Alondra se negaba a creer que él estuviera vivo, porque asumir que había estado allí era reconocer que había sobrevivido en esa operación, su corazón latía aceleradamente, no quería crearse falsas expectativas ¿Pero si fue así porque no regresó con ellos?, sus niños coincidían en que su padre había estado allí y esas sensaciones que sintió, al principio pensó que eran un sueño, pero ahora no estaba tan segura, todo pareció tan real.
Enseguida reaccionó y empezó a mirar a todos lados, buscando para ver si había algo que le indicara que Felipe estuvo allí. Caminó hacia la tumbona donde había estado recostada minutos antes, mientras lo hacía, sentía la fina arena que se adhería a sus pies. Revisó los alrededores y no encontró nada. Un poco angustiada por conocer si había sido real, miró a todos lados, solo vio a sus pequeños jugando. De inmediato, estiró la parte superior de su traje de baño y observó sus pechos. Se dio cuenta de los rosetones que tenía en sus senos, lo que indicaba que Felipe estuvo allí besándola y dándole placer, pero no entendía ¿Por qué no le había dado la cara? ¿Por qué ese hermetismo? ¿Por qué no se había revelado directamente?, múltiples preguntas se agolpaban en su mente, tratando de darle una explicación lógica a lo que estaba sucediendo, y aunque por ahora no las tenía, estaba dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias para descubrirlo.
No pudo evitar la emoción que desbordaba su pecho, con manos temblorosas tomó su celular y marcó al número de Manolo, él se había ido a vivir a Portugal, después de la última batida que hizo Felipe y aunque lograron abatir a los principales exponentes de la mafia, esas organizaciones criminales siempre terminaban volviéndose a reorganizarse y surgían con más fuerza.
Manolo aún seguía pendiente de ellos, los llamaba y visitaba regularmente. Le atendió al segundo repique —Aló Manolo, preciso conversar contigo— y expresó con un tono de ansiedad.
— ¿Les pasó algo a mis niños? —Interrogó con preocupación.
—No, tranquilo, estamos bien. Pero necesito hablar de algo que ha ocurrido y tú tienes que ayudarme a llegar a la verdad.
—Sabes mi niña que siempre estaré para ayudarlos ¿Qué necesitas?
—Manolo, respóndeme algo ¿Cuáles son las probabilidades de que Felipe haya salido con vida de las detonaciones que acabaron con los miembros de las dos principales mafias de Europa?
El hombre se quedó pensativo unos momentos, hasta tal punto que Alondra pensó que la comunicación se había cortado —Manolo, ¿Estás allí? ¿Por qué no respondes? ¿Cuál es tu opinión? —Le interrogó en tono firme.
Manolo dio un gran suspiro —Salir vivo de allí, sería una gran hazaña, pero si alguien podía ser capaz de lograrlo, ese era Felipe, aunque al momento del suceso no estaba en su mejor condición física, además su estado de ánimo tampoco era el adecuado, él se presentó allí porque quería morir, pensando que te habías casado con Cristiano.
—Si lo sé, debí escucharlo y no mentirle que me había enamorado de Cristiano, aunque me enamoré fue de las cartas que creí que me escribía, porque la realidad es que solo una vez me he enamorado y es del señor Tercelo—confesó con una sonrisa.
—Alondra, ¿Quién es Tercelo? —La interrogó Manolo desconcertado.
—Tu amigo, hijo, como quieras identificarlo, le digo tercelo por la unión de sus dos grandes cualidades de Felipe—pronunció con sarcasmo—terco y celoso.
El hombre no pudo evitar que una sonrisa surgiera en su boca—es cierto que esas eran dos de sus características más resaltantes—pronunció con nostalgia—Pero Alondra, ¿Por qué me estás haciendo todas esas preguntas? Cuando ya han pasado más de seis meses de lo que pasó.
—Porque existen muchas posibilidades de que Felipe esté vivo, estábamos en la playa y los niños aseguran haberlo visto—manifestó Alondra.
—Eso no es posible Alondra, debe haber un error, es casi imposible que Felipe haya podido salir vivo de allí—afirmó Manolo.
—Vas a decir que estoy loca por creer en unos párvulos, pero tus nietecitos putativos me confesaron hace un momento que su padre estuvo aquí en la playa—Y así le contó cada palabra y gesto que sus niños habían comentado—Y eso no es todo, yo estaba dormida y lo sentí acercarse y besarme, pensé que era un sueño, pero hay elementos que me hacen pensar que todo fue una realidad.
—Alondra, tal vez los niños soñaron, y tú te imaginaste todo, eso no puede ser posible, además en un caso hipotético que Felipe estuviera vivo, tendría heridas, algunas cicatrices, porque aunque han pasado meses, la gravedad de lo sufrido no da tiempo a que pueda estar completamente recuperado.
—Debes ayudarme Manolo, lo primero es saber ¿Dónde se encuentra registrado el certificado de defunción? ¿Dónde lo enterraron las autoridades? Necesito conocer todo.
