Sentí mi sangre enfriarse. Tiré el arma al piso y vi todo en cámara lenta.Ni, aunque hubiese sabido disparar le habría apuntado tan bien a una persona. El disparo fue justo en el centro de la frente de mi padre. Cayó instantáneamente sin poder decir nada. Nicholas fue hasta donde estaba yo y reaccioné en llanto y nerviosismo.—¡No...! —grité, nerviosa. Temblaba. Me arrodillé en el piso y me tapé los ojos para no seguir viendo el cuerpo, el cual se encontraba tirado y sin vida.—Em, tenemos que irnos.—No podemos dejarlo ahí tirado. Nicholas, maté a mi padre. —Lo miré, confundida.—No, Em, nos salvaste de que tu padre nos matara a nosotros. —Me ayudó a levantarme, me abrazó. Me contuvo con su cariño y palabras.Recogimos el cuerpo y lo pusimos en el porta maleta del auto. También nos llevamos todo lo que pudiese dejar alguna pista de que estuvimos ahí. Incluida el arma y los papeles que tenía que firmar.—¿Y ahora qué haremos con él? —pregunté, mirando por la ventana.—No lo sé, lo ún
Cuando supiste que era tu madre quien te acosaba me di cuenta de inmediato que tu papá nos estaba mintiendo desde un comienzo.Ese día dormiste profundamente con las patillas que te dio el doctor. Dormiste toda la tarde. Eso me dio tiempo para regresar a la cárcel y hablar con tu padre.Me ratificó que tu madre era quien te acosaba nuevamente y me contó la misma historia que dijo antes de que le dispararas.Le ofrecí el dinero que tenía a cambio de que consiguiera que te dejaran tranquila.—Por eso la mató —interrumpí.—Así es, pero no quiero que pienses que la mandé a matar. Yo no pedí eso. —Tomó aire y continuó hablando—. Cuando murió tu madre me di cuenta que no era un hombre de palabra y menos que jugaba limpio.Se escapó de la cárcel y eso nos dejaba más desprotegidos aún. Seguíamos casados, nos mataría a los dos. Tú eres mi heredera. No sé cómo averiguó eso, pero te dejé a ti a cargo de todo en mi testamento.Primero me mataría a mí, esperaría a que todo estuviese en tus manos y
Le entregué el recibo a Nicholas, quien tenía cara de te voy a coger tan duro que no podrás moverte en años.Ese juego lo ganaría yo, así que nuevamente le dije: —La vuelta, Nicholas, tengo que solucionar el problema de lo que está mojado en mí. Estoy desnuda y no quiero que me veas. —¿A qué estás jugando? —preguntó, levantándose de la cama y dejando frente a mí la mejor vista que una mujer podría tener. Su pene estaba duro y grande, estaba tan excitada y mojada que solo quería montarme sobre él.«Al carajo mi orgullo y miedo, el muy cabrón finalmente consiguió lo que quería, tenerme vuelta loca sin siquiera haberme tocado un pelo. Caí en mi propia trampa», pensé.Siguió acercándose, hasta tener su boca muy cerca de la mía. Sus ágiles dedos rozaron mis pezones. —Creo que tenemos que solucionar el problema de lo que está mojado. Partiendo por tu camisa —susurró, desabrochando uno a uno los botones.Ese hombre sí que sabía jugar conmigo. No tenía palabras, ya que solo sentí a mi sexo
Nicholas, no me quiso decir donde había dejado el arma y yo tampoco quería saberlo.Quemamos los papeles que firmé antes de tirarle el tacón de aguja a mi padre, poniendo fin a una historia que ya estaba cerrada.Llené de agua caliente la tina de mi baño y me sumergí en ella. Necesitaba cerrar los ojos y relajarme un momento. Desperté con el sonido de los pasos de alguien que entraba al baño, seguí haciéndome la dormida a ver si Nicholas, me sorprendía, incorporándose conmigo.Pasaron algunos minutos y eso no ocurrió, entonces le dije: —Cariño, ven conmigo. —Abrí los ojos, pero no había nadie en el lugar. Pensé que tuve que haber soñado el sonido de los movimientos, había estado sometida a tanto estrés que ya no sabía lo que vivía realmente.Tomé mi celular, el cual estaba en la mesita a un lado, y le escribí un mensaje a mi famoso. «¿Querrá mi rubio favorito venir al agua conmigo? Te necesito» «¡Voy!», respondió.Llegó y de inmediato empezó a desvestirse. Me mordí el labio y se me
