Gracias por leer chicuelas, esto todavia esta de nerviosa. Recuerden comentar, reseñar y dar like. Otro capitulo en breve para no dejarlas en suspenso.
Gala levantó la vista y vio el reflejo de Giulia en el espejo. Su expresión era fría, despiadada, y sus ojos destilaban odio irracional.— Hola hermanita. ¿Creíste que no volveríamos a vernos?— Giulia… — musitó Gala, incapaz de creer que su hermana estuviese allí. ¿Cómo? ¡Eso era imposible! No, no, no… comenzó a retroceder cuidadosamente.— Te dije que me las pagarías, ¿lo recuerdas? — preguntó con burla. Gala estaba congelada — ¡Te pregunté si lo recuerdas!— ¡Estás loca! ¡Deberías estar en prisión! ¿Cómo… cómo es posible que hayas podido escapar? — no se lo creía, de verdad, parecía una locura.Giulia sonrió, acercándose con pasos lentos, como un depredador acechando a su presa.— Tú y Ramsés me lo han quitado todo. Mi libertad, mi vida, mi futuro. Y ahora… yo les quitaré algo a ustedes.Gala quiso gritar en respuesta por ayuda, pero Giulia se abalanzó sobre ella, cubriéndole la boca con fuerza. Forcejearon violentamente, mientras Gala trataba desesperadamente de protegerse y de pro
— Ramsés, por favor, tranquilízate. Los agentes ya están aquí. Están subiendo— le dijo Julián a Ramsés de forma alentadora, pero, en ese momento, no había nada que pudiera desacelerar los latidos acelerados de su corazón.— ¿Cómo? ¿Cómo diablos pudo pasar esto? — se preguntó a sí mismo — ¡Esa mald¡ta mujer debía estar en la cárcel! ¡No es posible!El brasileño negaba con la cabeza, una y otra vez, perdiendo el juicio y el temple con cada segundo que pasaba.En ese momento, las puertas del ascensor se abrieron. Dos agentes aparecieron.Rápido, Julián los puso al tanto de lo que estaba pasando, pero fue Ramsés quien, desesperado, compartió los verdaderos y crudos detalles.— ¡Mi mujer está en manos peligrosas ahora misma! ¡La ha secuestrado una prófuga de la justicia!Los agentes pidieron ver las imágenes de las cámaras y prestaron atención a cada mínimo detalle, lo que los llevó a dar con otras del parqueadero y las afueras del edificio, dando con varias pistas que los ayudarían a dar p
— No, no, no. ¡Gala! ¡Mi amor! — lloró Ramsés, cargando el cuerpo débil de su esposa en brazos. La bala había alcanzado alguna parte de su cuerpo. No supo cuál. Lo único era que… tenía que sacarla de allí y asegurarse de que sobreviviera.La pegó con gesto protector a su pecho, manchándose de sangre y dejando rastros por el piso que pasaba.— ¡Por favor, mi amor! ¡Por favor, resistes! ¡No me hagas esto! ¡No nos hagas esto! — rogó, desesperado, bajando las escaleras.Los agentes y Julián se encontraron con la escena. Era de película. El cuerpo de la muchacha, casi inerte en los brazos del hombre que la amaba.— ¡Está herida! ¡Por favor, ayúdenme! ¡Hay que llevarla al hospital!— ¡Vamos en mi auto! — le dijo Julián, apresurado y preocupado.Pero Ramsés se acercó a él. Su mirada traspasada por el veneno, la rabia y la sed de venganza.— Llévatela y asegúrate de que esté bien — le pidió, pero Julián escuchó aquel tono y no le gustó. Sabía que cometería una locura. Una que… les costaría la
— Mi bebé… mi bebé… — resolló Gala, aferrada a la mano de una mano.— ¡Está consciente! ¡Vamos, no perdamos tiempo! — abordó el doctor, acercándose a ella.— Por favor, dígame que mi bebé está bien. Dígame que lo está.— Están bien, ahora los dos lo están — le explicó, tranquilizándola, pero eso no cambiaba mucho la situación, así que tuvo que ser sincero con ella en ese momento tan crucial. Si la anestesiaban, era muy probable que uno de los dos no sobreviviera, pero si tenía un parto natural, las posibilidades de lograrlo eran más alta, solo que… sería completamente doloroso para ella, después de la reciente operación al sacar la bala de su sistema.— Mi bebé… ¿puede morir? — eso era lo único que le preocupaba. Lágrimas mancharon sus mejillas.— No si es valiente y nos ayuda a traerlo a este mundo. ¿Cree que pueda con esto?Gala tocó su vientre. Su bebé estaba allí. Moría por conocerlo y tenerlo en sus brazos.— Sí, por favor, doctor, dígame… lo que debo de hacer.El doctor asintió,
