Ethan Me fallo... Lo recordaba todo y encima, estaba preparada para argumentar conmigo, no me permitió hacerme el loco, su forma de enfrentarme, me dio el valor que necesitaba para admitir ante ella que me gusta. No lo había planeado ni en un millón de años, conocer de sus propios labios sus sentimientos fue una experiencia maravillosa. Tengo miedo, y realmente no sé por qué, es algo irracional, aquellos con miedos es debido al conocimiento tácito del fracaso o el dolor que acarrea una relación. Pero yo no había experimentado ninguna tragedia. No me creía débil, ahora no estaba muy seguro, mi fachada de hombre en control de todo lo que me rodea, así como mis emociones. Se estaba viendo rebasada por unos ojos color acero que ponían a temblar mi corazón. De camino a la oficina, no articulamos palabra, principalmente de mi parte estaba sufriendo de un colapso, y luego de una revolución, mi mente debía planear cosas, porque todo decía que debíamos hacer adecuaciones para enfre
Ethan Yo solo me condené... El desenfado con el que estaba vestida, para nada sería considerado sexy, solo usaba un top, una camisa de tirantes holgada que a cada instante se caía de su hombro, unos shorts cortos. Y esas manchas en su ropa, debo ser un enfermo, me apetecía probarlas. Su andar era exagerado, se paró enfrente de mí, solo el fregadero se interponía entre nosotros, me dio aquel consolador —¿qué debería hacer con esto? —la cuestione. —Qué falta de imaginación, descuida, solo dale una lavadita —era increíble. Se fue al sillón, ese que quedaba enfrente de mí, antes de sentarse se soltó el cabello que tenía en un moño alto. Cambio la música, se ponía peor a cada minuto, sonaban ritmos muy sensuales, mis ojos se abrieron más, porque encendió uno de esos vibradores, lo llevo desde el interior de una de sus piernas, la recorría lentamente y yo estaba como hipnotizado. —¡Sia!, ve a tu habitación —ella negó. —Sabes..., tal vez tener audiencia lo vuelva más excitante. —se l
Ethan Frank no me dejo salir de aquella sala privada hasta que no desahogue todo, o la mayoría de lo que me tenía en constante debate interno. Le conté sobre como luego de ese amor-odio que nos teníamos, me fui haciendo a la idea de tenerla en mi vida. Ahora solo el acuerdo era el obstáculo, él me aseguro que buscaríamos la manera de anularlo. Bebí demás, así que fue necesario llamar al chofer para que fuera a recogerme, sería imprudente manejar en mi estado. Al llegar a casa, camine hasta mi habitación, gire y me quede parado por bastante tiempo frente a la puerta de Sia, tenía ganas de verla, pero olía a alcohol, por lo que fui a darme una ducha rápida para desprenderme de ese aroma. Volví y me escabullí al interior de su habitación, dormía como siempre, abrazada de una almohada, quite el edredón y la levanté en brazos para llevármela a mi recámara, me sentía muy valiente y nada me importaba en ese instante. Sia Al despertar suelo estirarme cuál gato, pero esta ocasión, mi
Días después... Sia Lo único que necesitaba era que él decidiera darle una oportunidad a esto que ambos sentíamos por el otro, quizá no estaba en condiciones de decirle que lo amaba, pero que me gustará y mi pensamiento y mi persona giraran en torno a él, no podía ser otra cosa. Él cambió radicalmente, en mi presencia se deshizo de su mascará, de frialdad y serenidad, sus expresiones iban desde lo tierno a lo lascivo, si me apetecía verlo podía hacerlo sin ser regañada. A veces solo quería estar en su presencia, así que entraba a su oficina con los reportes que debía leer, me acomodaba en un sofá y hacía mi trabajo, mientras lo veía de vez en vez, tan concentrado, le lanzaba preguntas sobre las dudas que me surgían, trataba de no hacerlo tan seguido. Pero se volvía difícil no querer interrumpirlo, con paciencia me explicaba a detalle, luego me descubrí fascinada por el tono de su voz, esa que con anterioridad detestaba tanto, ahora quería escucharla sin cesar. Antes no le
