Fiesta

Luego de tanto alboroto, Nicholas y Renato me ayudaron a acostarme, ya que me sentía enferma y sin ganas de nada. Una vez ya en cama, Renato se sentó a mis pies mientras mi

esposo se apartó para hablar con alguien en el teléfono.

—Em, ¿segura de que no viene en camino un hermanito para

Alice y Nathe? —Rio.

—No lo creo. Además, con dos niños en casa es suficiente.

Ahora que todo esto terminó, Nathe también vivirá con nosotros —respondí nerviosa, porque, aunque no me gustó la idea, existía la posibilidad de que fuera embarazo.

Nicholas abrió la puerta de la habitación para recibir un paquete, el cual me fue a entregar.

—Bien, Em, aquí tienes un test de embarazo. Salgamos de una vez de las dudas. —Me entregó una bolsa y sonrió.

Renato se levantó de la cama y me dijo:

—Los dejaré solos, esto es algo que tienen que conversar y esperar sin mí.

—No, Renato, por favor, quédate. Me haré el test, luego quiero conversar con los dos. Estoy segura de que no es embarazo ni estoy enferma. Solo son n
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