Eran fotografías donde mi padre aparecía apuntándonos en el estacionamiento. La verdad es que no estaban nítidas, se notaba que las había sacado de una grabación. —¿De dónde sacaste esto? —preguntó Nicholas. —No pongan esa cara, tengo el video del estacionamiento. ¿O qué creían? ¿Qué no buscaría si Em se había ido sola? —Ryan, no tienes idea en qué te estas metiendo —contesté. —Si lo sé, Em, y también sé que a ese hombre lo busca la policía. Era tu padre, ¿verdad? —¿Cómo sabes tanto? —preguntó Nicholas, enojado. —Lo importante no es cómo lo sé, sino lo que sé. Tienes cuarenta y ocho horas, vendré por ti. Aprovecha de despedirte de este idiota. —Ryan, supongo que nosotros conversaremos antes de que Emilia regrese a tu casa. Te espero mañana, quiero que aclaremos algunos asuntos.No podía creer lo que escuchaba, Nicholas me dejaría ir con él. ¿Qué más podía hacer? Nos tenía en sus manos. —Muy bien, mañana vendré. Sin trampas, Nicholas, uno de tus engaños y no la cuentas —advirti
Recorrimos el lugar y encontramos un jacuzzi desocupado. Había varios en un jardín enorme, todo muy bonito. Solo se escuchaban gemidos y algo de música.—Haremos una cosa: entraremos al agua y empezaremos nuestra acción. El tercero vendrá a nosotros —explicó mi rubio.—Me parece justo.Nos besamos, me tomó de la cintura para apretarme contra su erección.Se acercó a mi cuello y poco a poco empezó a bajar, dándome pequeños mordiscos. Bajó las tiras del corsé y dejó salir ambos pechos, cuyos pezones estaban completamente a la orden de Nicholas.Estiraba, soltaba y besaba.—¡Ah...! —solté un gemido.Poco a poco mientras bajaba me iba desabrochando el corsé, hasta que logró soltarlo por completo. Me besó el ombligo y llego hasta mi pelvis. Con un movimiento profesional soltó las ligas. Bajó mis bragas y pude sentir su respiración y su lengua en el monte de mi sexo. Se levantó y volvió a mi boca.—Nicholas, podría llegar al orgasmo perfectamente sin necesidad de que me penetres. —Lo miré a
Mi ansiedad me estaba jugando una pésima pasada. Me senté en el hall de entrada a esperar que salieran, pero el tiempo pasaba y nada ocurría.Intenté leer una revista, tomé mi guitarra y empecé a tocarla. Hice todo lo que se me ocurría en el momento para que el tiempo se me pasara lo más rápido posible.Me levanté, fui por mi celular al dormitorio y cuando regresé pude escuchar una pelea. Cosas se rompían, cosas caían.Sabía que Nicholas me había dicho que no me metiera y que lo dejara, pero, ¿y si Nicholas era el que estaba siendo perjudicado? Corrí a la puerta, la cual abrí de forma inmediata.Ahí estaba Ryan con la cara destrozada y un arma en las manos. Apuntando a Nicholas.—Ryan, ¡no, por favor, me iré contigo, pero no dispares! —exclamé, temblando por el miedo de que algo le ocurriera a quien amaba.—Emilia, te dije que no te metieras —dijo Nicholas, poniendo los ojos en blanco. Levanté mis brazos y me acerqué a mi esposo, quien habló—: Baja las manos, Em, esa arma está descarg
No pegué una pestaña en toda la noche. Me dediqué a ver a mi rubio dormir y a vigilar nuestro alrededor, pensando que estaríamos siendo observados.Nicholas seguía guardando reposo y los medicamentos lo hacían dormir más de lo normal. Me levanté temprano y fui en busca de un lindo traje de enfermera. Nunca había usado algo así, no sabía que saldría de eso, pero se merecía lo que quería.Llamé a Renato, quien de inmediato me ofreció ayuda. No quería parecer cualquier cosa y mi conocimiento de moda y lencería era menos que mi conocimiento sobre agricultura.Fuimos a una tienda de artículos de sexo y compramos un corsé de encaje blanco, una bonita falda a tono con una línea roja, y la toga que se pone en el cabello. Además de las porta ligas y tacones rojos.Me miré en el espejo y lo que veía era sexi. Renato me vio desvestirme y abriendo los ojos exageradamente grandes me dijo: —Em, te están saliendo bellos en tu chica, no puedes llegar así. —Puso cara de espanto. —¿Y qué sugieres? —r