Me encanta cuando aclaran las cosas y se permiten escucharse!!! ¿Ahora... que pasara con esta noticia? ¿Cómo creen que lo tome Ramsés? Gracias por leer, recuerden comentar, reseñar y dar like.
— ¿No… vas a decir nada? — preguntó Gala después de un largo y aterrador silencio. No podía descifrar nada en la mirada de Ramsés y eso la inquietaba.Ramsés se incorporó, atormentado, y se acercó a la ventana en busca del aire que de pronto le faltaba. Nerviosa, Gala se acercó a él a pasos tímidos.— Ramsés, por favor, di algo — rogó. Su voz de pronto llorosa.— ¿Qué tan… certero puede ser ese resultado? — preguntó en tono ronco, todavía sin mirarla —. ¿Hace cuánto debiste tener tu periodo?— Hace… dos semanas.Ramsés se pasó la mano por el rostro.— Entonces…. ¿no usabas ningún tipo de anticonceptivo?— No, pero, ¿Por qué estás preguntándome todo esto? ¿Es que… tú no quieres a este hijo? — preguntó destrozada. De pronto lágrimas bailando en sus ojos — Creí que esta noticia podría ser…Antes de que pudiera terminar de hablar, Ramsés se giró, acortó la distancia que los separaba y tomó sus mejillas antes de besarla profundamente.Gala ahogó un jadeo de asombro, pero se permitió saborea
Ramsés palideció, y todo de él comenzó a temblar.La noticia lo golpeó con la fuerza de un rayo. De repente, el mundo que había construido junto a Gala, lleno de promesas y sueños, comenzó a desmoronarse ante sus ojos. ¿Cómo podía ser que la mujer que había creído muerta, esa que se burló de él, regresara exactamente en el momento en que Gala y él comenzaban a vislumbrar un futuro como pareja?La furia y el enojo comenzaron a manifestarse en su interior como un volcán a punto de iniciar. Se sintió atrapado entre el amor que sentía por Gala y el resentimiento que lo consumía hacia Giulia y el pasado que creía enterrado. ¿Por qué ahora? ¿Por qué en este momento tan vulnerable?Ramsés respiró hondo, intentando calmarse y recordar la alegría que había sentido al conocer la noticia de la llegada de un hijo. Gala se merecía todo su amor, todo su apoyo, pero la sombra de Giulia se cernía amenazadora. No podía permitir que Gala sufriera, no otra vez. Nunca más. Él ya le había hecho daño. Y est
Durante los días siguientes, la burbuja de amor que habían construido alrededor del otro, se comenzó a oscurecer… y estaba a punto de desatar la peor tormenta de sus vidas.La ausencia de Ramsés, a pesar de mantenerse siempre presente en los pequeños detalles, Gala comenzó a notarla. Y aunque para ella se trataba de la preocupación del trabajo, algo en su interior le decía que había algo más. Pero no lo quería agobiar. Intentaba ser cariñosa y paciente con él, incluso, se ofrecía a ayudarlo en lo que necesitara.— Lo único que necesito es que cuides de ti y de nuestro hijo. ¿Puedes hacer eso por mí? — le preguntó en tono apagado, besando su hombro.Gala sonrió de forma dulce y asintió, devolviéndole el gesto.Después de eso, Ramsés recibió una llamada. Gala le dio privacidad.Se trataba de los investigadores, y es que desde aquella noticia, Ramsés se había obsesionado con cada paso que diera Giulia, pasos que la mantuvieran alejada de su mujer y su hijo, mientras él ganaba tiempo y val
El corazón de Gala estaba apabullado, y Ramsés no sabía qué diablos hacer para revertir ese daño.— ¿Cuándo piensas decírselo? ¡No pueden seguir así! — sugirió María, desconcertada con todo lo que estaba ocurriendo entre la joven pareja.Ramsés negó.— No voy a perderla, María. No voy a hacerlo y eso es lo que sucederá si… le digo la verdad.— No puedes mantenerla engañada toda la vida. Se enterará, tarde o temprano lo hará.Pero para él seguía siendo difícil. Gala era lo mejor que le había pasado en la vida. Ella era demasiado buena, tanto que… no la merecía.Sin decir nada, Ramsés salió de la cocina. Sabía que María tenía razón, por supuesto que la tenía, pero él… él todavía no era tan valiente para enfrentarse a su miedo más grande:El abandono de su mujer y su hijo.Apenas cruzó la puerta cuando Gala iba a entrar. Se encontraron frente a frente. Los últimos días apenas y cruzaban palabra, aunque él todo el tiempo se mantenía preocupado por ella y el bebé.— ¿Cómo estás? — le pregu