—Alondra, eso puede ser peligroso, si los miembros de la mafia descubren algún vínculo entre ustedes y Pir Roldán o lo que es peor, si sospechan que está vivo, pueden accionar en contra de ustedes para atraerlo a él. Aunque no creo que él esté vivo porque de haberlo estado se hubiese comunicado conmigo.
—Manolo, no sé porque no se ha comunicado contigo, pero después de lo que ha pasado hace un momento, las esperanzas han renacido en mí, de que el hombre a quien amo está con vida en algún lugar, más cerca de lo que imagino. ¿Quiero saber si cuento con tu apoyo para descubrirlo? Sé que ya no estás en el cuerpo policial, pero aún tienes contacto. Y yo estoy dispuesta a llegar a donde las investigaciones me lleven, así que decidí porque pienso hacerlo con tu ayuda o sin ella—manifestó con firmeza, mientras Manolo se quedaba pensativo sin estar seguro que responder.
“Una mujer fuerte es una mujer decidida a hacer algo que otros están decididos a que no se haga.” Marge Piercy.
Manolo respiró profundo, no tenía un mayor deseo en su corazón que Felipe estuviera vivo, pero no quería hacerse falsas ilusiones y crear falsas expectativas en Alondra, por eso aunque le doliera, necesitaba dejárselo claro.—Alondra, eres muy valiente, no sabes cuánta alegría siento de poderte oír expresándote con seguridad, sin ningún tipo de temor, estoy orgulloso de ti y mi Felipe también lo estaría. Pero debes entender que él ya no está, ¡se ha ido!, no te hagas ilusiones que luego puedan llevarte a una profunda tristeza ó depresión.
Alondra caminó hacia el despacho de su suegro, ella había ido varias veces a llevar a los niños, pero en verdad estaba sumergida en su dolor, que no se detuvo a pensar en el sufrimiento de los padres de Felipe. Tocó la puerta, pero no recibió respuesta, lo volvió a hacer, pero esta vez de manera continua, y enseguida un grito se dejó oír a través de la puerta —¡No me molesten! No podén entender que no quiero ver, ni hablar con nadie, tampoco comer, solo quiero que me dejen en paz, hasta que mi agonía acabe.Haciendo caso omiso a lo que decía, Alondra entró al despac
Lucca se sintió como si estuviese en un sueño, de hecho por un momento pudo percibir un zumbido en sus oídos, pensó que iba a desvanecerse, se agarró del escritorio pero no fue suficiente, cuando estaba a punto de caer Alondra lo sostuvo y lo ayudó a sentarse. Él tomó su cabeza con ambas manos, respiró profundo y unos segundos después cuando se sintió más calmado dijo: —Alondra, no me parece correcto lo que vos estás haciendo, así sea para animarme, ya en mí corazón acepté que mi hijo murió, no juegues con eso.Ella negaba con su cabeza
Valeria se quedó observando a la chica, defendiendo con tanta pasión su creencia y se sintió orgullosa de que ella fuese la madre de sus nietos, pensó en su hijo, había hecho una buena elección.—Esta Alondra frente a mí, no es la creída, que se cree merecedora de todo, ni la frágil, miedosa, es una fuerte que no teme decir lo que piensa y de defender en lo que cree, me gusta esta Alondra—dijo Valeria tomándola de las manos y continuó hablando—De eso que me dices me di cuenta hace tiempo, y si no me he acercado a Lucca es porque estoy avergonzada como lo traté y me s
Una vez que los niños salieron del comedor, Valeria enfrentó a Lucca y Alondra.—¿Van a decirme que están ocultándome? ¿Cómo es eso que los niños vieron a su padre? —Interrogó mientras ambos se mantenían en silencio—Soy toda oídos, empiecen a hablar.—Vos sabe como son los niños, se quedaron dormidos en la playa y soñaron que su padre hab&ia
Lucca observó por el retrovisor, volvió a hacer un par de maniobras, tomó una vía alterna y el otro vehículo imitó sus movimientos, decidido a deshacerse de su perseguidor salió a la autopista, tomó el carril lento y el otro auto no cambió los movimientos de su trayectoria.Alondra miró hacia atrás, y enseguida le dijo: —Se&nt
Lucca soltó a Alondra, observó por un momento a Valeria, la ojeó de pies a cabeza y no pronunció palabra alguna. Su conversación la destinó a Alondra.—Pequeña ¿Te vienes? —La interrogó con dulzura. Alondra lo miró sorpresivamente: "Acaso su suegro era suicida, veía lo molesta que estaba Valeria, pensando lo peor de ellos y salía con ese tono de voz susurrante. De verdad que si no estaba loco, estaba llegando", pensó.
Valeria se quedó observando a Lucca mientras se retiraba y sus ojos se humedecieron producto de las lágrimas que empezaron a salir. Alondra la sostuvo firme y con una voz que sonó más fuerte de lo que le hubiese gustado y expresó: — ¡No se le ocurra llorar aquí! Y tampoco seguirlo. Alce su frente, írgase como si fuese una reina y camine con elegancia, que nada la perturbe y mucho menos permita que el señor Lucca la vea llorando y sufriendo por él ¿Me entendió? —Valeria se quedó observando a Alondra sorprendida por sus palabras.