Lo inevitable

Angus 

El plazo se cumplió y ninguno de los dos fue capaz de hacerse de una solución para evitar cumplir con mi plan. 

Los espero con paciencia en mi oficina, el primero en aparecer es Ethan, quien en un último intento trata de hacerme ver la precariedad de mi idea, debo admitir que no creo que todo se acomode por arte de magia, sé muy bien que el pobre deberá lidiar con Sia. 

Cuando al fin Sia entra, luce fantástica, no como hace dos días que estuvo deambulando por la casa sin cambiar de pijama y espantando a todo mundo con su mal humor. 

— Tomen asiento, me complace tenerlos aquí, sé que por el momento ambos consideran que son caprichos míos, incluso me tacharan de loco. A veces yo mismo lo creo, frente a ustedes están unas carpetas, es un contrato prenupcial, siéntanse libres de leerlo y si tienen dudas díganme. 

A grandes rasgos dice que deberán mantenerse unidos en matrimonio por un plazo de 24 meses, cohabitar la misma casa, mantener la apariencia de un matrimonio feliz, por lo que respecta a las finanzas, ninguno de los dos será acreedor a ninguna suma de dinero que no sea generada por sus esfuerzos.  

Sia no recibirá su herencia, sino hasta el término del plazo y habiendo cumplido a cabalidad todas las cláusulas del contrato.  

Ethan, sin embargo, lo veo muy pensativo y varias veces me voltea a ver, sé que quiere preguntar, pero no se atreve frente a Sia, pues su contrato tiene más cláusulas restrictivas. 

— Esta vez, te saliste con la tuya Angus — me dice Sia, — pero yo necesito que me devuelvas mis tarjetas, mi auto, las cuentas de banco. 

— No Sia, de tus finanzas se encargará Ethan, y tiene prohibido darte libertad financiera, ya está visto que eres incapaz de controlar tu comportamiento, lo que menos necesito es que salgas corriendo o intentes una de tus tonterías. 

— ¡Genial!, ¿estoy atada a LLoyd y a ti para todo? 

— No lo veas de esa forma, velo como tu oportunidad de demostrar que puedes generar ingresos y ganarte la vida, así como todos lo hacemos. 

— Bueno, ¿ya me puedo ir?  

— No, hasta que firmes ese documento — la veo hacerme señas para que le dé con que firmar, se apresura a estampar su firma, toma la carpeta de Ethan y hace lo mismo. 

Da la vuelta y se va maldiciendo y balbuceando improperios. Ethan va y cierra la puerta que Sia dejo abierta tras de sí. 

— ¿Qué esperas para firmar? 

— Angus, no te entiendo, todo parece normal en este prenupcial, hasta que llegue a lo de no consumar el matrimonio. Dime, ¿es o no real? Sabes que me estás quitando la posibilidad de ser feliz, justo ahora que Kara y yo formalizamos. 

— Precisamente por eso lo estoy haciendo, esa joven no es la indicada para ti, en cuanto a las cláusulas deberás acatarlas o me encargo de mandarte al lugar más inhóspito que exista en este planeta. 

— Espero que después de que veas el caos que creaste, estés contento. 

Por fin lo veo firmar, cierra las carpetas y se va, sé que corro el riesgo de ir dañando nuestra magnífica relación, espero que pueda entender mi postura como padre. 

No puedo permitir que siga con la tal Kara, la investigue y nada bueno salió. 

Sia 

Una semana después… 

Angus sí que trabaja rápido, hace solo unos días me condenaba a esta locura al firmar esas idioteces. 

Ahora estoy aquí con mi mejor cara y armándome de paciencia para que me dejen presentable, horas y horas de arreglo que consumen cantidades horrendas de dinero, ¿y para qué? 

— ¡Listo!, acompáñeme para que le ayuden a ponerse el vestido — me despiertan de mi ensoñación. 

Me llevan a un vestidor y definitivamente solo me dejo manipular como si trataran a un maniquí, al verme al espejo, no puedo evitar la nostalgia, veo los rasgos acentuados de mi madre, gracias al peinado y el maquillaje profesional la veo ahí parada, parpadeo y esa ilusión desaparece.  

Odio el color gris de mis ojos, es el mismo de Angus, esto debería ser un evento alegre, pero no lo es, solo tengo furia en mi interior, por ser obligada a algo que no quiero. 

Huir, claro que lo intente, Angus decomiso todos mis documentos, estoy segura, que de querer independizarme, me hará volver, ya lo ha hecho en anteriores ocasiones, conozco como piensa. 

Al llegar me ayudan a bajar — Señorita Macpherson, por aquí, vamos en tiempo — claro, todo esto lo tiene bastante programado. 

Como si se tratara del show principal entro por una amplia puerta de doble hoja que abren solo para mí, ahí dentro lo primero que ven mis ojos es a Angus y Lloyd que se encuentra a su derecha, al llegar a ellos Angus me estrecha entres sus brazos y besa mi mejilla, hasta parecería un gesto real. 

— Luces hermosa, por un momento pensé en tu madre, eres su viva imagen — sí, lo mismo que me alejo de ti. 

Engancho mi brazo al de mi padre y caminamos los tres a un escenario, el lugar, un salón exclusivo de un hotel repleto de hombres de negocios y familias ricas. 

— Bienvenidos, gracias por acompañarnos en esta magnífica velada. Descuiden, no lo haré aburrido ni largo. Nuestro único propósito hoy es anunciar y desearles lo mejor a esta pareja. 

Es un honor y placer hacerles partícipes que mi hija Sia Macpherson e Ethan Lloyd, mi protegido, han decidido en próximas fechas desposarse, así que hoy formalizamos el compromiso de amor entre estos dos jóvenes. 

Se escuchan los aplausos y mi padre entrega mi mano a Ethan, quien la sujeta, para plantar un beso en el dorso de mi mano, eso me toma desprevenida, provocándome un sobresalto, que trato de recomponer. 

Ethan saca una caja de su saco y se arrodilla, nadie me dijo que toda esta parafernalia fuera a tornarse cursi, ante la mirada de tantos, no puedo más que seguirle la corriente. 

Yo esperaría ver un anillo inmenso, en vez de ello es un anillo bastante pequeño, lo que me desconcierta. 

— Sé, que no es la piedra que mereces, pero te aseguro y es mi promesa, cada año que pasemos juntos, esta piedra crecerá al igual que nuestro amor — abro los ojos de par en par, pues mi corazón se oprimió en mi pecho. Eso no lo esperaba, despejo mi mente de inmediato, es actuación. 

Otro aplauso y un coro de exclamaciones de admiración ante lo que Ethan dijo. 

No recuerdo muy bien cuando fue la última vez que estuvimos tanto tiempo cerca, hoy ya había superado mi límite, aún faltaba bailar con él. 

— Ven, mi hermosa prometida — me llevo al centro para empezar a bailar una melodía lenta, su cercanía no me gustaba, su perfume había cambiado, muchas cosas lo hicieron.  

— Es la primera vez que me gusta tenerte tan cerca, así arreglada y acicalada pareces otra — me dijo al oído. 

— En cambio… yo, cada segundo, te detesto más, solo espero que estos años pasen volando. 

Para olvidarme de lo que acontecía en mi realidad, tararee la canción Sour / The Rose, en espera de poder expresar, aunque fuera un poco mi sentir.  

Unas lágrimas escaparon de mis ojos, tontamente los espectadores la confundieron como símbolos de felicidad debido al romanticismo del que era objeto, gracias a Ethan, pero la verdad me despedía de mi libertad.

 

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