Sia Max lo había hecho asombroso, todos daban un recorrido al terminar su participación, cuando estuvo frente a mí me sonrió y me saludo. —Vaya, pero qué suerte tienes —una voz femenina comento, luego vi a la rubia sentarse en mi mesa, al prestarle atención, no era otra que Roxanne Rostford. —¿Qué habrá visto Ethan en ti? —lo dijo apenas audible. La ignoré, yo solo me concentré en tomarle fotos a Max, algunas tomas quedaron asombrosamente artísticas. Incluso me acomodé las gafas y me tomé una selfie. La subí enseguida, por supuesto preguntaron dónde andaba, les contesté y de inmediato surgieron los cuestionamientos sobre mi flamante esposo, les prometí unas fotos que les encantarían. Empecé subiendo unas de Max. Cuando apareció Lloyd me sorprendió verlo en un caballo completamente negro, claro que debía tomar fotos, ya se las debía a la audiencia de face. Su ejecución no era distinta de lo que él suele hacer, siendo un perfeccionista, hasta parecía soberbio el andar
Sia Era desesperanzador, sus palabras me regresaban a la realidad, pero su forma de actuar conmigo era distinta, por ello cuando él tenía esas atenciones para con mi persona. Se volvía confuso. Me haría la loca, la que no le duele que dando señales de enamoramiento sea mandada a volar. El domingo no había nada planeado, quizá solo pasar el día aquí relajándonos, lo cual me sería difícil, prefería mil veces volver a Manhattan, allá por lo menos tendría cosas que ocuparan mi pensamiento. Él no me contó de sus planes que se concertó, justo ayer, un juego de golf y comida lo esperaban, negocios seguramente. Intento convencerme de acompañarlo, hablo de nuevas inversiones, en la empresa que tenemos de modelos, eso a mí me sonaba a viejos rabos verdes. Tal vez me equivoque, eso espero. El golf no me entusiasmaba y preferí no seguirle, en cuanto se marchó, fui a recoger mis cosas, decidí, dejar mi maleta cerca de la puerta, solo le escribí una nota en la cual le pedía de favor lle
Ethan Me levanté más temprano para preparar el desayuno, hoy era un día importante para Sia, daría el resumen de las operaciones que estábamos realizando. Al terminar de prepararlo todo, lo serví y lo dejé listo en la mesa por si ella bajaba antes que yo, así subí para bañarme, encontré una de mis camisas en mi cama, yo no recordaba haberla sacado. Parecía limpia, pero estaba arrugada, la olfateé, tenía mi fragancia y la de ella, un recuerdo me golpeó, ¿cómo no lo supe en cuanto la vi? Era mi camisa la que ella traía el día de ayer, solo de recordar ya me sentía excitado. Esa ducha sería de agua fría. Al bajar ella estaba a punto de terminar de comer, y definitivamente lucía radiante, una sonrisa adornaba su rostro, su piel reflejaba la actividad que le había proporcionado esa oxigenación a sus células. ¡Dios! Qué clase de tonterías estaba yo pensando. Le di vueltas al asunto, necesitábamos algo de orden y reglas en nuestra convivencia, más que nada por mi propio bien. Termina
Ethan Una semana después... Odio mi forma de ser, por qué... Ella volvió a ser huraña conmigo, desde el primer día dejo de comer el desayuno que preparaba, por supuesto que pensé que era debido a lo apresurada que salió, pero no me dirigía la palabra en casa, si yo estaba en la sala ella se iba, si entraba en la cocina, se daba la vuelta y se iba. En la oficina era completamente normal, hablaba conmigo como antes, claro no con la cercanía que había ganado. Luego de las 6 pm ella desaparecía, sin decir a dónde se dirigía y qué demonios hacía, me volvía loco pensando la de cosas que estaría haciendo. Sobre todo, porque dejo bastante claro que haría lo que quisiera y eso a mi parecer incluía sus acostumbradas conductas. Llegaba tarde a casa, y no respondía a mis cuestionamientos, los últimos días me harte de andarla siguiendo para obtener respuestas. … —Loren, Sia quedo en traerme un archivo, ¿dónde demonios está? —me sentía exasperado. —Fue al piso de su padre. Esto era el co
