KatherinePor el bien de mi cordura, no volví a ver a Mikael el resto del día. Me dedico a prepararme algo ligero para comer y planifico una solitaria noche llena de series mientras me atosigo con dulces de todo tipo. Mañana es sábado y toca descansar de la oficina. Me acomodo en el sofá para una maratón eterna de episodios de cualquier serie, la cual se reproduce infinitamente hasta que me despierto en la madrugada para apagar todo y finalmente, disponerme a dormir.El sábado me dedico a limpiar y acomodar todo. Viajo de un ambiente a otro arrasando con la mugre y el desorden que encuentro. Suena el timbre. Me sorprende que eso ocurra pues jamás he recibido visitas. Solo Mikael y John están autorizados a ingresar al edificio.Por una milésima de segundo me tensiono, perdiendo la noción de la realidad. Respiro profundamente tal cual me enseñó Marie. Aun no me acostumbro a la infinidad de reglas que debo seguir en pos de mi seguridad. A veces olvido que estoy huyendo y que este es el ú
KatherineLa fecha estaba puesta desde hace más de una semana. Era y continúa siendo inevitable. La hora se acerca y yo aun no me siento preparada. He dormido muy mal estas últimas noches y la maquilladora que he contratado ha tenido que realizar un milagro para ocultar mis ojeras y hasta mis ojos parecen alegres con ese toque de color sobre mis párpados. Vuelvo a echar una ojeada al cristal del espejo que me devuelve la imagen de una persona a la que no conozco. ¿En verdad soy yo? Esa mujer que me observa fijamente, imbuida en un vestido rojo precioso y cuyos labios lucen haciendo juego, ¿es la misma mujer que llegó un día a la puerta de la empresa de Mikael toda mojada por la lluvia y desaliñada? Me gusta la paleta de colores tenues que Marie me ayudó a elegir para el resto de mi maquillaje. Mis zapatos de tacones negros combinan con el bolso sencillo que he elegido. Creo que el vestido es el principal protagonista.Lo que más vergüenza me da es saber lo que hay debajo de él. Marie
Relator omnisciente—Recuerdas las reglas? —consultó Mikael a la temblorosa mujer que estaba enfrente suyo sin siquiera mirarlo.—Si...claro —carraspeó una Katherine nerviosa. A pesar de que sabía porque estaban allí no podía aun hacerse a la idea de que tendría que romper la gruesa caparazón con la que quiso ocultar todo el dolor que llevaba debajo.—¿Quieres algo de beber? —preguntó él para intentar calmar también sus nervios aunque no se le notara. Por dentro ocurría un maremoto intenso que hacía que latigazos lo recorrieran internamente. Se acercó al bar buscando lo que su cuerpo le pedía. Vodka. Definitivamente necesitaba algo fuerte para relajarse.—Nno, gracias —respondió retorciéndose los dedos. Se sintió ridícula ante este movimiento demasiado infantil. Ni siquiera se había sentido así aquella primera vez. Pero es que la mala experiencia y el recuerdo la bloqueaban. Optó por abrazarse a sí misma para tener que hacer con sus manos.—¿Tienes frío? —se acercó curioso al ver como
MikaelTengo que irme aunque lo que más desee sea quedarme en donde estoy. Es increíble lo atrayente que es su piel, toda ella. Quisiera quedarme y repetir mil veces lo que hicimos pero yo mismo he impuesto las reglas y no las puedo romper. No puedo confundirla...ni confundirme más yo. Dijimos solo sexo...y es lo único que le di por ahora. Debo salir de aquí aunque me conmueva de tal manera verla dormir, respirar junto a mi me ha encendido y debo tomar urgente una ducha fría o voy a sucumbir. tengo unas ansias locas de morder sus labios y despertarla de una estocada. "No puedes", es lo único que me repito una y otra vez."Ella debe sanar primero", pienso y me aferro a ese pensamiento con fuerzas. Con el mayor cuidado posible me visto, ni siquiera he entrado al baño para no hacer ruido. Siento que se remueve en la cama y gime en dormida. "Puta madre", insulto a mi pene que se ha endurecido repentinamente pidiendo más.—Mikael... —su voz adormilada resuena detrás mío mientras estoy colo