Sia Ese hombre revolvió mis sentidos, hizo que se me olvidará una de las funciones primordiales, tan básicas e importantes como respirar. Tenía razón cuando dijo que no lo conocía, en efecto, no sabía nada sobre sus formas, me encanto la manera en que me tomo. ¿Por qué la vida es tan injusta? Mientras unos son unos ¡imbéciles!, en la cama, otros parece que nacieron con estas habilidades. No tengo una amplia experiencia, pero él me hizo rasguñar el cielo. No una, sino varias veces, nuestra cena se postergó hasta bien entrada la madrugada, luego de saciar nuestro apetito sexual, el hambre nos recordó nuestra realidad. Me escapé a la cocina para recalentar los alimentos, al regresar lo encontré semi vestido, mientras yo deambulaba en la oficina con su camisa apenas cubriendo lo necesario. A esas horas ya nadie estaba en las instalaciones, a excepción de los guardias de seguridad, a los que se les avisó que por hoy no debían visitar nuestro piso. De vuelta a su oficina, aplastaba
Ethan Antes de la comida, Sia, me aviso que saldría, por la cita médica, algo que perdí de vista, es fácil de hacerlo cuando hay tanto, tome mi saco para ir con ella. Solo para ser parado de una por el recordatorio de mi reunión, una que ya había reagendado. —Te llevará el chofer, ahora mismo le llamo. —De acuerdo —un beso en mi mejilla basto para quedar satisfecho, debía haber acompañado a mi hermosa esposa, todo referente a ella sería mi prioridad, sobre todo porque debemos hacer una consulta en pareja, con respecto a nuestra salud sexual, reproductiva y cualquier cosa que no he considerado. Angus y yo nos dirigíamos a comer con inversionistas, cuando recibí la llamada de los investigadores, solo para informarme de nuevos hallazgos, pedían saber en qué momento era más apropiado que se presentarán en las oficinas. Me disculpé con Angus y le mentí diciéndole que había algo que requería de mi presencia, y como desde hace tiempo no me pide cuentas, no fue necesario entrar en detall
Ethan Con la suposición de que Sia estuviera indispuesta, ordené comida, solo debía pasar a recogerla de camino a casa, intente pensar en que otra cosa podría llevarle para hacerla sentir confortable. Imagine que estaría acostada, la encontré sentada en la sala, comiendo una manzana y con la laptop en las piernas, me acerque por la parte trasera del sofá. —¿Cómo te sientes? — baje para besarla en la mejilla, pero ella se retiró. —Bien —respondió. —No lo parece, ¿sucede algo? —ni se molestó en contestar, la vi concentrada. —Traje la cena. Al menos me siguió hasta la cocina, en lo que yo lavaba mis manos, ella solo saco los contenedores de las bolsas, ni se preocupó por pasarlo a platos, eligió lo que se le antojó y se sentó a empezar a comer. —Lloyd, ¿conociste a tus padres? —esa pregunta no me gusto; primero, porque desde hace rato ya se dirigía a mí por mi nombre, ¿por qué había vuelto a usar mi apellido?, y segundo, desde cuándo le interesan mis orígenes. —Sí, ellos murieron
Ethan Ella es el huracán que me deja en ruinas... Nosotros no somos hermanos, no podía ser, estas pruebas no me harán cambiar de opinión, la sorpresa de todo lo que me vino a revelar me puso fuera de combate. Ni siquiera pude elaborar algún argumento para calmarla y resolver esta desastrosa situación. Recordar el dolor y enojo que vi en sus ojos me hace querer saber quién demonios comenzó esto, porque todo iba bien al fin. No la perseguí, lo mejor era darle espacio, acorralarla podría darme solo más problemas. Llame a Loren para qué me dejará tranquilo por una hora, fui hasta el librero donde están las botellas, me serví un trago, y lo vacié de un solo sorbo, al siguiente le puse hielos y me lleve la bebida a mi escritorio. Una vez más levanté aquellos papeles para leer con detenimiento el resultado, varias veces lo releí, solo para ver que esa prueba de paternidad era positiva. Tome el sobre que ella me dio, en su interior solo venían peores noticias. Era la petición de divor