Corrí detrás de él y de inmediato me detuvo. —No, Emilia. Ambos necesitamos un descanso. Tenemos mucho en qué pensar. —Por favor, no me hagas esto. —Intenté acercarme. Mi rubio se alejó y de inmediato dijo: —No es lo que quiero, créeme, pero es lo correcto. —Subió al ascensor. Nuevamente quedé sola. Renato llegó una hora más tarde. Tuve que contarle todo desde un comienzo. —Em, lo que me cuentas está para una película de terror. ¿Por qué no llamaron a la policía desde un comienzo? —dijo, abriendo los ojos como lechuza. —Porque la manipulación era tanta que siempre pensé que podríamos salir como culpables de algo. —Sollocé. —Culpable no, pero sí eres cómplice de mucho. Lo que me extraña es que Nicholas decida dejarte así como así de un día para otro, cuando siempre fue tu apoyo. Entre lágrimas le respondí: —Se aburrió de todo esto. Mi imprudencia, ansiedad y forma de hacer las cosas sin pensar en las consecuencias lo cansó. Lo entiendo, Renato, no sé cómo aguantó tan
—Papá, ¿que haces aquí? —pregunté, asustada y mirando hacia todos lados. —¡Emilia! —exclamó, tomándome de un brazo y arrastrándome hacia un auto. Entramos en él para poder conversar. —¿Qué haces acá? ¿Me estás siguiendo? —consulté, confundida. —No, fue solo coincidencia. —Miró nervioso para todas partes. —¿Por qué estás tan nervioso? —Emilia, aléjate de mí. —¿Te sigue la policía? —Ojalá fuera eso. —¿Mataste a mi madre? —¿Cómo se te puede ocurrir? —Clavó sus ojos en los míos. Estaba ofendido por lo que lo estaba culpando. —Papá, por favor —Miré, nerviosa hacia afuera, pensando en que alguien seguía a mi padre y nos podía hacer algo. —Emilia, ahora no puedo hablar. —Me entregó una tarjeta—. Te espero a las diez en esa dirección. Ten cuidado. Me bajé del auto y seguí mi camino. Ryan venía llegando de sus ensayos. Tendría que irse unas semanas y llegaría justo el día de la boda. Me alegraba saber que estaría sola, lo necesitaba.Me costaba ser cariñosa c
No nos dijimos nada. Habíamos pasado de odiarnos a amarnos en cosa de segundos.Puso sus manos en mi espalda y poco a poco empezó a abrir el cierre del vestido.Me encontraba completamente desnuda sobre él. Con un movimiento rápido me dio vuelta, dejándome de espaldas en el suelo.Se puso sobre mí, se sacó la pajarita, la camisa y volvió a besarme.Conocía cada parte de mi cuerpo y lo que me gustaba que hiciera con él. Tomó mis pechos y jugó con mis pezones, los estiraba con sus labios una y otra vez. Mi sexo estaba completamente mojado.Llevó una de sus manos a mi entrepierna y con sus dedos empezó a hacer movimientos circulares en el clítoris. Tuve mi primer orgasmo.Me levanté y lo dejé recostado, aproveché de besarlo completamente hasta llegar a su erección. Mi lengua empezó a trabajar, su sabor era como siempre, exquisito.Entraba y salía de mi boca, hasta que logré que dejara un orgasmo en ella. Me levantó, me montó en su cadera y me apoyó en el closet donde habíamos estado busc
El olor se me hacía muy familiar, a tal punto que se me vinieron muchos recuerdos a la cabeza.Sabía quién estaba detrás mío y no me sorprendía. La historia había sido tan larga y retorcida que ya todo lo anormal era normal para mí.No entendía de qué trato hablaba mi ex, sabía que algo había, pero no comprendía a qué se refería.Nicholas con ambas manos levantadas y empezó a acercarse a nosotros mientras hablaba.—Por favor, déjala. Si me acerqué fue solo para protegerla.—Ambos súbanse al auto y mantengan la boca cerrada.Escuché la voz, era la confirmación de quien estaba a mis espaldas. No entendía por qué escogió ese momento para aparecer. Había tenido otras oportunidades en donde el trabajo se le habría hecho mucho más simple.Mientras la pistola seguía apuntándome, nos subimos al auto.Yo iba de copiloto, Nicholas, manejaba y mi padre se encontraba sentado atrás, apuntando.—Papá, ¿por qué haces esto?—Por varias razones, antes de morir las sabrás todas, no te preocupes. Ahora,
