CAPÍTULO 3. ESPERANZAS

Alondra caminó hacia el despacho de su suegro, ella había ido varias veces a llevar a los niños, pero en verdad estaba sumergida en su dolor, que no se detuvo a pensar en el sufrimiento de los padres de Felipe. Tocó la puerta, pero no recibió respuesta, lo volvió a hacer, pero esta vez de manera continua, y enseguida un grito se dejó oír a través de la puerta —¡No me molesten! No podén entender que no quiero ver, ni hablar con nadie, tampoco comer, solo quiero que me dejen en paz, hasta que mi agonía acabe.

Haciendo caso omiso a lo que decía, Alondra entró al despacho y enseguida escuchó un grito —¡Sos sorda!—Al girarse y ver a Alondra se quedó en silencio—¿Qué haces aquí? ¿Le pasó algo a mis nietos?—interrogó mientras sostenía una botella en su mano, su aspecto preocupante, estaba ojeroso, demacrado, barbudo, sus ojos sin brillos.

—Suegro ¿Por qué estás así? ¿Por qué te estás destruyendo? ¿Cuándo perdiste el control de tu vida? A Felipe no le gustaría verte así. Además tus nietos te necesitan y han venido a visitarte, están en la cocina con Fiore y ansiosos por ver a su abuelo.

Él la miró con una profunda tristeza—Lo extraño, no quiero seguir viviendo sin él, mis días son oscuros, sin esperanzas, sin fe, por mi culpa mi hijo murió, yo debí detenerlo y hacer hasta lo imposible porque dejara ese cuerpo policial y no lo hice. He sido el peor padre del mundo, Valeria tiene razón, por eso hasta me dejó de amar y me odia, no soporta estar en la misma habitación que yo. Alondra, lo he perdido todo. No tengo por quien ni para quien luchar.

—Eso no es cierto, no busque excusas. Felipe sabía lo que hacía, por eso no quiso involucrarnos, no es su culpa, los hijos toman su propio camino, uno como padres, cuando ellos crecen solo los orienta, pero la última palabra la tienen ellos, no se siga martirizando, tiene que levantarse, ver las otras cosas hermosas que la vida le ha dado, tiene cuatro maravillosos nietos, una esposa que está dolida y por eso no piensa con claridad pero lo ama, una hija, un yerno y una nuera que lo quieren, cuando me estaba recuperando de mi profunda depresión, usted siempre estuvo allí apoyándome, fue parte de los regalos maravillosos que la vida me dio, día tras día cumplía con detalle la encomienda que le hizo Felipe y esas cartas fueron mi impulso, mi inspiración. 

"Ahora necesito que se levante, vaya y se bañe, se vista y se tome un café bien cargado, porque lo necesito lúcido, sano, debo contarle algo. ¿Usted decide si me apoya o debo emprender mi camino sola?”.

Lucca se quedó viéndole y sin protestar fue a cumplir sus instrucciones, subió a su habitación, se afeitó, luego se duchó, se vistió, cuando estuvo listo, se miró en el espejo y se pudo dar cuenta que su aspecto había mejorado, pero las ojeras, rostro demacrado y enjuto era evidente. Debía mejorar su aspecto, pensó, debía atender a lo que le había dicho Alondra, sus nietos debían verlo bien, con energía, para que se sintieran orgullosos de él. 

Después de tres cuartos de hora, bajó al comedor, donde lo estaban esperando su nuera y sus nietos, los niños cuando lo vieron corrieron a abrazarlos emocionados, pero la más melosa era la pequeña Camilla, que a él cargarla, comenzó a darle una lluvia de besos en sus mejillas mientras le decía —Eres junto con mi abuelito Nick, los abuelos más lindos y maravillosos del mundo, te amo abuelito Lucca con todo mi corazón—expresó dándole un beso baboso en cada mejilla—¿Quieres ser el rey de mi vida?—dijo la pequeña con voz dulce.

Sintió tanta ternura y emoción ante las palabras de su nieta, esa pequeña robaba el corazón con solo su mirada y con voz quebrada le dijo—Claro mi niña, Yo soy el rey de tu vida y vos sos la reina de la mía—olió su cabello y le dio varios besos en la cabeza, mientras sentía un calor que llenaba su corazón desbordando amor. Debía tomar el rumbo de su vida, no podía decepcionar a esos pequeños.

Cuando escuchó las palabras de su pequeña, se sintió gratamente conmovido, pero su alegría fue mayor, cuando el pequeño Tad expresó:—Te amo abuelito, cárgame a mí para darte también besos, así el par de pequeños animaron a su abuelo, enterneciéndole el corazón.

Alondra vio la escena y se emocionó, también se le acercó y lo abrazó diciéndole: —Así quiero verlo, de pie, nunca derrotado, además le tengo una excelente noticia, que estoy segura lo hará sumamente feliz.

Dejaron a los niños con Fiore y entraron al despacho nuevamente, el cual había sido limpiado mientras se aseaba— ¿Cuál es esa noticia mi niña?

—No quiero que diga que enloquecí, ni vaya a pensar lo que no es, no me interrumpa y escúcheme con atención—He descubierto que Felipe, su hijo, está vivo.

Al oírla, el rostro de Lucca se puso tan pálido como un papel blanco—Alondra, si eso es una broma es de muy mal gusto.

—¡No es una broma! Le estoy diciendo la verdad: su hijo, el padre de mis hijos, el hombre a quien amo ¡Está vivo! Necesito que usted me ayude a encontrarlo—concluyó con firmeza mientras Lucca la miraba totalmente sorprendido, y germinando en su interior la semilla de la esperanza.

“La esperanza se levanta como un ave fénix de las cenizas de los sueños rotos”. S.A. Sachs.

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