Capítulo 130. Una tregua.

Inés lo fulminó con la mirada, claramente furiosa por la situación en la que la estaba poniendo. Sin embargo, Dante la miraba con tanta esperanza que finalmente dejó escapar un suspiro de resignación.

—¡Esto es solo por Dante! —aclaró, apuntándolo con un dedo antes de volverse hacia Enrico.

Enrico asintió solemnemente, pero sus labios ya tenían una sonrisa contenida.

Inés se acercó a él, y con rapidez, le dio un beso breve y seco en los labios. Pero antes de que pudiera retirarse del todo, él la tomó por la cintura y profundizó el beso dejándola casi sin aliento. Ella quería sumirse en el deleite de sus labios, sin embargo, se apartó como si quemara.

—¿Contento, Dante? —preguntó, girándose hacia su hijo, quien ahora saltaba de alegría.

—¡Sí! Ahora sí parecen unos verdaderos papá y mamá —dijo Dante, corriendo hacia ellos para abrazarlos a ambos.

Enrico aprovechó el abrazo para deslizar un brazo alrededor de la cintura de Inés, acercándola un poco más mientras ella intentaba apartarse s
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