Cuentos de una mujer borracha.

Llegamos a un club nocturno llamado “The zone”. Llevaba mucho tiempo sin ir de fiesta, así que me sentía realmente entusiasmada.

Nos sentamos en un sillón redondo con la mesa de centro y

me llamó la atención el nombre de uno de los tragos.

—¿Sexo en la zona? Definitivamente pediré este.

Nicholas me abrazó y con disimulo rozó uno de mis pechos. —Los estoy mirando, par de calientes, compórtense —dijo

Renato al ver dónde estaba la mano de Nicholas.

—Renato, cálmate, deja que lo pasen bien. Además, no puedes ser tan celoso. ¿Acaso no recuerdas lo que hicimos en el baño la semana pasada? —preguntó Cristopher a modo de

defenderme.

—¿Ah, sí, Renato? ¿Qué hiciste en ese baño? —le dijo

Nicholas, desafiando su respuesta.

—Okey, ahora todos en contra de esta belleza. Hagan lo que

quieran, pero luego no anden llorando —nos advirtió, apuntando con el índice.

Estos últimos días, Renato andaba algo más sensible de lo normal. Si no hubiese sido hombre, habría jurado que andaba con el periodo. Llegó l
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