MarieTengo enfrente mío a mis dos pacientes favoritos. ¿Por qué los son? Pues, ambos son excelentes personas, son hermosos tanto por dentro como por fuera. Los dos han sufrido mucho, tienen heridas que llega a las profundidades de su alma y deseo volver luz lo que tienen de oscuridad.Me costó mucho tomar esta decisión. Raya en lo ilegal, podría decirse. La terapia a la que estoy sometiéndolos, en realidad, no existe. Mas podría ser el puntapié inicial para lanzarla como posible en pacientes en similares circunstancias.Leí mucho sobre sus males y mezclé con un poco de fantasía y arte que también me encanta. Las escenas que deseo reproducir aquí mismo se remontan a partes de películas o series. No tiene nada de científico ni profesional, lo sé, pero espero sea suficiente para romper las duras cáscaras que se han formado estos dos para no dejar entrar a nadie luego de su dolor. Si bien vi a Katherine más receptiva cuando hicimos el juego anterior, a Mikael aun queda mucho hielo por ro
Katherine—A partir de este momento vamos a poner reglas hasta que demos por finalizada la terapia —expresa en alta voz Marie, muy seria por cierto. Yo tengo la boca seca de los nervios que me recorren. Un par de veces me dirijo a una mesita en la que hay una jarra de vidrio que ya está a la mitad de agua. Mikael permanece en el más absoluto silencio mientras Marie enumera una a una las cláusulas que forman parte de una especie de contrato entre los tres, es algo informal porque no hay abogados ni jueces de por medio.Son tantas que no las recuerdo todas y tampoco presto atención a ellas. Mis nervios me consumen tanto que apenas puedo permanecer de pie sin que me tiemblen las piernas. ¿Por qué? No lo entiendo, no puedo dilucidar que es lo que me tiene así, si la presencia del hombre este con su aroma que me envuelve y parece querer tirarme hacia atrás de tan varonil que es, ¿o acaso es la forma en la que me mira y me causa escalofríos? La verdad todo está nublado, borroso, mi cuerpo r
MikaelSi alguien me hubiera dicho que al final del día me vería haciendo esto, definitivamente me hubiera reído a carcajadas, cosa que en muy pocas ocasiones hago.Tengo que hacer todo un puto esfuerzo para controlar a mi amigo que casi siempre se maneja solo. Le ordeno fervientemente que se controle, que hoy no tendrá compensación, que debe conformarse con lo que le estoy dando. Tendrá que hacer como yo, quedarse a medias, como siempre que aparece Katherine en mi vida.¡Dios! Marie está jugando con fuego. ¿Adónde quiere llegar? ¿Acaso está actuando racionalmente? ¿Acaso no se da cuenta de las implicancias que tienen estas acciones?Cuando pidió que eligiéramos una zona que nos guste del otro, me estremecí por dentro al rozar Katherine mi abdomen. Tuve que pensar en bueyes perdidos para que mi pene no se elevara a lo alto. Mientras ella hacía esto yo mismo me preguntaba que me gustaba de lo que veía. Todo. Absolutamente todo. Y estoy seguro que lo que no se ve también me gustará. Per
KatherineBañada en rubor, sin siquiera elevar la vista, caminé hacia detrás del biombo que Marie había dispuesto para que me vista. Es algo que me da risa. Él incluso puso sus labios en una zona que jamás antes alguien ha tocado y me debo resguardar para ponerme ropa. En fin, al menos me sirvió para ocultarme unos minutos y tratar de lidiar con el huracán que se desataba dentro mío. Son muchas sensaciones juntas y no sé como manejarlas. En medio de todas ellas está lo que me acompaña durante tantos años: miedo. Miedo a abrirme, a intentar ser receptiva y luego lograr que me dañen. Como hizo Nick conmigo. Pero alejo rápidamente estos oscuros pensamientos.—Debo irme, Katherine. Toma un taxi y ve a tu departamento. Hablaré con Rioban para que te libere el resto del día. —me ordena Mikael, siento su voz tras la puerta del cuarto donde estoy terminando de vestirme.—Tengo muchos pendientes, Mikael. Ve tranquilo. Yo iré luego.Un silencio incómodo se establece entre nosotros. Sé que va a
