Foster Lewis.Comencé a seguir el auto de Fernando mientras trataba de mantenerme a una distancia segura, para que no pudiera darse cuenta de que lo estaba siguiendo. El temor a que le ocurriera algo a Callia y a mi hijo me invadió, por eso estaba decidido a dar con ellos y protegerlo.Mi teléfono sonó de nuevo, era Von.“Foster, vamos en camino y también unos hombres de Walton. Mantén la calma y avísales si ves una oportunidad para intervenir sin poner en peligro a Callia”—Entendido, Von. Haré todo lo posible para asegurarme de que ella esté a salvo.Fernando continuó conduciendo por la ciudad, y yo lo seguí de cerca. Sabía que no podía permitirme perder de vista el vehículo de mi enemigo. Mi mente trabajaba a toda velocidad, tratando de idear un plan para rescatar a Callia, no podía permitirle que le hiciera daño.Finalmente, el auto de Fernando se detuvo en un lugar apartado, cerca de un bosque. Yo aparqué a cierta distancia y vi cómo Fernando bajaba del coche y abría la puerta tr
Callia Dimitrakis El médico acababa de terminar de examinarme y hacerme un ecosonograma, para mi alivio todo estaba bien, mi pequeño bebé crecía saludablemente, eso me hizo sentir feliz, porque no quería sufrir otra pérdida, la primera vez había sido demasiado doloroso. —Ese bebé está muy bien, creciendo con rapidez. Sin embargo, recomiendo que guardes reposo, no es fácil todo lo que viviste… te vas a quedar en observación para estar seguros de que no hay contratiempos ¿Te parece? —preguntó y yo asentí conforme. —Me parece bien, solo que quisiera que me colocara en la misma habitación de Foster para poder cuidarlo… —me cubrí la boca cuando me di cuenta de lo que dije y corregí—, bueno cuidarlo no, porque usted me ha mandado de reposo, pero puede ser para supervisar que se tome todos los medicamentos. El doctor negó con la cabeza, mientras sonreía. —En un momento envío a la enfermera para que te traslade de habitación. El doctor salió y yo me quedé recostada en la cama esperando
Callia DimitrakisUn mes despuésLa brisa fresca del atardecer mecía las hojas de los altos árboles que rodeaban el hermoso jardín de la mansión de mi familia. La fragancia de las flores en plena floración llenaba el aire, creando un ambiente mágico y romántico para la boda entre Foster y yo. El sol comenzaba a descender en el horizonte, bañando todo con tonos dorados y rosados, como si la naturaleza misma estuviera celebrando este día tan especial con nosotros.En medio del jardín, un hermoso altar estaba adornado con flores blancas y lilas y una suave música clásica llenaba el espacio mientras los invitados tomaban sus asientos de lado y lado del pasillo lleno de pétalos. Familiares y amigos se habían reunido para presenciar nuestra unión que había sido tan esperada.Yo estaba y me sentía radiante en un vestido de novia de encaje blanco, caminando lentamente hacia el altar del brazo de mi padre. Mis ojos brillaron de emoción y amor, mientras daba cada paso firme y decidido para un
Callia DimitrakisCinco años después.Foster y yo habíamos regresado de nuestra segunda luna de miel, después de cinco años de feliz matrimonio, habíamos dejado a nuestros pequeños con Von y Alexandra, ellos habían ido el año pasado y nosotros nos quedamos con sus niños y ahora les había tocado a ellos quedarse y nosotros salir.Nuestros corazones estaban llenos de amor y gratitud por todo lo que habíamos vivido juntos, habíamos sido felices durante estos años, con nuestros pequeños que estaban creciendo felices.Estábamos emocionados por todos los proyectos que queríamos llevar a cabo, sobre todo uno que nos llevaría más allá de nuestra historia de amor personal.Una mañana, mientras desayunábamos en la terraza de la mansión Lewis, el teléfono de Foster repicó.—Es Von, déjame y lo atiendo —lo puso en alta voz—. Aló, cuñado ¿Cómo estás?“Hola Foster, todo bien aunque las noticias no son muy buenas y ¿Mi hermana?”, interrogó.—Aquí está conmigo. ¿Por qué?“Tengo una noticia que no sé