Sia Desperté contenta, abrí los ojos y... momento, ¿por qué estaba en mi habitación? Perfecto recuerdo haber caminado hasta los brazos de Ethan, bueno, no literal, pero sí que cerré los ojos abrazados a él, para asegurarme que no había soñado nada de lo que dijo. Vi el reloj y aún era temprano, por eso no había sonado la alarma, esto no estaba bien, así que avente el edredón y salte de la cama, no, esta ocasión no dejaría que fingiera demencia. Tocar a su puerta, no..., olvide las reglas, al demonio con ellas, no estaba en a la vista, así que sin más gire la manija y me metí al baño, me carcajee. Lloyd estaba enjabonado y con un ojo abierto volteo a ver quién interrumpía su sagrado momento, él al estar de espaldas no se veía nada, además los vidrios de la regadera tienen una franja que arruinan la vista. Con todo y eso, me di cuenta de mi comportamiento tan abrupto, me acaloré, porque ese cristal era lo único que impedía ver la anatomía de ese hombre, que se encuentra plagando m
Ethan Me fallo... Lo recordaba todo y encima, estaba preparada para argumentar conmigo, no me permitió hacerme el loco, su forma de enfrentarme, me dio el valor que necesitaba para admitir ante ella que me gusta. No lo había planeado ni en un millón de años, conocer de sus propios labios sus sentimientos fue una experiencia maravillosa. Tengo miedo, y realmente no sé por qué, es algo irracional, aquellos con miedos es debido al conocimiento tácito del fracaso o el dolor que acarrea una relación. Pero yo no había experimentado ninguna tragedia. No me creía débil, ahora no estaba muy seguro, mi fachada de hombre en control de todo lo que me rodea, así como mis emociones. Se estaba viendo rebasada por unos ojos color acero que ponían a temblar mi corazón. De camino a la oficina, no articulamos palabra, principalmente de mi parte estaba sufriendo de un colapso, y luego de una revolución, mi mente debía planear cosas, porque todo decía que debíamos hacer adecuaciones para enfre
Ethan Yo solo me condené... El desenfado con el que estaba vestida, para nada sería considerado sexy, solo usaba un top, una camisa de tirantes holgada que a cada instante se caía de su hombro, unos shorts cortos. Y esas manchas en su ropa, debo ser un enfermo, me apetecía probarlas. Su andar era exagerado, se paró enfrente de mí, solo el fregadero se interponía entre nosotros, me dio aquel consolador —¿qué debería hacer con esto? —la cuestione. —Qué falta de imaginación, descuida, solo dale una lavadita —era increíble. Se fue al sillón, ese que quedaba enfrente de mí, antes de sentarse se soltó el cabello que tenía en un moño alto. Cambio la música, se ponía peor a cada minuto, sonaban ritmos muy sensuales, mis ojos se abrieron más, porque encendió uno de esos vibradores, lo llevo desde el interior de una de sus piernas, la recorría lentamente y yo estaba como hipnotizado. —¡Sia!, ve a tu habitación —ella negó. —Sabes..., tal vez tener audiencia lo vuelva más excitante. —se l
Ethan Frank no me dejo salir de aquella sala privada hasta que no desahogue todo, o la mayoría de lo que me tenía en constante debate interno. Le conté sobre como luego de ese amor-odio que nos teníamos, me fui haciendo a la idea de tenerla en mi vida. Ahora solo el acuerdo era el obstáculo, él me aseguro que buscaríamos la manera de anularlo. Bebí demás, así que fue necesario llamar al chofer para que fuera a recogerme, sería imprudente manejar en mi estado. Al llegar a casa, camine hasta mi habitación, gire y me quede parado por bastante tiempo frente a la puerta de Sia, tenía ganas de verla, pero olía a alcohol, por lo que fui a darme una ducha rápida para desprenderme de ese aroma. Volví y me escabullí al interior de su habitación, dormía como siempre, abrazada de una almohada, quite el edredón y la levanté en brazos para llevármela a mi recámara, me sentía muy valiente y nada me importaba en ese instante. Sia Al despertar suelo estirarme cuál gato, pero esta ocasión, mi