Desde entonces, las horas se deslizaron lentamente en la hacienda, con un silencio que parecía premonitorio. Ramsés estaba en su despacho, mirando fijamente un vaso de whisky que no había tocado. La confesión que iba a hacerle a Gala se sentía como un peso insoportable. Durante días había repasado las palabras que usaría, pero ninguna parecía suficiente. "Voy a perderla", pensó, y el dolor de esa idea lo atravesó como un cuchillo.Decidido, dejó el vaso sobre la mesa sin probarlo y salió hacia el salón donde habían acordado verse. Ramsés despejó toda su agenda para esa tarde; no había espacio para más distracciones. Gala era lo único que importaba, y la verdad debía salir a la luz, aunque lo destruyera.Cuando llegó al salón, lo encontró vacío. El aire estaba impregnado de un aroma suave a jazmín, el favorito de Gala, que parecía envolverlo en una mezcla de paz y angustia. Se sentó en uno de los sofás, sus manos temblaban ligeramente. Sabía que Gala llegaría en cualquier momento.Poco
Lágrimas calientes se derramaban por las mejillas de Gala sin control.Las palabras de su propia hermana calando dentro de su ser, llegando a lo más profundo de ella, destrozándola vértebra por vértebra, pero nada fue tan doloroso cuando miró a Ramsés, con la vista empañada y el corazón en la mano, y le preguntó con ingenua valentía:— ¿Es… verdad? — su voz temblaba.Ramsés, temblando de impotencia, la miró descompuesto.— Gala, mi amor… — pero las palabras no salieron de su boca, y aunque hubiese deseado desmentir a Giulia con todo su ser, así de cruel como ella lo contaba, así era.Su miserable plan había sido despiadado.Gala se llevó las manos a la boca, ahogando un jadeo de horror. En ella había esperanza de que todo fuese mentira, pero él… él acababa de confirmar que era verdad.— Gala…— ¡No te acerques! — ella lo rechazó con temple, limpiándose con enojo las lágrimas. Abatida, desconsolada. El hombre que amaba, acababa de romperle el corazón en cientos de pedacitos.— Tienes q
Esa mañana, había salido de la habitación al alba. No había podido dormir en toda la noche, no después de todo. Y lo primero que hizo fue ir a buscarla. Sintió cierto alivio en su pecho al ver la puerta ligeramente abierta, pero, al entrar, encontró el espacio vacío.Rápido bajó a la cocina, preguntando a María por ella, quien no supo darle respuesta, y lo ayudó a buscarla.— María, esto no me está gustando — dijo Ramsés, intuyendo algo malo. Su pecho se lo decía. Se lo gritaba.— Tranquilo. Quizás está tomando el aire. Enviaré a una de mis muchachas a buscarla.Pero media hora más tarde, ni las sirvientas ni peones la habían visto. Era como si… no existiera.— ¡No puede ser! ¡No puede ser que nadie la haya visto! —exclamó, golpeando con fuerza la mesa. Su mente se llenó de imágenes aterradoras: Gala sola, vulnerable, embarazada, y con Giulia y Simón rondando como sombras amenazantes.Subió de nuevo las escaleras, revisó su habitación por tercera vez, buscando desesperadamente algo qu
— Hijo, por favor, tienes que comer. No puedes seguir en ese estado — le dijo María a Ramsés, de verdad preocupada.— Estoy esperando una llamada, María.— Sí, lo llevas haciendo todos los días. No comes, no duermes, la hacienda se está cayendo a pedazos. Entiendo cómo te sientes, y yo estoy igual de conmovida y preocupado por el paradero de esa muchacha, pero en este estado no conseguirás mucho.Ramsés abrió la boca, pero apenas iba a decir algo, cuando recibió la llamada que creía estaba esperando, pero se equivocó, era la notificación de un juez. Tenía una demanda e iba a tener que presentarse.— ¿Quién me está demandando? — quiso saber.— La señora Gala De Lima de Cienfuegos. Su esposa.Ramsés se paralizó, pero, lejos de importarle la demanda, solo le interesaba saber en dónde estaba ella. No consiguió mucho. Aquella información era privada. Solo sabía que, al presentarse, iba a encontrarse con ella.La cita con el juez era hasta dentro de una semana, así que esta fue la más etern