MikaelTengo que irme aunque lo que más desee sea quedarme en donde estoy. Es increíble lo atrayente que es su piel, toda ella. Quisiera quedarme y repetir mil veces lo que hicimos pero yo mismo he impuesto las reglas y no las puedo romper. No puedo confundirla...ni confundirme más yo. Dijimos solo sexo...y es lo único que le di por ahora. Debo salir de aquí aunque me conmueva de tal manera verla dormir, respirar junto a mi me ha encendido y debo tomar urgente una ducha fría o voy a sucumbir. tengo unas ansias locas de morder sus labios y despertarla de una estocada. "No puedes", es lo único que me repito una y otra vez."Ella debe sanar primero", pienso y me aferro a ese pensamiento con fuerzas. Con el mayor cuidado posible me visto, ni siquiera he entrado al baño para no hacer ruido. Siento que se remueve en la cama y gime en dormida. "Puta madre", insulto a mi pene que se ha endurecido repentinamente pidiendo más.—Mikael... —su voz adormilada resuena detrás mío mientras estoy colo
KatherineUna suave brisa baña mi piel y sin siquiera pensarlo, un suspiro sale de lo más profundo de mi alma. A medida que voy despertando poco a poco llegan los recuerdos a mí. No puedo creer, durante quince años he padecido una miseria, me he perdido de toda la emoción. Sonrío apretando mi cara en la almohada. Aun huele a él. Suspiro estrepitosamente y me doy vuelta para despertarlo. Nada. Me siento rápidamente, mirando hacia la puerta del baño, está abierta y adentro oscuro así que no está aquí. Recuerdo brevemente que me dijo algo antes de salir…"te veré en la oficina”…o algo así."No puede ser, no puede ser, fui una verdadera estúpida", me reclamo a mí misma. Fui una tonta al aceptar el ridículo trato, ¿es que acaso había consumido alguna droga que me mató las últimas neuronas que no pudo matar Nick? Ahora si lo he perdido todo, no tengo ni a Mikael; he arruinado para siempre mi relación con él, no podré mirarlo a la cara sin sentir vergûenza, "soy una zorra", no puedo ser otra
MikaelEspero que Melisa y Katherine se retiren para continuar prestando atención a las imágenes que me llegan de lo que experimenté la noche pasada. Despedí rápidamente a ambas. No estoy en condiciones de lidiar con ninguna en estos momentos. Tengo que procesar todo lo que siento y lo que sentí. La mirada de Katherine al entrar en mi oficina estando Melisa no me decía nada. Y es mejor que sea así. No debemos involucrarnos sentimentalmente. "Solo sexo", le prometí a Marie y es lo que va a pasar aquí. Hemos aclarado la situación en el contrato que firmamos antes. Cada uno puede continuar con sus vidas después de tener relaciones íntimas. Es una especie de amigos con beneficios, tal como desarrollamos en el pasado con Melisa. Lo que no sé es porque es tan diferente a ella. Podía separar perfectamente las sensaciones que sentía con Melisa y tenía bien claro en que lugar estaba lo que sea que tuviéramos. Con Katherine sé que es diferente. No quiero hacerme una idea errónea de nuestra rela
KatherineTengo la sensación de que cada vez los días pasan más lentos. Todo sigue igual, todo como siempre, mi rutina se ha afianzada aun más, pareciera que el trabajo ha aumentado a niveles que se me hace cada vez más difícil arrastrar mis pies hasta la oficina del jefe supremo quien parece estar también tan ocupado que dejó dicho a su secretaria que fuera ella quien la única que puede pasarle la documentación que le llevo para obtener su firma. No hemos vuelto a hablar desde...bueno...desde aquel día.Precisamente me estoy balanceando sobre mis tacones mientras miro sin ver por el gran ventanal de la pequeña sala en la que se espera para ingresar si se tiene cita con el gran Mikael Sorokov. Me doy cuenta de que el tiempo sigue avanzando inmutable, ya están cayendo las hojas de un color dorado firme lo que indica claramente que estamos en vísperas del otoño. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que llegué aquí?, me pregunto. ¿Cinco?¿Seis meses? Hasta casi he olvidado porque estoy aquí. Lo
