𝓘𝓻𝓪

—Em, no entiendo que hacemos en la cárcel donde está tu padre un día domingo —Estacionó el auto mientras se agarraba la cabeza.

—Es el único que puede darme las respuestas que necesito.

—Pero los domingo no hay visitas. Menos en una cárcel cómo esta.

—¿Tú cómo sabes eso? —pregunté, extrañada y mirándolo a los ojos.

—No lo sé, me lo imagino. —Se encogió de hombros.

El edificio era enorme, desde el auto solo veíamos a las personas que hacían guardia, porque las murallas tapaban todo lo que no fuera techo.

—Nicholas, no se cómo lo voy a hacer, aunque tenga que vestirme de cocinera, lavandera o lo que sea, voy a hablar con él hoy.

Nicholas rió.

—¿De qué te ríes?

—Hablas como si estuvieran en un hotel. Dudo que tengan cocinera.

—¿Me vas a acompañar? —respondí, con cara de enojada.

Un poco molesto por mi hostilidad y por no haberle contado absolutamente nada en el

camino, se bajó del auto conmigo.

Caminamos hasta la entrada en donde nos dijeron que no era día de vi
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