Ethan Una semana después... Odio mi forma de ser, por qué... Ella volvió a ser huraña conmigo, desde el primer día dejo de comer el desayuno que preparaba, por supuesto que pensé que era debido a lo apresurada que salió, pero no me dirigía la palabra en casa, si yo estaba en la sala ella se iba, si entraba en la cocina, se daba la vuelta y se iba. En la oficina era completamente normal, hablaba conmigo como antes, claro no con la cercanía que había ganado. Luego de las 6 pm ella desaparecía, sin decir a dónde se dirigía y qué demonios hacía, me volvía loco pensando la de cosas que estaría haciendo. Sobre todo, porque dejo bastante claro que haría lo que quisiera y eso a mi parecer incluía sus acostumbradas conductas. Llegaba tarde a casa, y no respondía a mis cuestionamientos, los últimos días me harte de andarla siguiendo para obtener respuestas. … —Loren, Sia quedo en traerme un archivo, ¿dónde demonios está? —me sentía exasperado. —Fue al piso de su padre. Esto era el co
Sia Desperté contenta, abrí los ojos y... momento, ¿por qué estaba en mi habitación? Perfecto recuerdo haber caminado hasta los brazos de Ethan, bueno, no literal, pero sí que cerré los ojos abrazados a él, para asegurarme que no había soñado nada de lo que dijo. Vi el reloj y aún era temprano, por eso no había sonado la alarma, esto no estaba bien, así que avente el edredón y salte de la cama, no, esta ocasión no dejaría que fingiera demencia. Tocar a su puerta, no..., olvide las reglas, al demonio con ellas, no estaba en a la vista, así que sin más gire la manija y me metí al baño, me carcajee. Lloyd estaba enjabonado y con un ojo abierto volteo a ver quién interrumpía su sagrado momento, él al estar de espaldas no se veía nada, además los vidrios de la regadera tienen una franja que arruinan la vista. Con todo y eso, me di cuenta de mi comportamiento tan abrupto, me acaloré, porque ese cristal era lo único que impedía ver la anatomía de ese hombre, que se encuentra plagando m
Ethan Me fallo... Lo recordaba todo y encima, estaba preparada para argumentar conmigo, no me permitió hacerme el loco, su forma de enfrentarme, me dio el valor que necesitaba para admitir ante ella que me gusta. No lo había planeado ni en un millón de años, conocer de sus propios labios sus sentimientos fue una experiencia maravillosa. Tengo miedo, y realmente no sé por qué, es algo irracional, aquellos con miedos es debido al conocimiento tácito del fracaso o el dolor que acarrea una relación. Pero yo no había experimentado ninguna tragedia. No me creía débil, ahora no estaba muy seguro, mi fachada de hombre en control de todo lo que me rodea, así como mis emociones. Se estaba viendo rebasada por unos ojos color acero que ponían a temblar mi corazón. De camino a la oficina, no articulamos palabra, principalmente de mi parte estaba sufriendo de un colapso, y luego de una revolución, mi mente debía planear cosas, porque todo decía que debíamos hacer adecuaciones para enfre
Ethan Yo solo me condené... El desenfado con el que estaba vestida, para nada sería considerado sexy, solo usaba un top, una camisa de tirantes holgada que a cada instante se caía de su hombro, unos shorts cortos. Y esas manchas en su ropa, debo ser un enfermo, me apetecía probarlas. Su andar era exagerado, se paró enfrente de mí, solo el fregadero se interponía entre nosotros, me dio aquel consolador —¿qué debería hacer con esto? —la cuestione. —Qué falta de imaginación, descuida, solo dale una lavadita —era increíble. Se fue al sillón, ese que quedaba enfrente de mí, antes de sentarse se soltó el cabello que tenía en un moño alto. Cambio la música, se ponía peor a cada minuto, sonaban ritmos muy sensuales, mis ojos se abrieron más, porque encendió uno de esos vibradores, lo llevo desde el interior de una de sus piernas, la recorría lentamente y yo estaba como hipnotizado. —¡Sia!, ve a tu habitación —ella negó. —Sabes..., tal vez tener audiencia lo vuelva más excitante. —se l
