Le entregué el recibo a Nicholas, quien tenía cara de te voy a coger tan duro que no podrás moverte en años.Ese juego lo ganaría yo, así que nuevamente le dije: —La vuelta, Nicholas, tengo que solucionar el problema de lo que está mojado en mí. Estoy desnuda y no quiero que me veas. —¿A qué estás jugando? —preguntó, levantándose de la cama y dejando frente a mí la mejor vista que una mujer podría tener. Su pene estaba duro y grande, estaba tan excitada y mojada que solo quería montarme sobre él.«Al carajo mi orgullo y miedo, el muy cabrón finalmente consiguió lo que quería, tenerme vuelta loca sin siquiera haberme tocado un pelo. Caí en mi propia trampa», pensé.Siguió acercándose, hasta tener su boca muy cerca de la mía. Sus ágiles dedos rozaron mis pezones. —Creo que tenemos que solucionar el problema de lo que está mojado. Partiendo por tu camisa —susurró, desabrochando uno a uno los botones.Ese hombre sí que sabía jugar conmigo. No tenía palabras, ya que solo sentí a mi sexo
Nicholas, no me quiso decir donde había dejado el arma y yo tampoco quería saberlo.Quemamos los papeles que firmé antes de tirarle el tacón de aguja a mi padre, poniendo fin a una historia que ya estaba cerrada.Llené de agua caliente la tina de mi baño y me sumergí en ella. Necesitaba cerrar los ojos y relajarme un momento. Desperté con el sonido de los pasos de alguien que entraba al baño, seguí haciéndome la dormida a ver si Nicholas, me sorprendía, incorporándose conmigo.Pasaron algunos minutos y eso no ocurrió, entonces le dije: —Cariño, ven conmigo. —Abrí los ojos, pero no había nadie en el lugar. Pensé que tuve que haber soñado el sonido de los movimientos, había estado sometida a tanto estrés que ya no sabía lo que vivía realmente.Tomé mi celular, el cual estaba en la mesita a un lado, y le escribí un mensaje a mi famoso. «¿Querrá mi rubio favorito venir al agua conmigo? Te necesito» «¡Voy!», respondió.Llegó y de inmediato empezó a desvestirse. Me mordí el labio y se me
Eran fotografías donde mi padre aparecía apuntándonos en el estacionamiento. La verdad es que no estaban nítidas, se notaba que las había sacado de una grabación. —¿De dónde sacaste esto? —preguntó Nicholas. —No pongan esa cara, tengo el video del estacionamiento. ¿O qué creían? ¿Qué no buscaría si Em se había ido sola? —Ryan, no tienes idea en qué te estas metiendo —contesté. —Si lo sé, Em, y también sé que a ese hombre lo busca la policía. Era tu padre, ¿verdad? —¿Cómo sabes tanto? —preguntó Nicholas, enojado. —Lo importante no es cómo lo sé, sino lo que sé. Tienes cuarenta y ocho horas, vendré por ti. Aprovecha de despedirte de este idiota. —Ryan, supongo que nosotros conversaremos antes de que Emilia regrese a tu casa. Te espero mañana, quiero que aclaremos algunos asuntos.No podía creer lo que escuchaba, Nicholas me dejaría ir con él. ¿Qué más podía hacer? Nos tenía en sus manos. —Muy bien, mañana vendré. Sin trampas, Nicholas, uno de tus engaños y no la cuentas —advirti
Recorrimos el lugar y encontramos un jacuzzi desocupado. Había varios en un jardín enorme, todo muy bonito. Solo se escuchaban gemidos y algo de música.—Haremos una cosa: entraremos al agua y empezaremos nuestra acción. El tercero vendrá a nosotros —explicó mi rubio.—Me parece justo.Nos besamos, me tomó de la cintura para apretarme contra su erección.Se acercó a mi cuello y poco a poco empezó a bajar, dándome pequeños mordiscos. Bajó las tiras del corsé y dejó salir ambos pechos, cuyos pezones estaban completamente a la orden de Nicholas.Estiraba, soltaba y besaba.—¡Ah...! —solté un gemido.Poco a poco mientras bajaba me iba desabrochando el corsé, hasta que logró soltarlo por completo. Me besó el ombligo y llego hasta mi pelvis. Con un movimiento profesional soltó las ligas. Bajó mis bragas y pude sentir su respiración y su lengua en el monte de mi sexo. Se levantó y volvió a mi boca.—Nicholas, podría llegar al orgasmo perfectamente sin necesidad de que me penetres. —Lo miré a