KatherinePor el bien de mi cordura, no volví a ver a Mikael el resto del día. Me dedico a prepararme algo ligero para comer y planifico una solitaria noche llena de series mientras me atosigo con dulces de todo tipo. Mañana es sábado y toca descansar de la oficina. Me acomodo en el sofá para una maratón eterna de episodios de cualquier serie, la cual se reproduce infinitamente hasta que me despierto en la madrugada para apagar todo y finalmente, disponerme a dormir.El sábado me dedico a limpiar y acomodar todo. Viajo de un ambiente a otro arrasando con la mugre y el desorden que encuentro. Suena el timbre. Me sorprende que eso ocurra pues jamás he recibido visitas. Solo Mikael y John están autorizados a ingresar al edificio.Por una milésima de segundo me tensiono, perdiendo la noción de la realidad. Respiro profundamente tal cual me enseñó Marie. Aun no me acostumbro a la infinidad de reglas que debo seguir en pos de mi seguridad. A veces olvido que estoy huyendo y que este es el ú
KatherineLa fecha estaba puesta desde hace más de una semana. Era y continúa siendo inevitable. La hora se acerca y yo aun no me siento preparada. He dormido muy mal estas últimas noches y la maquilladora que he contratado ha tenido que realizar un milagro para ocultar mis ojeras y hasta mis ojos parecen alegres con ese toque de color sobre mis párpados. Vuelvo a echar una ojeada al cristal del espejo que me devuelve la imagen de una persona a la que no conozco. ¿En verdad soy yo? Esa mujer que me observa fijamente, imbuida en un vestido rojo precioso y cuyos labios lucen haciendo juego, ¿es la misma mujer que llegó un día a la puerta de la empresa de Mikael toda mojada por la lluvia y desaliñada? Me gusta la paleta de colores tenues que Marie me ayudó a elegir para el resto de mi maquillaje. Mis zapatos de tacones negros combinan con el bolso sencillo que he elegido. Creo que el vestido es el principal protagonista.Lo que más vergüenza me da es saber lo que hay debajo de él. Marie
Relator omnisciente—Recuerdas las reglas? —consultó Mikael a la temblorosa mujer que estaba enfrente suyo sin siquiera mirarlo.—Si...claro —carraspeó una Katherine nerviosa. A pesar de que sabía porque estaban allí no podía aun hacerse a la idea de que tendría que romper la gruesa caparazón con la que quiso ocultar todo el dolor que llevaba debajo.—¿Quieres algo de beber? —preguntó él para intentar calmar también sus nervios aunque no se le notara. Por dentro ocurría un maremoto intenso que hacía que latigazos lo recorrieran internamente. Se acercó al bar buscando lo que su cuerpo le pedía. Vodka. Definitivamente necesitaba algo fuerte para relajarse.—Nno, gracias —respondió retorciéndose los dedos. Se sintió ridícula ante este movimiento demasiado infantil. Ni siquiera se había sentido así aquella primera vez. Pero es que la mala experiencia y el recuerdo la bloqueaban. Optó por abrazarse a sí misma para tener que hacer con sus manos.—¿Tienes frío? —se acercó curioso al ver como
MikaelTengo que irme aunque lo que más desee sea quedarme en donde estoy. Es increíble lo atrayente que es su piel, toda ella. Quisiera quedarme y repetir mil veces lo que hicimos pero yo mismo he impuesto las reglas y no las puedo romper. No puedo confundirla...ni confundirme más yo. Dijimos solo sexo...y es lo único que le di por ahora. Debo salir de aquí aunque me conmueva de tal manera verla dormir, respirar junto a mi me ha encendido y debo tomar urgente una ducha fría o voy a sucumbir. tengo unas ansias locas de morder sus labios y despertarla de una estocada. "No puedes", es lo único que me repito una y otra vez."Ella debe sanar primero", pienso y me aferro a ese pensamiento con fuerzas. Con el mayor cuidado posible me visto, ni siquiera he entrado al baño para no hacer ruido. Siento que se remueve en la cama y gime en dormida. "Puta madre", insulto a mi pene que se ha endurecido repentinamente pidiendo más.—Mikael... —su voz adormilada resuena detrás mío mientras estoy colo