Todo parece volver a la normalidad en la vida de Emilia. Después de lo ocurrido —y un final un poco confuso para ella—, decide seguir su vida junto a Nicholas, hasta que una llamada inesperada y muchas mentiras la obligan a llegar a la verdad.
Sin saber qué es lo que encontrará y las consecuencias de su decisión, sigue involucrándose en la oscuridad de un juego que parece interminable.Te encontraré es la secuela de No me busques, en donde las fantasías de Emilia y Nicholas cobrarán vida, sin imaginar que todo lo que hacen, está siendo observado por una persona que está dispuesta a todo, con tal de conseguir lo que quiere.¿Te atreves a jugar?Las pesadillas no me dejaban dormir. Todas las noches veía los rostros de quienes me hicieron tanto daño. Fue el peor mes de mi vida. Nicholas intentaba hacer todo lo posible, pero mi ansiedad iba en aumento. La situación era incontrolable. Necesitaba con urgencia un tratamiento psiquiátrico. Voluntariamente me interné en un centro de rehabilitación. Manejar mis traumas, ansiedad y crisis era un gran trabajo.Quería estar bien, por mí y mi esposo. Necesitaba poder acompañarlo en sus viajes sin ser una molestia o que tuviese que estar pendiente de su esposa loca. Marqué cada día en el calendario, saliendo de ese lugar me iría de gira por el país con mi esposo. Confiaba en los médicos y en que volvería a ser la Emilia feliz que era antes.
Me encontraba en la ciudad de Nueva York.Mi rubio favorito estaba terminando su gira por el país, lo había acompañado a todo lo que pude, ya que era la única forma de verlo. Me aprendí a la perfección las coreografías y me di el tiempo para que Ryan, el nuevo guitarrista, me enseñara lo básico del instrumento. Era un excelente profesor y con una paciencia única. Todos los días me daba clases de una hora en el horario de almuerzo, pero de esa hora usábamos, con suerte, treinta minutos, porque el resto del tiempo era para reírnos y burlarme de su cabello, el cual, según yo, estaba muy mal cortado y según él, era un corte carísimo que estaba a la moda. Sus grandes ojos marrones hablaban mucho de él, ya que se reía con ellos. Cada vez que teníamos un tiempo nos mofábamos de Renato, quien pasaba todo el día gritando y mandando a su equipo. Esa parte del día era la mas entretenida, siempre fue un poema verle la cara cuando lo imitábamos. Trataba de olvidar todo lo que había ocurrido h
Terminé de arreglar mis cosas para regresar a casa. No sabía cómo reaccionar cuando llegase Nicholas, solo sabía que claramente tenía a otra mujer y que sus llegadas tardes o ausencias en la gira se debían, no solo a ensayos y reuniones, si no a su doble vida. Necesitaba aclarar todo, pero esa vez no esperaría respuesta de su parte. Si había sido capaz de mentirme y traicionarme con algo como eso, no me diría la verdad. Decidí quedarme callada e investigar. Tomé el celular, digité la clave y revisé las llamadas entrantes. Para mi mala suerte el número que llamó en la madrugada era privado, así que no pude hacer nada al respecto. Vi las llamadas salientes y lo único extraño fue una llamada a Chile. Rápidamente me envié el número para averiguar por qué mi esposo llamaba a mi país sin decirme nada. Estaba concentrada rescatando información cuando sentí a Nicholas que venía hacia nuestro dormitorio, dejé el celular y me metí al baño para disimular que había terminado recién de ducharme
—Clínica de rehabilitación Cumbres, ¿con quién tengo el gusto?Mi corazón casi salió por mi boca, fue tanta mi sorpresa que me puse pálida. Ryan, de inmediato reaccionó, preguntando: —¿Estás bien? —No, no lo estoy, necesito bajar de este avión. —No podemos, ya está en marcha. —Tomó mi mano para calmarme. Nicholas me miraba por la parte de atrás, preocupado por lo que estaba viendo, pero no podía levantarse del asiento porque el avión ya estaba andando. De inmediato miré a Ryan y le dije: —¿Puedo hacerte una pregunta? Pero que esto quede solo entre nosotros, por favor... —Por supuesto. —Me miró, preocupado. —Tu pasas más tiempo con Nicholas, ¿has notado algo sospechoso? —¿Algo cómo qué? Creo que tienes que ser más específica. —Algo como otra mujer en su vida. —Em, ese hombre tendría que ser un imbécil si buscara otra mujer. Mírate, eres todo lo que un hombre quiere. Y me incluyo.«¿Qué fue eso? ¿Una declaración de amor?», pensé. Él sabía muy bien que conmigo que
