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— No, no, no. ¡Gala! ¡Mi amor! — lloró Ramsés, cargando el cuerpo débil de su esposa en brazos. La bala había alcanzado alguna parte de su cuerpo. No supo cuál. Lo único era que… tenía que sacarla de allí y asegurarse de que sobreviviera.La pegó con gesto protector a su pecho, manchándose de sangre y dejando rastros por el piso que pasaba.— ¡Por favor, mi amor! ¡Por favor, resistes! ¡No me hagas esto! ¡No nos hagas esto! — rogó, desesperado, bajando las escaleras.Los agentes y Julián se encontraron con la escena. Era de película. El cuerpo de la muchacha, casi inerte en los brazos del hombre que la amaba.— ¡Está herida! ¡Por favor, ayúdenme! ¡Hay que llevarla al hospital!— ¡Vamos en mi auto! — le dijo Julián, apresurado y preocupado.Pero Ramsés se acercó a él. Su mirada traspasada por el veneno, la rabia y la sed de venganza.— Llévatela y asegúrate de que esté bien — le pidió, pero Julián escuchó aquel tono y no le gustó. Sabía que cometería una locura. Una que… les costaría la
— Mi bebé… mi bebé… — resolló Gala, aferrada a la mano de una mano.— ¡Está consciente! ¡Vamos, no perdamos tiempo! — abordó el doctor, acercándose a ella.— Por favor, dígame que mi bebé está bien. Dígame que lo está.— Están bien, ahora los dos lo están — le explicó, tranquilizándola, pero eso no cambiaba mucho la situación, así que tuvo que ser sincero con ella en ese momento tan crucial. Si la anestesiaban, era muy probable que uno de los dos no sobreviviera, pero si tenía un parto natural, las posibilidades de lograrlo eran más alta, solo que… sería completamente doloroso para ella, después de la reciente operación al sacar la bala de su sistema.— Mi bebé… ¿puede morir? — eso era lo único que le preocupaba. Lágrimas mancharon sus mejillas.— No si es valiente y nos ayuda a traerlo a este mundo. ¿Cree que pueda con esto?Gala tocó su vientre. Su bebé estaba allí. Moría por conocerlo y tenerlo en sus brazos.— Sí, por favor, doctor, dígame… lo que debo de hacer.El doctor asintió,
Años después…El sol caía lentamente sobre la hacienda, tiñendo el cielo con tonos dorados y rosados que parecían salidos de un cuadro. Gala estaba en el porche, observando a Gael y Sofía correr por el jardín mientras las risas de los niños llenaban el aire. Gael, de seis años, tenía el mismo espíritu aventurero de Ramsés, siempre liderando con determinación. Sofía, de cuatro años; la pequeña que tuvieron años después, era un torbellino de energía y dulzura, con los rizos castaños de Gala y unos ojos llenos de curiosidad.Ramsés salió al porche con dos tazas de café. Colocó una frente a Gala y se sentó junto a ella, tomando su mano con naturalidad. — Míralos — dijo con una sonrisa —. Parecen tener toda la energía del mundo.Gala lo miró y su corazón se llenó de gratitud. A pesar de todo lo que habían enfrentado juntos, habían encontrado un lugar donde la felicidad y la paz eran la norma. Su matrimonio había evolucionado de manera sorprendente. Ahora eran un equipo imparable, con un a
El amanecer en la hacienda solía traer consigo una calma esperanzadora, pero esa mañana, el aire estaba cargado de tensión. Gala y Ramsés se encontraban en la cocina, frente a frente, mientras los primeros rayos de sol iluminaban el lugar. Era una discusión que había comenzado la noche anterior y que ahora se prolongaba.— Ramsés, no se trata solo de la hacienda — dijo Gala, con un tono firme pero contenido. — Es el tiempo que dedicas a ellos. Gael y Sofía te necesitan, y yo también. Siento que te estoy perdiendo entre reuniones y viajes. Estos meses… te has desconectado de nosotros.Ramsés suspiró, pasando una mano por su cabello despeinado— Gala, lo hago por nosotros. Por la familia. Estas negociaciones son importantes para el futuro de nuestros hijos.— Entiendo eso, pero no quiero un futuro donde ellos recuerden a un padre ausente. Y tampoco quiero convertirme en una esposa que vive al margen de su marido — respondió Gala, bajando la voz al notar que Gael pasaba cerca, así que tu
