Al final le había hecho caso, a mi madre, y allí estaba en la cola de la matrícula, esperando para echar los papeles de inscripción. Dándome cuenta de que tendría la excusa perfecta para mentirle a él, sobre la razón por la que ya no trabajaba en la empresa, no tendría por qué enterarse que su padre me había despedido.
Entregué los papeles y me di la vuelta, feliz, tropezándome con Álex, mi antiguo profesor de baile moderno.
- Ei – me saludó - ¿vienes a inscribirte?
- Acabo de hacerlo.
- ¿en serio? ¡Es fantástico! Tengo clases ahora, ¿quieres venir? – preguntó hacia mí
- Pero si ni siquiera sé si me han aceptado.
- Ven y me ayudas con los pasos.
El teléfono comenzó a sonar antes de que hubiese entrado en la clase, le indiqué con la mano a Alex que cogería el móvil y entraría en seguida.
- ¿por qué no me coges el teléfono? – preguntó, echo un basilisco – llevo toda la mañana intentando comunicarme contigo, y el idiota de tu secretario me pone en espera y nadie aparece.
- No estoy en la oficina.
- ¿cómo que no estás en la oficina?
- He dimitido, Ángel – mentí, provocando que él se levantase de su escritorio, molesto, lanzando la pelota que apretaba en su mano hacia la pared de su despacho – seguí tu consejo sobre volver a la academia y ...
- Te dije que lo compaginaras, maldita sea – me espetó, enfadado – voy a matar a Manolo.
- No he dado mi carta de renuncia a Manolo – le dije – se la he dado a tu padre.
- ¿por qué ere tan irresponsable? ¿cómo vas a pagar la matrícula? ¿cómo vas a sobrevivir sin un sueldo?
- Ya me las apañaré, no te preocupes por eso ahora.
- Alicia...
- Si todo falla siempre puedo decirle al mundo que soy la sobrina de Rosario – reí después de decir aquello, provocando que él se quedase sorprendido de escuchar mi risa en un momento como aquel - Tengo que dejarte, justo ahora voy a empezar una clase de danza moderna, te llamaré luego – y tras decir esto colgué el teléfono, provocando que el estampase el teléfono contra la mesa, y le diese fuertes golpes hasta que este quedó totalmente destrozado.
- ¡MALDITA SEA! – Gritó, levantándose de golpe, molesto conmigo porque fuese tan irresponsable, preocupado porque estuviese siendo de aquella manera, pues él sabía que para mí el trabajo siempre había sido lo más importante - ¡ELENA! – la llamó, provocando que esta entrase en su despacho y se percatase del desastre que tenía montado - ¡Recoge todo este desastre! – le espetó, para luego salir del despacho y caminar a zancadas hacia el despacho del director, entrando por la puerta, sin ni siquiera esperar a que su secretaria le diese entrada.
- Por supuesto que si Clemente – aseguraba el señor Duarte, por teléfono, mirando hacia su hijo que acababa de entrar por la puerta – quedamos el lunes, entonces, gracias por todo – y tras decir esto colgó el teléfono – ya me parecía raro a mí que no vinieras a visitarme.
- He oído que la señorita Castaño ha dimitido – comenzó, provocando que su padre le mirase con ojos como platos, al descubrir que yo había cumplido mi parte del trato, justo como le había dicho sería discreta.
- ¿eso te ha dicho? – preguntó, divertido, provocando que su hijo le mirase sin comprender – La he despedido, Miguel Ángel – le informó, provocando que su hijo se quedase sorprendido por sus palabras – No estaba dispuesto a tolerar otro escándalo en la compañía, los amoríos de mi hijo van a acabar destruyendo el negocio por el que tan duramente he luchado durante todos estos años.
- ¿la has despedido? – preguntó, sin poder dar crédito a lo que acababa de escuchar - ¿por qué?
- ¿Acaso no has escuchado lo que acabo de decirte? No voy a dejar que otro escándalo entre tú y una simple secretaria empañe el buen nombre de la empresa. si quieres tirártela sé un poco más precavido.
- ¿tirármela? – preguntó, sin apenas poder entender ni una palabra de lo que decía su padre. Rio a carcajadas, incapaz de poder reaccionar de otra manera – claro, ¿cómo no?, había olvidado que esa es la imagen que tenéis todo de mí. Yo no soy como tú, no contrato a mis empleados para acostarme con ellos – le espeté, molesto, provocando que su padre se levantase de su escritorio y mirase hacia él lleno de odio.
- ¿cómo te atreves a hablarle así a tu padre? – preguntó, sin poder dar crédito a lo que oía.