El viaje estuvo muy agotador. Prendí mi celular y tenía millones de mensajes de Nicholas. Me rompía el corazón saber que me estaba engañando. «Te amo, no me hagas esto, podemos hablar y solucionar lo que te está ocurriendo.»No quise responder, era mejor así. Mi cabeza en ese momento no podía pensar en nada más que encontrar al enfermo que me secuestró y tenía que enfocarme en eso. Legué al hotel y me tumbé en la cama a mirar el techo. Tenía que encontrar a ese hombre y mi ansiedad no me permitiría darme todo el tiempo del mundo para hacerlo. Tomé mi MacBook y busqué en Google toda la información del psiquiatra. Aún trabajaba en la Clínica Cumbres y me aparecía la dirección de su consulta privada. Me duché, me vestí y fui al lugar que tanto sufrimiento me trajo: la clínica de rehabilitación.El taxi me dejó en la entrada, me bajé y la miré con un poco de miedo, recordando a Andrés y lo que me había hecho. Todo seguía igual. Respiré profundo y entré.Me acerqué a una de las secreta
Me levanté y de un grito le pedí a Nicholas que dejara de golpear al médico, quién ya estaba tirado en el piso, sin poder levantarse. —¡Nicholas, detente! —Me acerqué e intenté separarlos. La cara de Rodolfo estaba desfigurada, apenas podía hablar. Nunca había visto a mi esposo tan descontrolado. Por una parte lo entendía, nuevamente me defendió y salvó de algo que podría haberme marcado por el resto de mi vida. —Nicholas, vámonos de aquí. —Lo tomé del brazo y empujé hacia la puerta.Mi rubio me miró con una cara que jamás habría imaginado ver. Estaba furioso conmigo. Me pasó su jersey para taparme, ya que mi ropa había quedado completamente inutilizable y mientras estaba en eso Rodolfo me dijo:—Emilia, no sabes con qué estás jugando. Ustedes son tal para cual. Podrías preguntarle a Nicholas porqué me llamaba con tanta insistencia. Miré a Nicholas, exigiendo una respuesta, pero el solo se acercó a Rodolfo y le dio una patada en las costillas. Se quejó del dolor, pero ni eso l
Llevaba tres días en el hotel encerrada. No podía parar de llorar. Revisaba mi celular a cada rato con la ilusión de que Nicholas me hubiese escrito, pero nada. Le escribí a Renato, quién me respondió con una llamada telefónica. —Em, qué gusto escucharte. —¿Cómo estás? —pregunté, deseando que me contara más de Nicholas, que de él mismo. —Por lo que oigo, mejor que tú. ¿Qué te hizo ese idiota? —¿No estás enterado? —No, pero era obvio que algo ocurría, anda con un genio de los mil demonios. —Terminamos, estoy en Chile. —¿Qué? Espera, ahora no podré seguir hablando, pero te llamo apenas pueda. —Mejor te llamo yo, apenas tenga un rato lo haré. Te quiero, amigo. —También te quiero, Fiona. Me levanté para darme una ducha y mientras el agua caía yo intentaba descubrir la forma de recuperar mi matrimonio.Las palabras de Rodolfo diciendo que Nicholas estaba involucrado no dejaban de darme vueltas, pero era un tema que tenía que dejar de lado, porque pensar en eso sig
El viaje había sido muy bueno, tuve que firmarle autógrafos y sacarme fotografías con casi todo el avión, por lo menos la alegría de la gente me distrajo y me sacó más de una sonrisa.Llegué a casa, abrí la puerta y saludé a todos los que estaban, quienes me saludaron como si nada pasara. Me fui a la que era nuestra habitación y escuché la ducha. Miré por la puerta silenciosamente y ahí estaba el hombre más sexi del mundo.Tenía millones de problemas, pero lo que estaba viendo hacía que se me olvidaran. Me quité la ropa y sin emitir ningún ruido me incorporé a la ducha con él. Estaba de espaldas, así que no se dio cuenta de que estaba ahí hasta que lo toqué. —Em, volviste —dijo, volteándose hacia mi. —Sí, pero ahora no quiero hablar. —Le tapé la boca con mi dedo índice. Me acerqué para besarlo y di gracias a todos los dioses por haber sido respondida. Nos besamos tan apasionadamente que el mundo quedó a nuestros pies. Empecé a besarle el cuello y fui bajando lentamente hasta