La vida también trajo pruebas más difíciles. Cuando Gael tenía ocho años, una fiebre alta lo debilitó durante varios días. Los médicos inicialmente creyeron que era algo pasajero, pero cuando los síntomas no mejoraron, recomendaron hacerle estudios más profundos. Gala y Ramsés vivieron semanas de incertidumbre, turnándose para pasar noches en vela junto a su hijo.— Va a estar bien — repetía Ramsés, aunque en el fondo también estaba aterrado. Gala intentaba mantenerse fuerte, pero hubo momentos en los que se desmoronó en brazos de su esposo, dejando salir todo el miedo que la consumía.Finalmente, los resultados llegaron, confirmando que se trataba de una infección que, aunque grave, podía tratarse con el cuidado adecuado. Fue un alivio inmenso, pero también un recordatorio de lo frágil que era la vida y de cómo cada día, juntos, era un regalo.Otro desafío llegó un par de años después, cuando Sofía, quien siempre había sido un espíritu libre y valiente, sufrió una caída mientras juga
Ares Salvatierra es tan impenetrable como un témpano de hielo. Frío, calculador y tajante, vive bajo una única regla: los hombres pueden disfrutar de la compañía de una mujer, siempre y cuando no las ame. Sin embargo, no siempre pensó así. En el pasado, amó con intensidad, hasta que ella — la mujer que creía su alma gemela — lo traicionó de la forma más cruel: lo abandonó el día de su boda y huyó con una fortuna que él, en un acto de ciega confianza, había puesto a su disposición.Ahora, años después, el amor no tiene cabida en su vida. Ni el amor ni Giulia de Lima, la joven y enigmática esposa de su padre. Ares está convencido de que Giulia no es distinta a la mujer que lo marcó: una oportunista, ambiciosa y dispuesta a cualquier cosa por una vida de lujo.Giulia ha aprendido a pagar el precio de sus errores. Después de un pasado lleno de decisiones equivocadas, la oportunidad de redimirse no solo le llegó disfrazada de condiciones, sino de un anillo de matrimonio y un contrato de con
Capitulo 2: "Trabajaran juntos"Esa misma noche, Giulia y Fausto cenaban en el comedor principal de la mansión Salvatierra. Era una velada tranquila, en la que habían tenido la oportunidad de conocerse más.Giulia no solo descubrió que Fausto era un hombre excepcional, sino que él también vio en ella a una jovencita rota que, lejos de haber hecho lo que hizo en su pasada, estaba dispuesta a iniciar de cero. Eso era bueno. Las personas no eran perfectas. Cometían errores. Unos más que otros. Lo verdaderamente importante estaba en que saber hacer con eso, si quedarse en lo más fondo, o tratar de perdonarse.— Ares es un buen hombre. Aprenderás a conocerlo con el tiempo — le dijo Fausto de pronto, luego de haber cambiado el rumbo de la conversación.Giulia torció el gesto.— No soy de su agrado, tú mismo lo notaste.Fausto soltó una leve risa y bebió un sorbo de su copa de vino. Era uno de los placeres de su vida.— Ares siempre ha sido complicado, Giulia. Pero tendrán que acostumbrarse a
Capitulo 3: "¿Quién te crees para hurgar entre mis cosas?"Después de esa noche, Fausto le dedicó a Giulia un gesto amable y conciliador, casi paternal.— Es tarde, ¿por qué no vas a descansar?Pero Giulia frunció ligeramente el ceño, preocupada por él.— Pero tú… ¿no quieres que llame al médico?— Yo estoy perfecto. Tomaré mi medicamento después de esta copa y luego iré a la cama.— ¿Medicamento? ¿Estás enfermo? ¿De qué?— De nada por lo que debas preocuparte. Ahora ve, no te preocupes por mí. Tu habitación ya está lista. A la derecha después de las escaleras.— ¿Estás seguro? Podría quedarme y…— Giulia, agradezco que te preocupes, pero no soy un niño.Resignada, Giulia exhaló y se retiró lentamente, siguiendo las indicaciones de su esposo hasta llegar a la habitación. Al abrir la puerta, se encontró con una luz encendida que iluminaba el espacioso lugar. Los colores neutrales y los detalles cálidos del diseño invitaban al descanso. Se quitó los tacones con un suspiro de alivio y com