- No tienes ni puta idea de cómo soy, papá – le espetó, lleno de odio y resentimiento hacia él – Por esto dejé la casa, por tus mentiras, por la forma que tenías de enfrentar estas situaciones.
- ¿Vas a decirme ahora qué no te has acostado con ella?
- No, me he acostado con ella – reconoció, provocando que su padre le dedicase una amplia sonrisa – pero sólo me he acostado con ella, ni siquiera me he acostado con Amara, con la mujer que estuve a punto de casarme. Así que no intentes creer que soy como tú, porque no me conoces en lo absoluto.
Salió del despacho de su padre, dando un fuerte portazo, provocando que María, su secretaria se pegase un susto de muerte.
Salí de la academia de mucho mejor humor, y caminé hacia casa, dando un paseo.
Apenas había llegado a casa cuando vi algo que me dejó totalmente fuera de órbita, había un hombre ayudando a mi madre a subir las bolsas de la compra, y si, ese hombre que bajaba las bolsas de un bmw negro se parecía, extrañamente a él.
- Alicia – me saludó mi madre al verme aparecer, provocando que él levantase la cabeza para mirar hacia mí – ayúdanos con las bolsas.
Subimos hacia casa, y dejamos las bolsas en la cocina, y mientras que mi madre las ordenaba, le agarré del brazo y le conduje hasta el salón, sin entender que era lo que hacía él allí.
- ¿qué estás haciendo aquí? – le pregunté, mientras él sonreía de oreja a oreja, haciendo que le mirase sin comprender que era lo que le ocurría.
Me agarró de la cintura con chulería y sin previo aviso me estampó un beso en la boca, provocando que me separase de él, intentando poner distancia entre ambos.
- Mi madre está en la cocina – le regañé, mientras él volvía a acercarse a mí, sin dejar de sonreír
- Tu madre ya sabe quién soy – aseguró, provocando que lo mirase con interés.
- ¿y quién eres, si puede saberse?
- Tu novio – aseguró, provocando que riese divertida al escuchar aquello.
- Me encanta tu risa, Alicia, hace que me olvide de todo.
Me agarró de la nuca y me atrajo hasta sus labios, para besarme despacio, como había deseado hacer en las últimas semanas.
Levanté los brazos y los entrelacé a su cuello, dejándome llevar pos sus besos, mientras el bajaba la mano de mi nuca y se aferraba a mi cintura.
Se separó de mí un poco, y me miró pausadamente, para luego agarrar mi mano con fuerza y besarla con amor.
- Te quiero – me dijo, provocando que una estúpida sonrisa se dibujase en mi rostro.
- Te quiero – respondí, mientras él sonreía hacia mí, dichoso de escucharme decir aquello.
Continuará...
Tomábamos un helado en el sofá, justo después de almorzar, mientras veíamos la televisión, mientras el me agarraba de la mano suavemente, sin dejar de mirarme, me estaba haciendo sentir realmente incómoda.Voy a echarme un rato la siesta – admitió mi madre, levantándose del sillón y caminando hacia su cuarto.¿por qué estás aquí? – pregunté, tan pronto como mi madre hubo entrado en su cuarto y cerrado la puerta de este – pensé que no querías que estuviésemos juntos.No – aclaró, sin dejar de acariciarme la mano con la yema de sus dedos – quería, pero no podía.¿y qué ha cambiado? – pregunté hacia él, sin comprender que era lo que estaba ocurriendo.Nada – aseguró, provocando que le mirase sin comprender &nda
Nos quedamos dormidos abrazados, sin que importase nada más, sólo él y yo, aún dormida podía sentir su abrazo por detrás y su respiración en mi nuca, mientras entrelaza su mano con la mía y dormía junto a mí.Su móvil no dejó de sonar en toda la tarde, y el mío tampoco, pero estos estaban en el salón y nosotros en el cuarto, y estábamos tan sumamente agotados que no escuchamos absolutamente nada.Alicia – gritaba mi madre, buscándome por toda la casa, hasta llegar a mi habitación – Alicia.Nos despertó al instante, provocando que ambos la mirásemos asustados y abochornados de estar en paños menores y en aquella situación frente a ella.¡Mamá! – me quejé, mientras ella se daba la vuelta, y se disculpaba.Lo siento, no sabía qu
