Estamos viendo luz para estos dos. Esperemos nada mas interfiera en su felicidad. Gracias por leer, chicuelas, recuerden comentar, reseñar y dar like!!!
1 mes después.— ¿Estás bien? Sabes que no tienes que hacer nada de esto — le preguntó Ramsés a su esposa. Era la última audiencia. El juez y su equipo al fin tomarían una decisión en cuanto a las pruebas presentas contra Giulia y Beatriz de Lima, porque sí, a esta última la habían capturado huyendo de país en país.Ahora las dos se enfrentaban a la justicia.Gala asintió ligeramente.— Lo sé, pero… necesito hacer esto. Es la única forma en la que pueda dejar todo atrás.— De acuerdo — le dijo él, entrelazando su mano con la suya —. Terminemos con esto.Entraron a la sala en la que se llevaría la audiencia decisiva. Junto a ellos, había dos guardaespaldas que, desde que la prensa estuvo al tanto de todo, los seguían a sol y a sombra.Para ese punto del juicio, Giulia ya había mostrado su verdadera y más absoluta careta. Ya no buscaba victimizarse, mucho menos llorar y predicarle un amor a Ramsés que no sentía. Ahora ella los miraba con odio y desprecio, como si quisiera saltar sobre el
Más meses pasaron y nada parecía nublar la felicidad del matrimonio Casablanca, y es que desde que las cosas tomaron su curso, nada empañaba aquel amor que cada crecía y crecía más.El embarazo de Gala, aunque no fue del todo saludable y al principio tuvo sus complicaciones, ambos lo supieron sobrellevar, y con la increíble dedicación que daba Ramsés a su amada esposa, ella parecía no necesitar más.— No puedo pasar todo el día en cama, Ramsés. Estoy embarazada, no enferma.Él se ajustaba la hebilla del cinturón cuando escuchó las dulces quejas de su esposa, y se giró con una media sonrisa hacia ella.— Estás a nada de traer a nuestro hijo al mundo, mujer, ¿no puedes mantenerte quieta lo que resta de estos meses?— Quieta es lo último que voy a estar si no me dejas salir de aquí — se quejó, haciendo un pequeño puchero, mientras intentaba salir fuera de la cama con la ayuda de su esposa. Su barriga ya era de siete meses. Ni muy grande, ni muy pequeña. Era el tamaño perfecto —. Los inver
Gala levantó la vista y vio el reflejo de Giulia en el espejo. Su expresión era fría, despiadada, y sus ojos destilaban odio irracional.— Hola hermanita. ¿Creíste que no volveríamos a vernos?— Giulia… — musitó Gala, incapaz de creer que su hermana estuviese allí. ¿Cómo? ¡Eso era imposible! No, no, no… comenzó a retroceder cuidadosamente.— Te dije que me las pagarías, ¿lo recuerdas? — preguntó con burla. Gala estaba congelada — ¡Te pregunté si lo recuerdas!— ¡Estás loca! ¡Deberías estar en prisión! ¿Cómo… cómo es posible que hayas podido escapar? — no se lo creía, de verdad, parecía una locura.Giulia sonrió, acercándose con pasos lentos, como un depredador acechando a su presa.— Tú y Ramsés me lo han quitado todo. Mi libertad, mi vida, mi futuro. Y ahora… yo les quitaré algo a ustedes.Gala quiso gritar en respuesta por ayuda, pero Giulia se abalanzó sobre ella, cubriéndole la boca con fuerza. Forcejearon violentamente, mientras Gala trataba desesperadamente de protegerse y de pro
— Ramsés, por favor, tranquilízate. Los agentes ya están aquí. Están subiendo— le dijo Julián a Ramsés de forma alentadora, pero, en ese momento, no había nada que pudiera desacelerar los latidos acelerados de su corazón.— ¿Cómo? ¿Cómo diablos pudo pasar esto? — se preguntó a sí mismo — ¡Esa mald¡ta mujer debía estar en la cárcel! ¡No es posible!El brasileño negaba con la cabeza, una y otra vez, perdiendo el juicio y el temple con cada segundo que pasaba.En ese momento, las puertas del ascensor se abrieron. Dos agentes aparecieron.Rápido, Julián los puso al tanto de lo que estaba pasando, pero fue Ramsés quien, desesperado, compartió los verdaderos y crudos detalles.— ¡Mi mujer está en manos peligrosas ahora misma! ¡La ha secuestrado una prófuga de la justicia!Los agentes pidieron ver las imágenes de las cámaras y prestaron atención a cada mínimo detalle, lo que los llevó a dar con otras del parqueadero y las afueras del edificio, dando con varias pistas que los ayudarían a dar p
