Te lo dije

Enjaulados, abrazados y con frío. Igual que convictos de una película. La borrachera se nos había pasado a ambos y el cansancio era tanto que no éramos capaces de hablar.

Nicholas me daba tiernos besos en la coronilla de la cabeza para hacerme sentir mejor, pero ni eso resultaba. Me sentía culpable y muy irresponsable.

—Bien, matrimonio feliz, pagaron la fianza y vienen por ustedes. Espero no tener que volver a verlos por aquí —dijo el policía que nos abrió la celda.

Avergonzada y tomada de la mano de mi esposo, caminé hasta la salida. Nos esperaba Renato y Cristopher, quienes me abrazaron al ver mi cara.

—Se los advertí —dijo Renato.

—No es tan grave, solo me encontraron cogiendo con mi esposa —dijo Nicholas para hacerme sentir mejor.

Llegamos a casa y al entrar nos dimos cuenta de que estaba Maritza en la sala.

—Nosotros mejor nos largamos —dijo Renato.

—¡No, nadie se larga a ninguna parte! Me van a escuchar los cuatro —ordenó Maritza, muy enojada.

—Maritza, ¿descansamos y después h
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