Me vestí para ir a la academia, y cuando salí una marabunta de periodistas me acorraló, haciéndome una pregunta tras otra, aun así, las contesté a todas, pues mi abuela siempre decía que había que ser agradecido con los fans, y aunque yo no me consideraba una estrella ni nada por el estilo, debía agradecerles a aquellas personas que se interesasen tanto por mí.Las preguntas variaban desde lo relacionado con la música y mi corta experiencia con ella, y temas más escabrosos y privados, como mi vida sentimental. Por supuesto no les dije nada sobre Miguel Ángel, tan sólo admití tener a alguien especial, y luego me disculpé diciendo que tenía prisa.En pocas semanas mi vida se convirtió en algo totalmente diferente, me llamaban para hacerme entrevistas sobre mi canción con mi abuela, sobre si habría algún disco m&a
A mediados de la semana siguiente salió la revista, apenas hablé con Miguel Ángel demasiado en aquellos días, siempre que le llamaba estaba ocupado, y solía cogerme el teléfono su hermana, asegurando que estaba ocupado o que se había dejado el teléfono en casa. Una parte de mí estaba aterrada, por la posibilidad de que él me estuviese evitando, de que se hubiese arrepentido y ya no quisiese estar conmigo.Esa semana empezaron las grabaciones de la canción en la que colaboraba con el mismísimo Pablo Alborán. La canción que él había compuesto era preciosa, así que me encantó cantarla con él, y me sentí realmente cómoda con él, era todo un amor de persona.Reía a carcajadas en mitad de la canción cuando él se confundió y bromeó sobre ello.La idea era grabar la canc
Aquel día fue muy pesado, nos fuimos de viaje a Málaga, pues querían que hiciésemos las fotografías para la presentación del álbum allí. Pero Pablo fue todo un encanto, me ayudó mucho, incluso posando en aquella plaza, haciéndonos fotos y sonriendo el uno al otro.Reí mucho aquel día, junto a él, entre fotografías y bromas por su parte, intentando que me calmase y mis nervios se marchasen. Me sentía realmente cómoda allí con él.Llevaba puesto un vestido verde cuando hacían fotos en el puerto, junto a la barandilla, con él agarrándome de la cintura y hablando con el cámara.Ha sido fantástico – comenzó él, mirando hacia mí – te estás portando muy bien – aseguró, mientras yo sonreía hacia él – parece que has nacid
Las escenas del videoclip se grabaron casi todas en el centro de Málaga y alrededores, hicimos multitud de pruebas, unas veces salía Pablo cantando, otras veces yo, otras él caminaba por la calle, otras yo sentaba en un parque ponía caras necesarias para el guion, y las últimas fueron las mejores, cuando él y yo nos encontrábamos a mitad de camino y nos mirábamos, nos cogíamos de la mano, y nos sonreíamos, como un par de personas enamoradas que se encuentran después de un largo tiempo y descubren que aún sienten cosas el uno por el otro, y no se han olvidado.Fue una experiencia de lo más divertida, me lo pasé realmente bien aquel día. Y al llegar la noche, Pablo se ofreció a llevarnos a casa de su madre, para invitarnos a cenar. Nos pareció un descaro, pero el insistió tanto, que no pudimos decir que no.Así que allí
Desperté desorientada, sin saber muy bien donde me encontraba, escuchando a Pablo hablar con el doctor que me había operado. No entendía que sucedía, no entendía nada.¿Dónde estoy? – pregunté, alterada, mientras Pablo cogía mi mano, impidiendo que pudiese levantarme.Descansa – rogó, mientras yo volteaba la mirada hacia el doctor, que me miraba apenado, como si algo horrible me hubiese sucedido.Lo siento – comenzó el doctor – ha sufrido un aborto.Me quedé en silencio, incapaz de descifrar aquellas palabras, hasta que mi cerebro reaccionó y comprendí que mi bebé había muerto, y entonces el dolor que sentí fue tan intenso que casi prefería las punzadas que había sentido con anterioridad.Ya no había niño, ya no había nada que me atase a Migue
Miguel Ángel no dejó de llamarme, y al tercer día de estar allí ya sentía que me ahogaba con sus insistentes mensajes. Pablo pareció darse cuenta, pues no dejaba de mirarme, mientras almorzábamos en el restaurante del hotel.¿por qué no dejas el teléfono arriba hoy? – preguntó, intentando hacerme sentir mejorEspera un momento – le dije, levantándome de la mesa, agarrando el teléfono y descolgándolo - ¿qué quieres? – pregunté de mala gana, cansada de aquella situación.Alicia… estaba preocupado – fue lo único que él dijo.Pues ya puedes estar tranquilo, estoy bien.¿con quién estas? – preguntó molesto – Hablé con Juan y me dijo que volviste hace cuatro días a Madrid, con unos amigos y – explicaba &nda