Alexandra GreenVon me quitó las prendas de un tirón, y sin previo aviso me cubrió los pechos con su suave y cálida boca. Mientras me mordía y succionaba mis duros y pequeños botones, me alzó por las caderas dejándome a horcajadas encima de su cuerpo.Con cada caricia y beso que untaba en mi cuerpo, yo ardía más, ansiosa por sentir su toque en todas partes.Él se alzó un poco y besó mis labios de manera apasionada, dejando ver el inmenso deseo que sentía por mí.Descendió poco a poco, besando mi cuello, me inclinó hacia atrás y masajeó con suavidad mis senos, al mismo tiempo subió sus labios, haciéndolos perder sobre el lóbulo de mi oreja y la línea de mi cuello. Mi cuerpo tembló como si fuese gelatina. Estaba a punto de volverme loca ante el deleite sin precedentes que sentía.Se giró y de nuevo quedé debajo de él, todo mi cuerpo se estremeció cuando él besó mi ombligo y acarició con delicadeza mi vientre, mientras le decía palabras dulces a mi hijo. De allí, sus labios se deslizaro
Von DimitrakisNo podía contener mi nerviosismo, me daba terror que le pasara algo a ella o al niño, cuando ella me ordenó buscar la pañalera y la maleta, salí corriendo una vez que los tuve, las subí al auto y arranqué.Cuando salí tenía la sensación de que se me había olvidado algo importante, con el silencio reinando en el auto, me di cuenta de mi error y ya había hecho un largo recorrido, sentí un sudor frío recorrer mi frente y mi corazón latió con tanta fuerza que pensé que se saldría de mi pecho.—¡Carajo! Dejé a Alexandra, me va a matar.No podía creer mi gran equivocación, había dejado a Alexandra en el patio, con contracciones y lista para dar a luz, ¡y me había ido sin ella!Sintiéndome culpable y abrumado por la ansiedad, giré el auto en medio de la carretera y comencé a regresar a toda velocidad. La imagen de Alexandra en el patio, sin saber qué hacer y en medio de contracciones, se me grabó en la mente.Cuando llegué a la casa, salí del auto tan rápido y allí mismo encon
Von DimitrakisLa noticia de que la madre de Catherine estaba buscando la custodia de nuestra hija nos impactó como un rayo, creando demasiada angustia y pesar en nuestros corazones.Debimos viajar a Nueva York, para poder lidiar con el asunto de la mejor manera. Cuando llegamos a casa, Foster nos estaba esperando y nos dio detalles sobre la situación y nos explicó que la madre de Catherine, ahora pretendía reclamar su derecho legal como madre.Nos sentamos juntos en la sala, el pequeño Alexander en nuestros brazos, mientras tratábamos de procesar lo que esto significaba para nuestra familia. —¿Cómo es posible que quiera la custodia después de todo este tiempo? —pregunté, con una mezcla de incredulidad y enojo—, pero tenemos la renuncia que tiene de la custodia y la patria potestad, ella me firmó los documentos.Foster suspiró y se pasó la mano por la cabeza y allí supe qué había más de lo que pensábamos.—El problema amigo es que se renuncia al ejercicio de la patria potestad, no a
Alexandra GreenA medida que pasaba el tiempo, Catherine y su hermano Alexander crecían juntos, amándose y construyendo un vínculo fuerte, duradero e inquebrantable. La familia Dimitrakis Green estaba lista para enfrentar cualquier desafío que el futuro pudiera traer, sabiendo qué juntos podíamos superar cualquier obstáculo.El tiempo fue pasando y después de completar dos años más de estudio logré licenciarme, el día de mi graduación me tocó dar las palabras de agradecimiento por mi índice académico.Ver a mi esposo, a mi padre y a mi niña que ya tenía casi nueve años me llenó de profunda alegría.Aunque estaba un poco nerviosa, logré controlar mis nervios y subí a dar mi discurso.“En este momento es imposible no recordar todos los momentos difíciles que tuve que superar para llegar hasta aquí. La muerte de mi madre cuando era muy niña, el traslado a otra ciudad, adaptarme, un corazón roto, hasta una estafa que me quitó todo lo que había trabajado, hasta que conocí a dos personas qu
