Sia Ese hombre revolvió mis sentidos, hizo que se me olvidará una de las funciones primordiales, tan básicas e importantes como respirar. Tenía razón cuando dijo que no lo conocía, en efecto, no sabía nada sobre sus formas, me encanto la manera en que me tomo. ¿Por qué la vida es tan injusta? Mientras unos son unos ¡imbéciles!, en la cama, otros parece que nacieron con estas habilidades. No tengo una amplia experiencia, pero él me hizo rasguñar el cielo. No una, sino varias veces, nuestra cena se postergó hasta bien entrada la madrugada, luego de saciar nuestro apetito sexual, el hambre nos recordó nuestra realidad. Me escapé a la cocina para recalentar los alimentos, al regresar lo encontré semi vestido, mientras yo deambulaba en la oficina con su camisa apenas cubriendo lo necesario. A esas horas ya nadie estaba en las instalaciones, a excepción de los guardias de seguridad, a los que se les avisó que por hoy no debían visitar nuestro piso. De vuelta a su oficina, aplastaba
Ethan Antes de la comida, Sia, me aviso que saldría, por la cita médica, algo que perdí de vista, es fácil de hacerlo cuando hay tanto, tome mi saco para ir con ella. Solo para ser parado de una por el recordatorio de mi reunión, una que ya había reagendado. —Te llevará el chofer, ahora mismo le llamo. —De acuerdo —un beso en mi mejilla basto para quedar satisfecho, debía haber acompañado a mi hermosa esposa, todo referente a ella sería mi prioridad, sobre todo porque debemos hacer una consulta en pareja, con respecto a nuestra salud sexual, reproductiva y cualquier cosa que no he considerado. Angus y yo nos dirigíamos a comer con inversionistas, cuando recibí la llamada de los investigadores, solo para informarme de nuevos hallazgos, pedían saber en qué momento era más apropiado que se presentarán en las oficinas. Me disculpé con Angus y le mentí diciéndole que había algo que requería de mi presencia, y como desde hace tiempo no me pide cuentas, no fue necesario entrar en detall
Ethan Con la suposición de que Sia estuviera indispuesta, ordené comida, solo debía pasar a recogerla de camino a casa, intente pensar en que otra cosa podría llevarle para hacerla sentir confortable. Imagine que estaría acostada, la encontré sentada en la sala, comiendo una manzana y con la laptop en las piernas, me acerque por la parte trasera del sofá. —¿Cómo te sientes? — baje para besarla en la mejilla, pero ella se retiró. —Bien —respondió. —No lo parece, ¿sucede algo? —ni se molestó en contestar, la vi concentrada. —Traje la cena. Al menos me siguió hasta la cocina, en lo que yo lavaba mis manos, ella solo saco los contenedores de las bolsas, ni se preocupó por pasarlo a platos, eligió lo que se le antojó y se sentó a empezar a comer. —Lloyd, ¿conociste a tus padres? —esa pregunta no me gusto; primero, porque desde hace rato ya se dirigía a mí por mi nombre, ¿por qué había vuelto a usar mi apellido?, y segundo, desde cuándo le interesan mis orígenes. —Sí, ellos murieron
Ethan Ella es el huracán que me deja en ruinas... Nosotros no somos hermanos, no podía ser, estas pruebas no me harán cambiar de opinión, la sorpresa de todo lo que me vino a revelar me puso fuera de combate. Ni siquiera pude elaborar algún argumento para calmarla y resolver esta desastrosa situación. Recordar el dolor y enojo que vi en sus ojos me hace querer saber quién demonios comenzó esto, porque todo iba bien al fin. No la perseguí, lo mejor era darle espacio, acorralarla podría darme solo más problemas. Llame a Loren para qué me dejará tranquilo por una hora, fui hasta el librero donde están las botellas, me serví un trago, y lo vacié de un solo sorbo, al siguiente le puse hielos y me lleve la bebida a mi escritorio. Una vez más levanté aquellos papeles para leer con detenimiento el resultado, varias veces lo releí, solo para ver que esa prueba de paternidad era positiva. Tome el sobre que ella me dio, en su interior solo venían peores noticias. Era la petición de divor
