hola, amor! —soltó efusivamente—. ¿Cómo estás? Vine a traerte el almuerzo que preparé para ti —dijo Antonella apenas cruzó por la puerta.Su mirada fija en su esposo no le permitió darse cuenta de que él no se encontraba solo en la oficina. Pero antes de colocar la pequeña y elegante lonchera sobre el escritorio, giró su rostro hacia mi dirección y me observó impresionada.—¡Oh! ¡No te vi! ¡Hola, buenas tardes! ¿Te llamas Candice, cierto? —soltó, no sin antes guiñarme un ojo mientras se dirigía a mí para un cordial apretón de manos.Giovanni, completamente ajeno al secreto que ambas guardábamos, se ajustó el cuello de su camisa mientras su esposa le daba la espalda. Observé cómo inhalaba profundamente, esforzándose por mantener la compostura.Estaba visiblemente molesto por la inoportuna visita de su esposa, sobre todo porque estábamos en medio de una conversación que ya lo tenía estresado.—Cariño, no r
*GIOVANNI*—¡Luce increíble, cielo! Y parece que todos se están divirtiendo mucho —comentó Antonella mientras estábamos de pie juntos, apenas ingresando al evento.—Me alegra que te guste. Este año contratamos a una nueva empresa de eventos, y parece que el cambio se nota —alegué.Antonella asintió enfáticamente, luciendo un impresionante maquillaje que realzaba su belleza.—Definitivamente estoy de acuerdo —dijo con una sonrisa.La dirigí hacia el reservado de los socios de la compañía, un lugar apartado de la pista de baile y del bullicio de los trabajadores.Siempre había sido idea de mi padre trazar una gruesa línea entre el dueño y sus empleados.Personalmente, no compartía esa antigua visión de cómo lidiar con el personal a mi cargo.Ganarme la confianza de mis colaboradores y difuminar esa línea había sido un trabajo que me tomó años, pero, tal como lo había previsto, mejoró nuestra productivida
*GIOVANNI*—Giovanni, ¿pero de qué hablas? —dijo Antonella, confundida—. ¿Por qué dirías algo así de repente?Mis ojos y los de Marcus sostenían una desafiante batalla. Debo admitir que disfruté al ver cómo su rostro se volvía rojo de rabia.Antonella me miró con desconcierto, su expresión era una mezcla de sorpresa y preocupación ante el cambio abrupto en el ambiente, que se volvió denso en una fracción de segundo.Sus ojos buscaban respuestas en los míos, pero desvié la mirada hacia Marcus. Parecía contener una furia que amenazaba con desbordarse en cualquier momento.Su mandíbula se tensó con fuerza, y sus puños se cerraron con determinación, dejando claro que mis palabras habían tocado una fibra sensible en él.—Es solo una observación, Antonella. No te preocupes por ello. Él sabe perfectamente a qué me refiero —traté de suavizar la situación, al menos para mi esposa.Marcus, por otro lado, no estaba disp
*GIOVANNI*¿Qué rayos sucede hoy con Candy?Cómodamente sentado tras mi escritorio con mi Tablet entre manos, observé cómo mi colaboradora más brillante se la pasa saliendo del departamento de desarrollo hacia el baño una y otra vez.Accioné el micrófono que tengo instalado para ella, pero no hay conversaciones sospechosas entre ella y otro trabajador, tampoco llamadas de ningún tipo.Candice se la ha pasado evitándome desde aquella noche en el evento de la compañía, lo cual no me sorprende. Incluso, yo me vi en la obligación de tomarme todo el día de ayer para quedarme en casa e intentar consentir a mi esposa, quien amaneció muy enojada conmigo por lo que ella consideraba un extraño comportamiento de mi parte.A mí tampoco me apetecía llegar a la oficina esa mañana y tener que lidiar con el tema en caliente.Hoy puedo decir con total sinceridad que fue la mejor decisión que tomé.
*GIOVANNI*—¡Maldito infeliz! —soltó Marcus antes de que su puño se estrellara contra mi rostro por segunda vez.Mi mente tardó un momento en procesar lo que estaba sucediendo, pero cuando levanté la vista, me encontré con el rostro furioso de Marcus.Su mirada penetrante y llena de ira me hizo darme cuenta instantáneamente de que había sido descubierto.—¡Quítate o llamaré a la policía! —grité, utilizando la poca fuerza que disponía luego de aquellos golpes que me dejaron bastante perjudicado.Marcus, trepado sobre mí, me tomó de la solapa de mi traje y me zarandeó con impotencia.Sin embargo, a diferencia de lo que cualquiera podría esperar en una situación así, no sentí miedo ni vergüenza. En cambio, una extraña sensación de alivio se apoderó de mí. Marcus finalmente sabía la verdad, sabía lo que estaba pasando entre Candice y yo, y eso me complacía.Había detestado a Marcus desde el momento en que lo cono