— No, no, no. ¡Gala! ¡Mi amor! — lloró Ramsés, cargando el cuerpo débil de su esposa en brazos. La bala había alcanzado alguna parte de su cuerpo. No supo cuál. Lo único era que… tenía que sacarla de allí y asegurarse de que sobreviviera.La pegó con gesto protector a su pecho, manchándose de sangre y dejando rastros por el piso que pasaba.— ¡Por favor, mi amor! ¡Por favor, resistes! ¡No me hagas esto! ¡No nos hagas esto! — rogó, desesperado, bajando las escaleras.Los agentes y Julián se encontraron con la escena. Era de película. El cuerpo de la muchacha, casi inerte en los brazos del hombre que la amaba.— ¡Está herida! ¡Por favor, ayúdenme! ¡Hay que llevarla al hospital!— ¡Vamos en mi auto! — le dijo Julián, apresurado y preocupado.Pero Ramsés se acercó a él. Su mirada traspasada por el veneno, la rabia y la sed de venganza.— Llévatela y asegúrate de que esté bien — le pidió, pero Julián escuchó aquel tono y no le gustó. Sabía que cometería una locura. Una que… les costaría la
— Mi bebé… mi bebé… — resolló Gala, aferrada a la mano de una mano.— ¡Está consciente! ¡Vamos, no perdamos tiempo! — abordó el doctor, acercándose a ella.— Por favor, dígame que mi bebé está bien. Dígame que lo está.— Están bien, ahora los dos lo están — le explicó, tranquilizándola, pero eso no cambiaba mucho la situación, así que tuvo que ser sincero con ella en ese momento tan crucial. Si la anestesiaban, era muy probable que uno de los dos no sobreviviera, pero si tenía un parto natural, las posibilidades de lograrlo eran más alta, solo que… sería completamente doloroso para ella, después de la reciente operación al sacar la bala de su sistema.— Mi bebé… ¿puede morir? — eso era lo único que le preocupaba. Lágrimas mancharon sus mejillas.— No si es valiente y nos ayuda a traerlo a este mundo. ¿Cree que pueda con esto?Gala tocó su vientre. Su bebé estaba allí. Moría por conocerlo y tenerlo en sus brazos.— Sí, por favor, doctor, dígame… lo que debo de hacer.El doctor asintió,
— ¿Ca…sarme? — preguntó Gala después de la lectura del testamento. Acababa de enterrar a sus padres y hermana mayor hace menos de veinticuatro horas y no había dormido lo suficiente, así que por la falta de lucidez, le fue fácil suponer que había escuchado mal.El hombre detrás del escritorio, con la mirada todo el tiempo gacha, repitió la cláusula para que no quedaran dudas, pero Gala negó, desconcertada.No, era una locura.¿Por qué razón sus padres la obligarían a casarse? No tenía sentido.— … y de no cumplir con dicho mandamiento, todo pasará a manos de su tía paterna, Beatriz de Lima.Gala giró la cabeza y miró a su tía con el ceño fruncido. Fue una sonrisa siniestra lo que la hizo volver la vista al hombre, y con voz dudosa, respondió.— De acuerdo, lo haré. ¿Cómo contacto a este hombre con el que… debo casarme?— No se preocupe, solo deberá presentarse en el registro civil a una hora estipulada. La señora de Lima la guiará en todo.— No necesito de ella.— Su padre así lo esti
La ceremonia se llevó a cabo de forma rápida y casi fría, y aunque Gala todo el tiempo mantuvo una sonrisa y su dulce optimismo, no sería hasta después de dar el “sí, quiero”, cuando descubriría su nueva realidad. Cruda y devastadora.Por supuesto, antes de firmar su destino, Gala tuvo preguntas, como de dónde se conocían él y sus padres, pero, ninguna de ellas fue respondida, a excepción de un “no tengo tiempo para tus preguntas. Continuamos o lo dejamos aquí. Tú tienes más que perder” de su parte. Por lo que Gala se vio en la obligación de asentir y unir su vida en matrimonio al hombre que estaría por conocer.— ¿Tienes tu equipaje contigo? — fue lo primero que le preguntó Ramsés a Gala luego de haberse convertido en marido y mujer. Ni siquiera hubo beso, lo que abochornó ante a todos a la pobre Gala.Con voz dulce, ella respondió:— No, no sabía que…— ¿Que qué? ¿Qué después de convertirte en la esposa de alguien te irías a vivir con él? — se burló Ramsés de forma cínica, y la cort