Sia Miserable era una palabra que no alcanzaba a cubrir como me sentía, devastación era todo lo que me rodeaba. ¿Cómo podía Lloyd tener esa convicción de que no éramos hermanos? Esto me hacía sentir vulnerable, porque al ver mi realidad no tengo a nadie, mi padre, prefería a su hijo y ese hombre del que me enamore, bajo muchas razones, estaba prohibido. ¿Qué hago con este sentimiento? De solo pensarlo me siento enferma, respirar es doloroso, no decían que de amor nadie muere. Por qué demonios dolía tanto. … Por la mañana ya se habían agotado las lágrimas, un baño largo y perderme en el espacio sin dejar que ningún pensamiento circulara, fue lo que haría de ahora en adelante, en lo que aprendo a lidiar con esto. Me tiré en la cama con un antifaz de gel para bajar la hinchazón de mis ojos, no quiero dejar pasar otro momento sin reclamar lo que me pertenece. Tan solo cerciorarme que ya no estaba tan mal mi semblante, elegí un conjunto de falda y blusa, tacones y lentes grandes neg
Sia Le pido que no se me acerque y el cumple al menos con esa simple petición; sin embargo, no me deja sacarlo de mi mente, desde el primer día, se ha ocupado de que la casa está abastecida, ya tocaba que fuéramos a comprar los víveres. A mi puerta llegan desde el desayuno, la comida y la cena, quién más sino él que sigue al pendiente de que siga respirando, intento sustituir este sentimiento por el antiguo odio que sentía por él. Pero ni siquiera puedo, los días pasaron y por fin Ross, me hace entrega de una tarjeta que está a mi nombre y tiene fondos, sé que ellos tienen mi pasaporte, ahora lo que me queda es sacar una copia, por extravío. La espera es un pesar, ojalá todo caminara más de prisa, el papeleo que Albert, está llevando a cabo, llevará tiempo, me advirtió. Estoy tentada a buscar una excusa que ni siquiera Angus pueda reusar, para poder salir de su radar, porque los últimos días al salir a caminar tengo esa sensación de estar siendo observada, solo que no he logr
Ethan Al ir a la que era mi habitación, reflexione sobre como seguimos con esta distancia, sin duda las circunstancias por las que estamos pasando no son las ideales; aun así, no me parece apropiado mantenerme alejado de ella. Eso se acababa en este mismo instante, era sábado y cualquier cosa era menos importante que reparar esta relación que ni bien empezada ya parecía estarse yendo a la ¡mierda! Sia seguía dormida, yo no podía, costumbres y un cerebro que no parece callarse nunca me lo impidieron. En el baño colecté todo, shampo, afeitadora, todo. Lo metí a una de las cestas decorativas que estaban en el baño y lo cambié al baño de Sia, que de ahora en adelante será nuestro. Ya no me moleste en cerrar la puerta, solo caminaba con sigilo para no interrumpir su sueño y me corriera a patadas, planeaba que para cuando ella despertara todas mis cosas estuvieran ordenadas y en su nuevo lugar. Era la recámara principal por lo que el armario era enorme y las cosas de Sia no llenaban ni
Ethan Teníamos el domingo completo, ella y yo no hemos disfrutado una cita apropiada, que mejor que empezar con una para ir enmendando los tropiezos de este matrimonio. No le dije lo que planeaba, principalmente porque ella se reusaría; así que, por la mañana, nos prepare un desayuno, como cualquier otro día y le pedí que me ayudará a ver qué cosas necesitábamos para luego ir a realizar las compras. Esa sería mi excusa para sacarla de casa. Tome la camioneta y en cuanto nos alejamos de la zona, ella me miraba con frecuencia, sin decir nada, hasta que su curiosidad no pudo más. —Espero que no estemos perdidos, porque no veo por ningún lado las tiendas. —¡Oh, no! Descuida, solo haremos algo antes de las compras. Al pasar Brooklyn ella parecía ansiosa, —tranquila, ya sé que no es un barrio muy cool, pero te aseguro que tiene cosas buenas. En el estacionamiento era más que obvio a dónde la había traído, porque se podían ver los juegos mecánicos, y además la extensa playa que teníam