— ¿Ca…sarme? — preguntó Gala después de la lectura del testamento. Acababa de enterrar a sus padres y hermana mayor hace menos de veinticuatro horas y no había dormido lo suficiente, así que por la falta de lucidez, le fue fácil suponer que había escuchado mal.El hombre detrás del escritorio, con la mirada todo el tiempo gacha, repitió la cláusula para que no quedaran dudas, pero Gala negó, desconcertada.No, era una locura.¿Por qué razón sus padres la obligarían a casarse? No tenía sentido.— … y de no cumplir con dicho mandamiento, todo pasará a manos de su tía paterna, Beatriz de Lima.Gala giró la cabeza y miró a su tía con el ceño fruncido. Fue una sonrisa siniestra lo que la hizo volver la vista al hombre, y con voz dudosa, respondió.— De acuerdo, lo haré. ¿Cómo contacto a este hombre con el que… debo casarme?— No se preocupe, solo deberá presentarse en el registro civil a una hora estipulada. La señora de Lima la guiará en todo.— No necesito de ella.— Su padre así lo esti
La ceremonia se llevó a cabo de forma rápida y casi fría, y aunque Gala todo el tiempo mantuvo una sonrisa y su dulce optimismo, no sería hasta después de dar el “sí, quiero”, cuando descubriría su nueva realidad. Cruda y devastadora.Por supuesto, antes de firmar su destino, Gala tuvo preguntas, como de dónde se conocían él y sus padres, pero, ninguna de ellas fue respondida, a excepción de un “no tengo tiempo para tus preguntas. Continuamos o lo dejamos aquí. Tú tienes más que perder” de su parte. Por lo que Gala se vio en la obligación de asentir y unir su vida en matrimonio al hombre que estaría por conocer.— ¿Tienes tu equipaje contigo? — fue lo primero que le preguntó Ramsés a Gala luego de haberse convertido en marido y mujer. Ni siquiera hubo beso, lo que abochornó ante a todos a la pobre Gala.Con voz dulce, ella respondió:— No, no sabía que…— ¿Que qué? ¿Qué después de convertirte en la esposa de alguien te irías a vivir con él? — se burló Ramsés de forma cínica, y la cort
Tras recobrar el aliento, Gala bajó del auto, observando con asombro y confusión todo lo que había a su alrededor. Hectáreas tras hectáreas de verde le dieron la bienvenida. También el olor a flores frescas y tierra húmeda. Parpadeó dando un amplio recorrido con su mirada.— ¿Tú… vives aquí? — preguntó la joven, atontada.— Sí, y es donde lo harás tú también a partir de ahora. ¿Por qué? ¿Te desagrada la vida en el campo? — quiso saber con arrogancia y fastidio. No le sorprendería en lo absoluto su rechazo por aquel lugar. A Giulia tampoco le gustaba la vida en aquellas tierras, y cuando lo dejó, no desaprovechó la oportunidad para confesarle en su cara que repudiaba todo de aquel lugar. Desde el olor a pasto hasta el merodear de los bichos.Pero, para su completa sorpresa, la respuesta de Gala fue todo lo contrario.— No, de hecho, es… un lugar hermoso. Creo que va a gustarme la vida aquí.Ramsés la miró contrariado.— ¿Qué?— Sí, bueno, jamás he estado en un lugar como este, pero me
Gala se quedó lívida por largos segundos.— ¿Qué? — consiguió preguntar, atándose la bata y abrazándose a sí misma.— Te dije largo, vamos, fuera de esta habitación. ¡Salte! — y señaló la puerta.Gala ahogó un jadeo y negó con la cabeza, desconcertada, llorosa.— ¡Pero…!— ¿Es que no me escuchaste? ¡FUERA! ¡LARGO! — gritó el brasileño, fuera de sí.Para ese punto, Gala intentó alcanzar su maleta, buscando desesperada y con manos temblorosas algo con lo que cubrirse, pero sin pensarlo y rebasado por el resentimiento, Ramsés la tomó del brazo y la sacó de la habitación sin pensar en las consecuencias, no fue hasta después de largos segundos e inhalaciones profundas cuando reaccionó.— ¡Carajo! — gruñó, ¿qué había hecho? Estaba semi desnuda y… ¡Idiota! ¡Mil veces idiota!Salió a buscarla. No había sido su intención. No de esa forma, pues a final de cuentas, sea cual sean sus planes de venganza, ella seguía siendo su esposa y nadie más que él, tenía el derecho de verla con poca ropa.Abri