Alexandra Green Estaba emocionada, mi corazón palpitaba con fuerza, a punto de salirse de mi pecho, apenas una hora antes me enteré por los exámenes médicos, que estaba esperando un bebé y ahora veía en el monitor por primera vez la figura de mi hijo. No había sospechado de mi embarazo, porque siempre tomaba mis anticonceptivos de manera diaria, pero al parecer, ese método no fue efectivo, porque sino, no estaría allí recibiendo esa noticia. No pude evitar esbozar una risita, al recordar que atribuí mis malestares, a una indigestión por la ingesta de frijoles. —¡Es ese mi bebé! —exclamé emocionada, al mismo tiempo no me fue posible retener las lágrimas, las cuales brotaron de forma incontrolable por mis ojos, bañando mis mejillas. —Sí, señora, ya tiene doce semanas de embarazo. Aunque estoy grabando la ecografía, le tomaré una fotografía para dársela y así pueda mostrársela a su esposo —mencionó la doctora con amabilidad. —Muchas gracias —respondí con alegría, aunque Fernando y y
Alexandra Green Me encontré frente a este hombre imponente, cuyos ojos azules, con destellos verdes parecían escudriñarme hasta el fondo de mi alma. Mi voz estaba atrapada en mi garganta, y luchaba por encontrar las palabras adecuadas para responder a su pregunta. Finalmente, cuando pensé que no reaccionaría, logré balbucear una respuesta. —L-lo siento, señor, soy Alexandra, estoy aquí para hablar con Fer, él… es mi novio, pero ahorita... —me quedé callada, mi voz sonó temblorosa y apenas audible. Él frunció el ceño y cruzó los brazos sobre su pecho amplio. Su mirada seguía siendo intensa y penetrante. —Entiendo. Pero estabas causando un disturbio en mi edificio y eso no me agrada. Así que ten la bondad de retirarte por las buenas o te mando a sacar con los de seguridad por las malas —expresó con firmeza y sin ningún ápice de condescendencia. Me sentí totalmente fuera de lugar y en medio de una situación que se estaba saliendo de control, las palabras del hombre me golpearon como
Alexandra Green Me sentía tan impotente, cómo podía ser capaz de tratarme de esa manera, aun sabiendo que esperaba un hijo de él. Todo sucedió tan rápido que apenas lo pude asimilar y caí en cuenta del infierno al cual me estaba llevando. Tenía ante mí a dos hombres musculosos, con una sola orden de Fernando, sacándome de mi apartamento. Todo eso era una locura, pero, aun así, no podía dejar de luchar. —¡No puedes sacarme de mi casa! ¡Eres un maldit0! —grité con desesperación. —Señora, no siga gritando, aquí no puede hacer escándalo público, no cometas más actos ilegales —dijo otro de los vigilantes mientras trataba de mantenerme a raya. —¡No! —exclamé, dispuesta a no aceptar lo que estaba sucediendo. En ese momento salió Fernando y me miró con rabia. —Si no te vas te acusaré por agresión y tendrás que ir a parar a la cárcel, quizás de esa manera te haga un favor y no tengas que dormir en la calle —me dijo de manera amenazante. Yo no podía creer lo que me pasaba, definitivamen
Catherine Dimitrakos.Vi llegar a mi nueva niñera, tenía tres días trabajando allí, era una chica joven con una sonrisa radiante. Tez morena de ojos y cabello oscuros recogido en un moño.Inmediatamente, sentí una sensación de inquietud, y entrecerré los ojos estudiando su comportamiento, no me agradaba, era igual a todas, aceptaban venir a cuidarme tan solo por tener una oportunidad para enamorar a mi padre, todas querían convertirse en mis madrastras.—Hola, Catherine —dijo la mujer en un tono dulce que contrastaba con el mío.—Hola, niñera —contesté con una voz fría e indiferente.—Sabes que mi nombre no es niñera, sino Rosa —expresó con una sonrisa que pretendía ser agradable, pero que a mí me molestaba, sin embargo, asentí para que me dejara en paz.Segundos después, comprobé sus intenciones, cuando la escuché preguntarme por la habitación de mi padre.—Pequeña Cathe, ¿Dónde queda la habitación de tu padre?La miré con recelo, porque en ese momento decidí que esa mujer no se qued