KatherineUna suave brisa baña mi piel y sin siquiera pensarlo, un suspiro sale de lo más profundo de mi alma. A medida que voy despertando poco a poco llegan los recuerdos a mí. No puedo creer, durante quince años he padecido una miseria, me he perdido de toda la emoción. Sonrío apretando mi cara en la almohada. Aun huele a él. Suspiro estrepitosamente y me doy vuelta para despertarlo. Nada. Me siento rápidamente, mirando hacia la puerta del baño, está abierta y adentro oscuro así que no está aquí. Recuerdo brevemente que me dijo algo antes de salir…"te veré en la oficina”…o algo así."No puede ser, no puede ser, fui una verdadera estúpida", me reclamo a mí misma. Fui una tonta al aceptar el ridículo trato, ¿es que acaso había consumido alguna droga que me mató las últimas neuronas que no pudo matar Nick? Ahora si lo he perdido todo, no tengo ni a Mikael; he arruinado para siempre mi relación con él, no podré mirarlo a la cara sin sentir vergûenza, "soy una zorra", no puedo ser otra
MikaelEspero que Melisa y Katherine se retiren para continuar prestando atención a las imágenes que me llegan de lo que experimenté la noche pasada. Despedí rápidamente a ambas. No estoy en condiciones de lidiar con ninguna en estos momentos. Tengo que procesar todo lo que siento y lo que sentí. La mirada de Katherine al entrar en mi oficina estando Melisa no me decía nada. Y es mejor que sea así. No debemos involucrarnos sentimentalmente. "Solo sexo", le prometí a Marie y es lo que va a pasar aquí. Hemos aclarado la situación en el contrato que firmamos antes. Cada uno puede continuar con sus vidas después de tener relaciones íntimas. Es una especie de amigos con beneficios, tal como desarrollamos en el pasado con Melisa. Lo que no sé es porque es tan diferente a ella. Podía separar perfectamente las sensaciones que sentía con Melisa y tenía bien claro en que lugar estaba lo que sea que tuviéramos. Con Katherine sé que es diferente. No quiero hacerme una idea errónea de nuestra rela
KatherineTengo la sensación de que cada vez los días pasan más lentos. Todo sigue igual, todo como siempre, mi rutina se ha afianzada aun más, pareciera que el trabajo ha aumentado a niveles que se me hace cada vez más difícil arrastrar mis pies hasta la oficina del jefe supremo quien parece estar también tan ocupado que dejó dicho a su secretaria que fuera ella quien la única que puede pasarle la documentación que le llevo para obtener su firma. No hemos vuelto a hablar desde...bueno...desde aquel día.Precisamente me estoy balanceando sobre mis tacones mientras miro sin ver por el gran ventanal de la pequeña sala en la que se espera para ingresar si se tiene cita con el gran Mikael Sorokov. Me doy cuenta de que el tiempo sigue avanzando inmutable, ya están cayendo las hojas de un color dorado firme lo que indica claramente que estamos en vísperas del otoño. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que llegué aquí?, me pregunto. ¿Cinco?¿Seis meses? Hasta casi he olvidado porque estoy aquí. Lo
MikaelUnos minutos antes—Maldición, Marie. Con tu método de mierda todo se salió de control —grito en el teléfono mientras me paseo furioso. Siento que este día no termina más.—Cálmate, Mikael. Esto va a pasar, lo verás.—No, Marie. Sabes que no es así, maldición —no sé cuantas veces he maldecido en los pocos minutos que llevamos hablando.—Mikael, escucha. Ya lo hiciste. Ya lo hicieron. Verás que eso va a hacer efecto en algún momento.—¿Cuánto? Cuánto hay que esperar para ver los resultados? Esto es una maldita locura…yo… —tironeo una y otra vez de los pocos cabellos que logro tomar con mi manaza.—¿Qué está pasando, Mikael? Sabes que puedes contarme. Puedes confiar en mí, siempre lo he hecho. Mejor hablemos frente a frente. Te llamaré para confirmarte el día y el horario. Entonces hablaremos calmadamente.Cuelgo luego de despedirme y comienzo a pasearme por mi oficina. Es que esa mujer no sale de mi maldita cabeza. Todo lo que pasó esa noche se repite ininterrumpidamente como un