El Alfa Supremo se encontraba visiblemente afectado, con una tristeza palpable reflejada en su rostro, mientras las palabras de Isis resonaban en su mente y el lobo Mat gimoteaba en su interior.
—¡No he dicho eso! —replicó rápidamente Isis, intentando aclarar la confusión. Acto seguido, declaró con firmeza y un rubor visible en sus mejillas—: ¡No quiero ser tu amiga con derechos, porque acepto ser tu novia!La confesión de Isis, tan directa como inesperada, logró detener la inmensa tristeza y desilusión que invadían al Alfa Supremo. Pero también traía consigo nuevas emociones; de alguna manera, Isis podía sentirlas. Aunque no entendía cómo, sentía en su interior todo lo que él experimentaba. En su mente, una voz resonó nerviosa y algo burlona:—¡Isis, ahora sí te volviste loca! IntentóIsis, sin embargo, bajó la mirada, arrepentida de haber preguntado. No quería decir nada más sobre ese hecho. Después de todo, su beso le gustaba mucho.—Por nada, mi Alfa —respondió rápidamente, con un dejo de evasión en su tono. Su mente y la voz en su cabeza parecían coincidir por primera vez. ¿Para qué averiguar ahora? No iba a ganar nada con eso; sería mejor dejarlo para más adelante.El Alfa Supremo, aunque disfrutaba de las sutilezas de ese juego entre los dos, tenía en mente un propósito distinto para aquella ocasión. Ese día, estaba decidido a ayudar a Isis a recordar una parte crucial de su vida. Los años antes de los cinco, esos en los que había sido una loba. Su mirada se tornó más seria entonces. Se acercó a ella, observándola con decisión y ternura. Isis, a su vez, lo mir&oacut
El Alfa, al notar el desconcierto de su Luna, suavizó su tono y la tranquilizó con una calma firme que le era natural.—Mi Luna, eso ya quedó en el pasado —aseguró con ternura—. Ahora me tienes a mí. Estoy aquí para acompañarte a enfrentar esas memorias. Podemos atravesarlas juntos, mi Luna. Eso es lo que quiero proponerte: que me permitas ayudarte a recordar esos fragmentos olvidados. Solo así podrás comprender que, además de ser humana, eres una loba.Isis lo observó en silencio, pensativa, mientras la tensión en sus hombros se hacía evidente. Su mente le susurraba que quizás, si aceptaba recorrer esos recuerdos, su loba, Ast, despertaría para guiarla; tal vez, aprendería finalmente a transformarse en humana, poniendo fin a esa incertidumbre que la desgastaba. Sin embargo, el miedo la paralizaba. Temía tanto volver a vivir esa mem
El Alfa Supremo comenzó a actuar. Primero, transmitió energía a través de sus manos, como una corriente cálida y reconfortante que fluyó hacia ella. Luego, con calma y solemnidad, empezó a conjurar a los dioses. En cuestión de instantes, proyectó una imagen frente a ambos: Isis adulta, con una expresión firme aunque nerviosa, y él, a su lado, tomados de las manos.La escena cambió rápidamente, transportándolos a lo que parecía ser un campamento en medio de la selva. La claridad y el detalle de la visión eran impactantes. Allí, la madre de Isis excavaba junto a un grupo numeroso de trabajadores en lo que parecía ser un sitio arqueológico. Su padre, por su parte, revisaba unos papeles dentro de una tienda cercana. La pequeña loba cachorra, Ast, correteaba despreocupada, persiguiendo a un conejo que saltaba de un lado a otro cerca
Isis temblaba furiosamente entre los brazos del Alfa, su miedo palpable, como si el peligro fuera real una vez más. Él la abrazó con fuerza y no permitió que apartara la mirada.—Debes seguir mirando, mi Luna. Esta es tu historia. —La mantenía firme, constante, siendo su refugio en medio de la tormenta de recuerdos.La escena continuó y, de repente, apareció su padre, pero ya no en forma humana, sino como un lobo enorme y majestuoso. Sin dudar, atacó al lobo rogue que intentaba llevársela. El impacto fue brutal, obligando al atacante a soltarla. En ese instante, la pequeña Isis se transformó en la cachorra Ast y, sin vacilar, saltó al cuello del mismo lobo que tenía a su padre atrapado contra el suelo, sujetándolo por el cuello. Los gruñidos y sonidos del combate llenaban el aire mientras la pequeña loba defendía a su padre con todo lo qu
La oscuridad era absoluta, una densa negrura que parecía devorar incluso el propio paso del tiempo. Isis ignoraba que en esta isla, en esta época del año, los días eran cortos. No había previsto que el autobús del hotel la dejaría sin taxis a la vista, y mucho menos que aceptaría tomar un aventón con un extraño de regreso al hotel, simplemente porque el hombre decía que trabajaba allí.—¿Qué estaba pensando?— murmuró para sí misma.Mientras tanto, Isis observó cómo el extraño conducía a una velocidad vertiginosa, sumergiéndose más profundamente en el bosque y en un envolvente manto de oscuridad. La carretera asfaltada dio paso a un camino de tierra, y sólo los faros del coche lograron atravesar la noche omnipresente.Cuanto más avanzaban, más se adentraban en la inhóspita naturaleza salvaje, dejando atrás cualquier rastro de civilización. A su lado, el extraño al volante se había sumido en un silencio sepulcral, con los ojos fijos en el camino que tenía delante mientras el vehículo su
Comencé a gritar desesperadamente, despertando a mis padres y a todos en el campamento. Un trabajador acudió en mi ayuda, atacando al lobo que me llevaba. El lobo empezó a correr más rápido. Sentí un fuerte golpe en mi cabeza y vi aparecer una luz blanca antes de caer inconsciente.Cuando desperté, estaba en un vuelo a Francia con mis padres. Tuvieron que realizarme varias operaciones para reparar mis tendones y músculos desgarrados. Afortunadamente todo salió muy bien, para asombro de los médicos, y mi recuperación fue notablemente rápida. Al final, sólo me quedó una pequeña cicatriz en la pierna, que fue ocultada ingeniosamente por hermosos tatuajes.Sin embargo, desde aquel incidente, tan pronto como escucho el aullido de un lobo, aunque sea en la televisión, mi miedo comienza a abrumar mi razón, y una intensa necesidad de huir se apodera de mí, resultando muy difícil de controlar. Mi miedo es tal que puedo encontrarme corriendo grandes distancias sin siquiera darme cuenta.Fin de
La oscuridad que rodeaba a Isis comenzó a disiparse lentamente. A medida que su conciencia emergía del abismo del inconsciente, los recuerdos de la noche anterior se entrelazaban con sueños febriles. Imágenes de lobos emergiendo de la oscuridad para atacarla y susurros en un idioma olvidado danzaban en su mente, mezclándose con la realidad de la habitación en la que ahora despertaba. Isis no comprendía qué había sucedido. Tras el impacto en su cabeza, la oscuridad se apoderó de todo. Se percató de que estaba recostada en una cama de una suavidad excepcional. Voces indistintas flotaban a su alrededor, irreconocibles y lejanas. Intentó abrir los ojos; sin embargo, una pesadez abrumadora se lo impidió volviendo a dormirse. Cuando recuperó de nuevo la conciencia, estaba sola. Con cautela, intentó sentarse, lentamente para evitar marearse. La sensación de vértigo persistía, pero logró mantenerse erguida. A su alrededor, el silencio era tan profundo que podía oír el latido de su propio c
Isis suspira y deja de pensar en su vida. Abre los ojos al darse cuenta de que se le ha pasado el mareo. Debe averiguar qué le sucede cuanto antes y avisar a sus padres. Con un poco de esfuerzo, logra sentarse y lleva la mano a la cabeza, sintiendo que la venda está húmeda. Parece que sigue sangrando.—Uff... creo que no voy a poder ir al baño—, murmura sentada en la cama. Se desliza hasta colocar los pies en el suelo, pero un fuerte mareo la hace volver a caer hacia atrás en la cama. —¡Diantres! Por este camino me orinaré en la cama. ¿Dónde estoy? ¿Por qué nadie ha venido a verme? Isis trata de recordar todo lo que sucedió. Por suerte o por desgracia, tiene una memoria fotográfica, pero en este momento su memoria no le devuelve nada útil. Decide ser paciente y ver qué sucede.¿Habrán recibido sus padres la carta que le dejó? Se pregunta ahora preocupada, pensando que no debió hacerles eso. Aunque su padre la protege con tanto cuidado, en lo más profundo de ella sabe por qué lo hace