Mi ansiedad me estaba jugando una pésima pasada. Me senté en el hall de entrada a esperar que salieran, pero el tiempo pasaba y nada ocurría.Intenté leer una revista, tomé mi guitarra y empecé a tocarla. Hice todo lo que se me ocurría en el momento para que el tiempo se me pasara lo más rápido posible.Me levanté, fui por mi celular al dormitorio y cuando regresé pude escuchar una pelea. Cosas se rompían, cosas caían.Sabía que Nicholas me había dicho que no me metiera y que lo dejara, pero, ¿y si Nicholas era el que estaba siendo perjudicado? Corrí a la puerta, la cual abrí de forma inmediata.Ahí estaba Ryan con la cara destrozada y un arma en las manos. Apuntando a Nicholas.—Ryan, ¡no, por favor, me iré contigo, pero no dispares! —exclamé, temblando por el miedo de que algo le ocurriera a quien amaba.—Emilia, te dije que no te metieras —dijo Nicholas, poniendo los ojos en blanco. Levanté mis brazos y me acerqué a mi esposo, quien habló—: Baja las manos, Em, esa arma está descarg
No pegué una pestaña en toda la noche. Me dediqué a ver a mi rubio dormir y a vigilar nuestro alrededor, pensando que estaríamos siendo observados.Nicholas seguía guardando reposo y los medicamentos lo hacían dormir más de lo normal. Me levanté temprano y fui en busca de un lindo traje de enfermera. Nunca había usado algo así, no sabía que saldría de eso, pero se merecía lo que quería.Llamé a Renato, quien de inmediato me ofreció ayuda. No quería parecer cualquier cosa y mi conocimiento de moda y lencería era menos que mi conocimiento sobre agricultura.Fuimos a una tienda de artículos de sexo y compramos un corsé de encaje blanco, una bonita falda a tono con una línea roja, y la toga que se pone en el cabello. Además de las porta ligas y tacones rojos.Me miré en el espejo y lo que veía era sexi. Renato me vio desvestirme y abriendo los ojos exageradamente grandes me dijo: —Em, te están saliendo bellos en tu chica, no puedes llegar así. —Puso cara de espanto. —¿Y qué sugieres? —r
Nicholas se sentó y me tumbé a su lado a ver el noticiero.Daba gracias a Dios de que mi padre se había cambiado el nombre, pero me daba miedo que la policía encajara piezas y me involucraran por haber encontrado a mi madre muerta en la casa. No tenía claro si ellos tenían algún vínculo legal o no.Solo esperaba que al haberse cambiado ambos de nombre, no existieran lazos que los uniera, de esa forma nada podría hacer llegar a la policía a mí. «¿Quién habrá cambiado el cuerpo de lugar?», me pregunté.—Nicholas, creo que fue Ryan. Es el único que conoce la historia —dije, mientras sentía mis piernas temblar. —Dudo que sea tan estúpido, eso lo haría más culpable aún. —Se rascó la barbilla, pensando. —¿En qué piensas? —En que esto aún no termina, hay una persona que quería que lo encontraran, claramente. No sé si nos siguieron o de casualidad encontraron el cuerpo. No sé qué pensar.Estaba tan nerviosa que de pronto tuve que ir al baño a regresar todo lo que había comido. Volví y mi
—Señores, nuevamente el matrimonio McDowell nos sorprende con su presencia. ¿Qué hacen acá? ¿Conocen al muerto? —Se acercó. Era la misma policía que fue a hacerme la entrevista por la muerte de Alexandra.Me quedé callada, no sabía que decir. Cualquier cosa, podría ser usada en mi contra. —Buenas tardes. —Se acercó Nicholas, hablándole a la mujer—. Solo estábamos en una discusión matrimonial. —¿Cerca de un cementerio? Algo extraño, señor McDowell, dado que a quien están enterrando es el mismo hombre al que ustedes fueron a visitar a la cárcel. Coincidencia de que haya sido el ex esposo de la mujer que se encontró muerta en su casa y que, además, ambos muertos coinciden cambiándose el nombre.»A usted, señora McDowell, ¿no le parece extraño que el hombre que murió, antes de cambiarlo, tenía el mismo apellido que usted tuvo de soltera? —Se cruzó de brazos y levantó una ceja, esperando mi respuesta. —Emilia, no respondes nada —ordenó Nicholas. —Muy bien, señor McDowell, el que calla