MikaelUnos minutos antes—Maldición, Marie. Con tu método de mierda todo se salió de control —grito en el teléfono mientras me paseo furioso. Siento que este día no termina más.—Cálmate, Mikael. Esto va a pasar, lo verás.—No, Marie. Sabes que no es así, maldición —no sé cuantas veces he maldecido en los pocos minutos que llevamos hablando.—Mikael, escucha. Ya lo hiciste. Ya lo hicieron. Verás que eso va a hacer efecto en algún momento.—¿Cuánto? Cuánto hay que esperar para ver los resultados? Esto es una maldita locura…yo… —tironeo una y otra vez de los pocos cabellos que logro tomar con mi manaza.—¿Qué está pasando, Mikael? Sabes que puedes contarme. Puedes confiar en mí, siempre lo he hecho. Mejor hablemos frente a frente. Te llamaré para confirmarte el día y el horario. Entonces hablaremos calmadamente.Cuelgo luego de despedirme y comienzo a pasearme por mi oficina. Es que esa mujer no sale de mi maldita cabeza. Todo lo que pasó esa noche se repite ininterrumpidamente como un
Mikael —Sírveme otro, Carlos —le insisto al barman, el cual me conoce desde hace tiempo. —Claro, jefe. —declama el moreno alejándose en búsqueda de lo que le pedí. Es que es cierto, soy su jefe. El bar es mío, aunque son muy pocas personas que lo saben. No me gusta andar alardeando sobre mis bienes. Siento que mi mente está abotargada y por eso se me ocurren todas estas tonterías en estos momentos. Trato de evitar el doloroso recuerdo de sus ojos, esos que por un instante ínfimo se apagaron al verme con Melisa. “Soy un verdadero estúpido”, me repito incansablemente mientras golpeo con un puño la mesa maciza. Agradezco haber hecho los reservados vip bien aislados porque de no ser así en estos momentos tendría a un montón de curiosos intentando saber el origen de los golpes. Cuando llevo un par de vasos más caen los otros recuerdos, los que no he podido evitar con nada, ni siquiera estando con otra mujer, a la cual le susurré su nombre en el oído. Cierro y abro varias veces los ojos
Mikael“Puta madre”, murmuro mientras me fricciono fuertemente las sienes, las cuales padecen el martilleo típico de la borrachera, aunque ésta haya huido en el acto mismo de decirme Roberto, el guardia, las palabras…—Pensé que usted había salido. Vi a la señorita Katherine salir con usted…El estado de ebriedad que portaba salió de mi cuerpo con el vómito que siguió a esas palabras.—Está usted bien, señor? —me preguntó el guardia con cara de preocupación.En cuanto mi estómago dejó de eliminar todo el vodka que me había metido, le pedí a Roberto que buscara a John. En ese mismo instante la adrenalina se interpuso al alcohol y pude despejar mi cabeza. Katherine estaba en peligro. Algo en mi pecho que martilleaba rápidamente me lo decía.Inmediatamente me puse en acción. Llamé a un par de amigos que se dedicaban al rubro de la seguridad. Tenían lo último en dispositivos tecnológicos que podrían ayudarme a saber con quien se fue Katherine, aunque no había que hacer un curso de adivina
Relator omniscienteEl oficial Connor observa minuciosamente el lugar. El recinto se encontraría en la más absoluta oscuridad si no fuera por una bombilla amarillenta que solo logra emitir unas figuras fantasmagóricas en las descascaradas paredes. El olor se vuelve a de a ratos nauseabundo e insoportable pero él está acostumbrado a peores sitios, su entrenamiento le ha permitido sobrevivir en condiciones ínfimas e infrahumanas. Piensa en su esposa e hijos, quienes lo esperan en casa. Ellos lo necesitan mas su amigo también, son contadas las ocasiones en las que el Ruso ha pedido ayuda y aquí está ante su llamado sorpresivo. A sus cuarenta años aún conserva su cuerpo entrenado y busca actualizarse constantemente con los artículos de punta que van surgiendo ya que su empresa también se dedica al rubro de seguridad y alta tecnología.Masculla por lo bajo cuando finalmente encuentra lo que busca. Puede ver por la pantalla del dispositivo a la mujer y al hombre de pie frente a ella. Ella p