Sentí mi sangre enfriarse. Tiré el arma al piso y vi todo en cámara lenta.Ni, aunque hubiese sabido disparar le habría apuntado tan bien a una persona. El disparo fue justo en el centro de la frente de mi padre. Cayó instantáneamente sin poder decir nada. Nicholas fue hasta donde estaba yo y reaccioné en llanto y nerviosismo.—¡No...! —grité, nerviosa. Temblaba. Me arrodillé en el piso y me tapé los ojos para no seguir viendo el cuerpo, el cual se encontraba tirado y sin vida.—Em, tenemos que irnos.—No podemos dejarlo ahí tirado. Nicholas, maté a mi padre. —Lo miré, confundida.—No, Em, nos salvaste de que tu padre nos matara a nosotros. —Me ayudó a levantarme, me abrazó. Me contuvo con su cariño y palabras.Recogimos el cuerpo y lo pusimos en el porta maleta del auto. También nos llevamos todo lo que pudiese dejar alguna pista de que estuvimos ahí. Incluida el arma y los papeles que tenía que firmar.—¿Y ahora qué haremos con él? —pregunté, mirando por la ventana.—No lo sé, lo ún
Cuando supiste que era tu madre quien te acosaba me di cuenta de inmediato que tu papá nos estaba mintiendo desde un comienzo.Ese día dormiste profundamente con las patillas que te dio el doctor. Dormiste toda la tarde. Eso me dio tiempo para regresar a la cárcel y hablar con tu padre.Me ratificó que tu madre era quien te acosaba nuevamente y me contó la misma historia que dijo antes de que le dispararas.Le ofrecí el dinero que tenía a cambio de que consiguiera que te dejaran tranquila.—Por eso la mató —interrumpí.—Así es, pero no quiero que pienses que la mandé a matar. Yo no pedí eso. —Tomó aire y continuó hablando—. Cuando murió tu madre me di cuenta que no era un hombre de palabra y menos que jugaba limpio.Se escapó de la cárcel y eso nos dejaba más desprotegidos aún. Seguíamos casados, nos mataría a los dos. Tú eres mi heredera. No sé cómo averiguó eso, pero te dejé a ti a cargo de todo en mi testamento.Primero me mataría a mí, esperaría a que todo estuviese en tus manos y
Le entregué el recibo a Nicholas, quien tenía cara de te voy a coger tan duro que no podrás moverte en años.Ese juego lo ganaría yo, así que nuevamente le dije: —La vuelta, Nicholas, tengo que solucionar el problema de lo que está mojado en mí. Estoy desnuda y no quiero que me veas. —¿A qué estás jugando? —preguntó, levantándose de la cama y dejando frente a mí la mejor vista que una mujer podría tener. Su pene estaba duro y grande, estaba tan excitada y mojada que solo quería montarme sobre él.«Al carajo mi orgullo y miedo, el muy cabrón finalmente consiguió lo que quería, tenerme vuelta loca sin siquiera haberme tocado un pelo. Caí en mi propia trampa», pensé.Siguió acercándose, hasta tener su boca muy cerca de la mía. Sus ágiles dedos rozaron mis pezones. —Creo que tenemos que solucionar el problema de lo que está mojado. Partiendo por tu camisa —susurró, desabrochando uno a uno los botones.Ese hombre sí que sabía jugar conmigo. No tenía palabras, ya que solo sentí a mi sexo
Nicholas, no me quiso decir donde había dejado el arma y yo tampoco quería saberlo.Quemamos los papeles que firmé antes de tirarle el tacón de aguja a mi padre, poniendo fin a una historia que ya estaba cerrada.Llené de agua caliente la tina de mi baño y me sumergí en ella. Necesitaba cerrar los ojos y relajarme un momento. Desperté con el sonido de los pasos de alguien que entraba al baño, seguí haciéndome la dormida a ver si Nicholas, me sorprendía, incorporándose conmigo.Pasaron algunos minutos y eso no ocurrió, entonces le dije: —Cariño, ven conmigo. —Abrí los ojos, pero no había nadie en el lugar. Pensé que tuve que haber soñado el sonido de los movimientos, había estado sometida a tanto estrés que ya no sabía lo que vivía realmente.Tomé mi celular, el cual estaba en la mesita a un lado, y le escribí un mensaje a mi famoso. «¿Querrá mi rubio favorito venir al agua conmigo? Te necesito» «¡Voy!», respondió.Llegó y de inmediato empezó a desvestirse. Me mordí el labio y se me