Dulce engaño Dorian Dimitrakis, es un hombre tranquilo enfocado en su carrera, nunca había sentido la chispa del amor verdadero hasta que conoce a Sony Scott. Sony, madre soltera con un hijo encantador, pensaba que su maternidad la alejaría del romance, pero la vida le tenía preparada una sorpresa. Dorian se enamora profundamente de Sony desde el momento en que la conoce. Sin embargo, temeroso de asustarla, decide urdir un plan: hacer pasar a su sobrina como su propia hija para acercarse a ella. Pero como dice el refrán, las mentiras tienen patas cortas, y Dorian está en constante angustia por la reacción de Sony cuando descubra la verdad. Sony, por otro lado, al conocer a Dorian un padre soltero amable y atractivo, decide darle una oportunidad al amor y se propone conquistarlo a pesar de su escepticismo anterior. La química entre ellos es innegable, y la valentía de Sony al enfrentar sus miedos amorosos es conmovedora, sin embargo, hay otro secreto que no se han dicho ¿Qué pasar
Sony Scott.Mi madre suspiró del otro lado de la línea.“Está bien, Sony, no le diré nada, pero tienes que enfrentar esto en algún momento, no puedes estar huyendo para siempre” me reprendió, pero yo ya había colgado.No podía pensar en eso ahora, tenía que mantener a Elijah a salvo y protegerlo de cualquier cosa que pudiera dañarlo. Miré a mi hijo, quien estaba emocionado por la barquilla y aún le faltaba un cuarto para terminar de comérsela, inocente de todo lo que pasaba.Me llevé la mano a la frente, tratando de encontrar una salida, sabía que estaba pidiéndole mucho a mi madre, sobre todo porque no era yo su persona favorita, no me había perdonado nunca lo ocurrido.Deseché esos pensamientos porque de nada me serviría ahondar en el pasado, de lo que estaba segura, es que no podía permitir que ese hombre descubriera mi paradero. Decidí irme en un autobús, cuando nos sentamos, yo aún trataba de controlar mi ansiedad. Miré a mi hijo, quien me sonrió y acercó su cabeza a mi pecho.—
Sony ScottCuando vi su mensaje, me sorprendí, ¿Será que se equivocó? No pude evitar enviarle un mensaje diciéndole que se había equivocado, y esperé nerviosa su respuesta, cuando me respondió que no se había equivocado, contuve el grito de mi garganta.Quizás había enloquecido, pero nunca en mis veinticinco años me había sentido tan cautivada por un hombre, él era distinguido, tierno, caballero, atractivo, todo lo que había imaginado de mi príncipe azul.Sin poder contenerme envié un mensaje, un muñequito lanzando un beso entre dos corazones, no sé si estaba pasándome de atrevida, pero era mi forma de decirle que me gustaba mucho.Esperé su respuesta, pero pasaron los minutos se hizo una hora y no me respondió.—¡Idiota! ¿Para qué me envías corazoncitos, si no vas a responder los míos? —dije con un gruñido y lancé el celular a un lado.Mi hijo entró, me vio protestando y frunció el ceño.—Mami ¿Qué te ocurre? ¿Por qué estás tan molesta? —le pregunté.—¡Por nada! Espero que tú no vay
Dorian Dimitrakis. Y antes de que yo pudiera responder, Elijah se levantó de donde estaba sentado y se acercó a su madre abrazándola por la cintura.—¡Mamá! ¿Estabas espiándonos? Eso no está bien, tú siempre me dices que es malo escuchar las conversaciones ajenas y el señor Dorian y yo estábamos hablando cosas de hombres, que las chicas no entienden mamá, y tú eres una chica, además, ¿No deberías estar durmiendo? —preguntó Elijah y ella se sonrió, se inclinó un poco y besó su frente.—Pues no fue intencional, me levanté porque el delicioso olor a comida me despertó, vine a probar eso que huele tan rico —respondió y el pequeño se sonrió travieso.—La comida la hizo el señor Dorian, aunque él dijo que no lo había preparado tan rico como tú, así que prepárate por si sabe mal, te puedes tapar la nariz, para que no sientas el sabor.—Si ustedes me permiten, les puedo servir y así pueden comprobar mis dotes culinarios —le dije guiñándole el ojo a Sony y ella se puso visiblemente sonrojada.