Mis lágrimas seguían cayendo, y yo no podía hacer nada porque dejasen de hacerlo. No podía dejar de ver aquella escena en mi cabeza, de escuchar esas palabras que él había dicho “Ella es Alicia, una amiga de Luis”.
Eso es lo que era, nada más y nada menos.
Estaba dolida y enfadada. ¿Por qué siempre sucedían cosas como las de hace un momento? ¿Por qué los hombres elegían a otras mujeres por encima de mí? ¿Había algo malo en mí? Por supuesto que lo había, era mi forma de ser, no podía ser tan inocente y confiada, tenía que hacer algo o de lo contrario todos seguirían tratándome como la estúpida que era.
Pensé que todo había mejorado después del accidente, que encontrar a Joel había sido cómo una esperanza de que las cosas podr&iacut
Joel.Cristina me besaba con desesperación, como si esos dos días que habíamos pasado sin vernos hubiesen sido un suplicio para ella, mientras yo, tan sólo me dejaba llevar.Lo cierto era que apenas había tenido demasiado tiempo para pensar en nada, me habían doblado el turno en el hospital, y estaba exhausto. Aun así, no podía quitarme aquella desagradable sensación del pecho cada vez que pensaba en Alicia. La añoraba, cada día, en casa situación que me ocurría, y eso no era lo peor. Lo realmente horrible era despertarme con una sonrisa en el rostro después de haber soñado con ella, y recordar que no estábamos juntos, que lo había estropeado y la había dejado ir de la forma más ruin posible.Volví a la realidad, tan pronto como Cristi me empotró contra la pared, y me peg&o
La semana continuó sin altibajos, con Pablo enviándome mensajes sobre lo que había sucedido entre nosotros, preguntándome si habíamos vuelto, disculpándose por haber tenido que coger el teléfono. Con Joel, mandando mensajes que nunca llegué a leer. No quería hacerlo, no podía hacerlo, así que tan sólo los borraba.Mis días estaban siendo más difíciles de lo que esperaba, más aún después de haber presenciado la situación del miércoles.El sábado por la noche, justo después de llegar del estudio, me derrumbé, dejando caer aquella coraza que me había obligado a construir a mi alrededor, cuando miraba el Facebook, observando una publicación de Luis, donde aparecían algunas fotos con el sobre nombre de “Celebrando en familia”.Mis lágrimas sa
Joel.La había cagado con ella y la había perdido, justo como temí hacerlo.Era totalmente normal que ella me odiara, yo mismo me odiaba. ¿Cómo podía haberla presentado frente a mi ex novia como una simple amiga de mi hermano?Entendía perfectamente que ella no quisiese volver a saber nada de mí, pero no podía buscarla, no podía volver a acercarme a ella, tenía que dejarla ir, tenía que borrar su número, olvidarla y centrarme en Cristi.Eso sería lo correcto, eso era lo que quería, lo que siempre había esperado, pero … ¿por qué no podía dejarla ir? ¿por qué aún no podía borrar su número? ¿por qué seguía escribiéndole esperando que me perdonase? ¿por qué no podía dejar de pensar en ella?
Los días en Barcelona estaban resultando ser más maravillosos de lo que pensaba. Los conciertos y actuaciones me ayudaron mucho a dejar de pensar en aquel capullo que me tenía tan bien agarrada.Era el cuarto día que estaba allí, me lo había pasado trabajando duro, entre promociones y entrevistas, estaba realmente exhausta y sólo me apetecía desconectar por un rato. Así que, tras ponerme algo un poco más cómodo bajé con Juan al bar, a tomarnos unas copas.Nos sentamos a un lado de la barra, dónde había al menos tres personas más, pues el resto estaban bailando a ritmo de los Ramones, en el centro de la pista. Parecía que era la noche temática del rock. Aquello me hizo sonreír.Nos pedimos un par de gin-tonic y hablamos un poco sobre cosas mundanas, antes de que él recibiese una llamada telefónica
Cuando desperté a la mañana siguiente, con un fuerte dolor de cabeza, y una resaca del demonio, Miguel Ángel seguía allí. Llevaba una toalla cubriéndole los bajos y se estaba sacudiendo el cabello con otra.Buenos días, dormilona – me saludó, mientras cogía su teléfono y comenzaba a hablar en inglés con alguno de sus socios – en un minuto estoy contigo – aseguró. Colgó el teléfono y entonces me miró – he pedido que nos sirvan el desayuno en la habitación, no tenemos tiempo para bajar – aseguró, tan maniático como de costumbre – tienes que estar en el vestíbulo a las diez, y yo tengo una reunión de negocios en media hora en el bar, así que …Me vestí apresuradamente y bajamos juntos, para separarnos después. Ninguno
Joel.Cristina caminó hacia el pasillo, mientras yo la seguía, agarró su bolso y abrió la puerta de entrada, dispuesta a marcharse.Deja que te lo explique – supliqué, a tan sólo un par de pasos de ella, haciendo que ella se diese la vuelta, con lágrimas en los ojos, y en las mejillas – yo …Eres idiota – me espetó, volviendo a darme una cachetada, haciendo que volviese a humedecer los labios, aterrado por todo aquello – ni siquiera te has dado cuenta de lo mucho que la amas ¿no es así?Cristi – la llamé, intentando evitar aquel tema que tanto desgarraba mi corazón – lo que sentía por ella … ya no importa – aseguré, intentando apartar aquel sentimiento de mi corazón. Yo no podía estar con ella, Luis n
Joel.Cristi tenía razón, llevaba toda mi vida respaldándome en mi hermano, en mi obligación de cuidarle. Era por eso por lo que no quería arriesgarme con nadie, pero Alicia había logrado lo que mi ex nunca pudo, llegar hasta mi corazón, reblandecer esa zona de mí que se había vuelto dura como una roca después de la muerte de mis padres.Era cierto, tenía que aferrarme a ella, a lo único que había valido la pena en mi vida, lo único verdaderamente real en mi vida. Y sabía que sería difícil, que sería complicado aferrarme a ella, pero, aun así, tenía que hacerlo, quería hacerlo.No podía aferrarme a Cristi, a lo que, para mí, en aquel momento era algo fácil.“No creas que voy a retirarme sin luchar” – me había dicho Cristi
Alicia.Celebraba mi cumpleaños en casa, junto a mis seres queridos: estaba mi madre, junto a Oscar y Juan, sus dos inseparables, mis abuelos no habían podido venir, pero me habían enviado una bonita pancarta para usar aquel día, estaban mis antiguos amigos, a los que mi madre había localizado, e incluso mi mánager Juan. Había dos Juanes en la misma fiesta, aquello sería difícil para diferenciarlos, fue lo único que me preocupó aquel día.Estaba radiante, dejando mi corazón a un lado en aquel día, mientras recibía felicitaciones a diestro y siniestro.La puerta sonó cuando íbamos a partir el pastel y yo me levanté, dispuesta a recibir a otro de mis invitados, alguien que llegase tarde, tal vez era Luis, aunque le había pedido a mi madre que no le invitase, ya que no quería tener q