Ethan Frank no me dejo salir de aquella sala privada hasta que no desahogue todo, o la mayoría de lo que me tenía en constante debate interno. Le conté sobre como luego de ese amor-odio que nos teníamos, me fui haciendo a la idea de tenerla en mi vida. Ahora solo el acuerdo era el obstáculo, él me aseguro que buscaríamos la manera de anularlo. Bebí demás, así que fue necesario llamar al chofer para que fuera a recogerme, sería imprudente manejar en mi estado. Al llegar a casa, camine hasta mi habitación, gire y me quede parado por bastante tiempo frente a la puerta de Sia, tenía ganas de verla, pero olía a alcohol, por lo que fui a darme una ducha rápida para desprenderme de ese aroma. Volví y me escabullí al interior de su habitación, dormía como siempre, abrazada de una almohada, quite el edredón y la levanté en brazos para llevármela a mi recámara, me sentía muy valiente y nada me importaba en ese instante. Sia Al despertar suelo estirarme cuál gato, pero esta ocasión, mi
Días después... Sia Lo único que necesitaba era que él decidiera darle una oportunidad a esto que ambos sentíamos por el otro, quizá no estaba en condiciones de decirle que lo amaba, pero que me gustará y mi pensamiento y mi persona giraran en torno a él, no podía ser otra cosa. Él cambió radicalmente, en mi presencia se deshizo de su mascará, de frialdad y serenidad, sus expresiones iban desde lo tierno a lo lascivo, si me apetecía verlo podía hacerlo sin ser regañada. A veces solo quería estar en su presencia, así que entraba a su oficina con los reportes que debía leer, me acomodaba en un sofá y hacía mi trabajo, mientras lo veía de vez en vez, tan concentrado, le lanzaba preguntas sobre las dudas que me surgían, trataba de no hacerlo tan seguido. Pero se volvía difícil no querer interrumpirlo, con paciencia me explicaba a detalle, luego me descubrí fascinada por el tono de su voz, esa que con anterioridad detestaba tanto, ahora quería escucharla sin cesar. Antes no le
Sia Ese hombre revolvió mis sentidos, hizo que se me olvidará una de las funciones primordiales, tan básicas e importantes como respirar. Tenía razón cuando dijo que no lo conocía, en efecto, no sabía nada sobre sus formas, me encanto la manera en que me tomo. ¿Por qué la vida es tan injusta? Mientras unos son unos ¡imbéciles!, en la cama, otros parece que nacieron con estas habilidades. No tengo una amplia experiencia, pero él me hizo rasguñar el cielo. No una, sino varias veces, nuestra cena se postergó hasta bien entrada la madrugada, luego de saciar nuestro apetito sexual, el hambre nos recordó nuestra realidad. Me escapé a la cocina para recalentar los alimentos, al regresar lo encontré semi vestido, mientras yo deambulaba en la oficina con su camisa apenas cubriendo lo necesario. A esas horas ya nadie estaba en las instalaciones, a excepción de los guardias de seguridad, a los que se les avisó que por hoy no debían visitar nuestro piso. De vuelta a su oficina, aplastaba
Ethan Antes de la comida, Sia, me aviso que saldría, por la cita médica, algo que perdí de vista, es fácil de hacerlo cuando hay tanto, tome mi saco para ir con ella. Solo para ser parado de una por el recordatorio de mi reunión, una que ya había reagendado. —Te llevará el chofer, ahora mismo le llamo. —De acuerdo —un beso en mi mejilla basto para quedar satisfecho, debía haber acompañado a mi hermosa esposa, todo referente a ella sería mi prioridad, sobre todo porque debemos hacer una consulta en pareja, con respecto a nuestra salud sexual, reproductiva y cualquier cosa que no he considerado. Angus y yo nos dirigíamos a comer con inversionistas, cuando recibí la llamada de los investigadores, solo para informarme de nuevos hallazgos, pedían saber en qué momento era más apropiado que se presentarán en las oficinas. Me disculpé con Angus y le mentí diciéndole que había algo que requería de mi presencia, y como desde hace tiempo no me pide cuentas, no fue necesario entrar en detall