Capítulo 41.

Cuando desperté a la mañana siguiente, con un fuerte dolor de cabeza, y una resaca del demonio, Miguel Ángel seguía allí. Llevaba una toalla cubriéndole los bajos y se estaba sacudiendo el cabello con otra.

  • Buenos días, dormilona – me saludó, mientras cogía su teléfono y comenzaba a hablar en inglés con alguno de sus socios – en un minuto estoy contigo – aseguró. Colgó el teléfono y entonces me miró – he pedido que nos sirvan el desayuno en la habitación, no tenemos tiempo para bajar – aseguró, tan maniático como de costumbre – tienes que estar en el vestíbulo a las diez, y yo tengo una reunión de negocios en media hora en el bar, así que …

Me vestí apresuradamente y bajamos juntos, para separarnos después. Ninguno

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo