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4. INCERTIDUMBRE DE ISIS

 Isis suspira y deja de pensar en su vida. Abre los ojos al darse cuenta de que se le ha pasado el mareo. Debe averiguar qué le sucede cuanto antes y avisar a sus padres. Con un poco de esfuerzo, logra sentarse y lleva la mano a la cabeza, sintiendo que la venda está húmeda. Parece que sigue sangrando.

—Uff... creo que no voy a poder ir al baño—, murmura sentada en la cama. Se desliza hasta colocar los pies en el suelo, pero un fuerte mareo la hace volver a caer hacia atrás en la cama. —¡Diantres! Por este camino me orinaré en la cama. ¿Dónde estoy? ¿Por qué nadie ha venido a verme?

 Isis trata de recordar todo lo que sucedió. Por suerte o por desgracia, tiene una memoria fotográfica, pero en este momento su memoria no le devuelve nada útil. Decide ser paciente y ver qué sucede.

¿Habrán recibido sus padres la carta que le dejó? Se pregunta ahora preocupada, pensando que no debió hacerles eso. Aunque su padre la protege con tanto cuidado, en lo más profundo de ella sabe por qué lo hace. No es la primera vez que ella y su madre han estado en peligro.

 Su residencia principal está en París, la ciudad que sus padres escogieron para descansar. No está en el centro de la ciudad, sino más bien apartada, en las afueras, cerca de un hermoso bosque que le fascina. Desde niña, solía pasar horas deambulando por sus senderos o simplemente tumbada en la hierba, sintiendo cómo el sol acariciaba su piel.

 Y es que, al igual que sus amigos, Isis es una loca enamorada de la naturaleza. Nunca ha sentido miedo de recorrer el bosque sola, a pesar de que a sus padres no les gusta para nada. Cuando piensa en cómo describir a sus padres, diría que son sobreprotectores pero también la dejan ser libre. Isis sonríe al tener la imagen de ellos en su mente mientras piensa en su definición.

 Comprende que puede resultar confuso. Sus padres la adoran, ya que ella es su única hija. Amanda, su madre, tuvo un parto muy difícil debido a un accidente en el que ambas estuvieron a punto de perder la vida, y tuvieron que extraerle el útero. Por eso no tiene hermanos. 

 Amanda fue criada por sus abuelos, ya que sus padres fallecieron en un accidente cuando ella tenía meses de vida.  Y cuando tenía veinte años, también fallecieron sus abuelos. Por eso no regresan a su tierra con frecuencia.

 La familia de su padre es otra historia: es tan grande que aún no ha conocido a todos sus primos. Su padre tiene once hermanos, siete hombres y cuatro mujeres. Al principio, no aceptaban a Amanda, pero después de que nació Isis, todo se arregló.

 Tampoco son ellos quienes los visitan con frecuencia, sino al contrario: siempre hay algún familiar de Dakarai en su casa,  en cualquier temporada. Por suerte, su casa es bastante grande, un antiguo castillo remodelado con un sinfín de habitaciones y salones.

Después de cumplir cinco años de edad, cuando fue atacada por un lobo en África, sus padres decidieron establecerse en París. La inscribieron en la escuela y finalmente pudo comenzar a tener una vida como cualquier otro niño. Rápidamente hizo muchos amigos, ya que es ese tipo de persona que cae bien a todo el mundo.

 No sabe si es porque ha viajado y conocido diferentes culturas y personas, pero para Isis todos son dignos de conocer. Por supuesto, su apariencia física también ayuda bastante. Se inscribió en clases de danza, música, teatro e incluso modelaje. Quería recuperar el tiempo perdido.

 Era muy talentosa en todas estas disciplinas, por lo que participaba activamente en cada una de las actividades que decidían realizar. Podría haber elegido cualquiera de ellas para continuar en la universidad, pero su curiosidad innata, heredada de sus padres, la llevó a querer ir más allá. No, no se convirtió en arqueóloga. Se convirtió en una exitosa reportera, a pesar de su corta edad.

 Pero mientras sus amigos vivían sus propias experiencias, ella sentía que seguía viviendo en un mundo de ensueño. Todo parecía salirle bien, cada cosa que decidía realizar era un éxito. Aunque debería sentirse llena de felicidad, no era así. Isis tenía la sensación de que algún misterioso Dios siempre arreglaba las cosas para que lograra todo sin gran esfuerzo. 

 Sin embargo, sentía constantemente que algo le faltaba, algo profundo en su interior. Por eso siempre tenía la sensación de no estar completa. No sabía cómo explicarlo, pero era así. Esa era la razón principal de este viaje y de encontrarse ahora tendida en esta cama sin saber dónde estaba ni qué le esperaba. ¿Habría sido encontrada y secuestrada por los enemigos de su padre?

Abre los ojos lentamente, después de que se le pasa el mareo. Recorre una vez más la habitación que se encuentra en penumbra, sin encontrar nada que le indique que ha sido raptada, aunque tampoco hay señales de que no lo esté. Sus fuerzas no le alcanzan para ponerse de pie e ir a comprobar si la puerta está abierta o cerrada, custodiada o no. "Solo a mí me suceden estas cosas", piensa con amargura, tratando de volver a sentarse en la cama, pero le es imposible. Su mundo amenaza con volverse negro de nuevo.

 ¡Cielos! ¿Y ahora qué voy a hacer?, se pregunta mientras sujeta su cabeza con ambas manos. Le duele tanto que teme que en cualquier momento perderá de nuevo la consciencia. ¡Con las enormes ganas de ir al baño que tengo! No sabe si está dormida o despierta, pero casi puede asegurar que escucha que alguien se acerca.

 Agudiza el oído, intentando discernir su origen. Parece provenir de detrás de la puerta: pasos suaves, casi felinos, que se acercan lentamente. Su corazón se acelera, latiendo con tanta fuerza que teme que el intruso pueda escucharlo. Trata de abrir los ojos pero una fuerza mayor que ella la detiene.

 Le parece oír que la perilla de la puerta gira con suavidad que le eriza la piel. No puede explicar lo que sucede, a pesar de su estado puede percibir a lo que parece una figura alta y esbelta se desliza en la habitación, su silueta recortada contra la tenue luz que se filtra desde el pasillo. Sus ojos permanecen cerrados y sin embargo, puede distinguir sus rasgos, pero hay algo en su presencia que le resulta inquietantemente familiar.

“¿Quién eres?” quiere preguntar, pero su cuerpo no reacciona y la pregunta se queda en su mente.

 La figura se detiene justo a su lado en la cama, puede sentir que la observa y hasta que la olfatea. Lo cual la hace dudar de si es real o un sueño. Finalmente, una voz profunda le susurra en su oído: 
—Soy alguien a quien no deberías conocer, humana. Alguien a quien te está prohibido amar.

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