Jackin Arrington, conocido como el Alfa de la poderosa manada "La Maat Ra", en realidad lleva el nombre de Horus y su mitad lobo se llama Mat. Es hijo del último faraón sobrenatural de Egipto, Ransés, y de la gran esposa real Nefertari. Como único príncipe heredero, posee los grandes poderes que alguna vez ostentaron los faraones de esa estirpe.
En Horus se han reencarnado los poderes del hijo de los dioses, Isis y Osiris de Egipto. Con casi mil años de edad, se niega a volver a sentir el dolor de la pérdida, por lo que no desea encontrar a su mitad, su Luna. Después de la gran guerra en la que fueron atacados por Apofis, muchos tuvieron que huir hacia otras tierras. En el caso de Horus, escapó junto a sus padres, los faraones, su pequeña hermana y todos los niños del imperio. En el camino, sus padres se sacrificaron para ponerlos a salvo, perdiéndolos junto a su hermana menor la princesa Merytnert. Fue entonces cuando llegaron a refugiarse en esta isla, donde han vivido en paz desde entonces. La manada "La Maat Ra" está compuesta por semidioses y se encarga de mantener la paz, la justicia y la armonía en todas las manadas del mundo. Son los guardianes del equilibrio y la armonía universal. Poseen la capacidad de que entre ellos renazcan las reencarnaciones de los dioses cuando se les es permitido. Además, tienen sus poderes divinos y pueden gobernar a todos los hombres lobo sin dificultad. El puesto de Alpha Supremo lo obtuvo Jacking hace más de quinientos años. Debido a ello, viaja por todo el mundo impartiendo justicia. Su beta es Amet, su primo hermano e hijo de un hermano del faraón Ramsés. En él se reencarnó el dios Sobek, conocido como el devorador de muertos. En el juicio del alma de un condenado, si se encuentra que su corazón es impuro, Amet lo devorará, evitando así que su alma renazca. Aunque esta tarea corresponde al dios Osiris en el inframundo, por heredar sus poderes, a Jacking se le permite implantar ese tipo de justicia en la tierra. El delta es otro primo de Horus, hijo de un hermano de la reina Nefertari. Su lobo se llama Hor y es el encargado de mantenerlos informados sobre los vigilantes y exploradores. Junto a su celta, los mantiene resguardados. Posee grandes poderes para controlar el tiempo y el agua, pudiendo crear desastres naturales o fertilizar y dar vida. También existe un celta en la jerarquía de la manada La Maat Ra. Esta categoría no es común en las manadas, ya que generalmente se considera que los celtas son cazadores fuera de la ley, conocidos como rogues, y son la causa de la mayoría de los problemas en el mundo lupino. Sin embargo, este celta es diferente. El Alfa Supremo tiene al celta llamado Bennu, quien posee todos los poderes del dios del fuego, dirigiendo a su ejército, al igual que lo hizo su padre con el faraón Ramsés. Es extremadamente eficiente en su trabajo. No es necesario que dependa de Jacking, para que hacer nada referente a la defensa de la manada, ya que siempre se mantiene alerta y su instinto nunca falla. Gracias a él, han estado seguros durante muchos años. Al inicio de su huida de Egipto, llegaron a Grecia y luego a Rumania. En la primera noche en una manada de amigos de los faraones, fueron atacados por salvajes rogues, lo que resultó en la muerte de sus padres y su pequeña hermana, la princesa Merynert. Jacking fue salvado por Bennu, quien en aquel entonces era unos años mayor que él, pero aún era muy joven. Debido a su naturaleza heredada de su padre, Bennu se dedicó a inspeccionar todo el territorio desde su llegada y descubrió unas cuevas que sirvieron de refugio para casi todos los niños de la manada. Después de eso, estuvieron huyendo durante meses, siempre liderados por Jacking que había recibido todos los poderes del Alfa Supremo al morir su padre, sus primos Amet y Horacio junto a Bennu. De esta manera, lograron llegar a una aldea de brujas blancas donde se había refugiado Teka-her, una poderosa bruja perteneciente a su manada en Egipto. Al reconocerlos, llena de alegría, Teka-her abrió un portal y los transportó a esta isla. Con la sabia ayuda de ella y su esposo Aha, su mitad y un genio en todo lo imaginable, lograron rápidamente establecer su propia manada: "La Maat Ra". Con el tiempo, se convirtieron en lo que son ahora, la manada encargada de proteger y mantener el orden sobre todas las demás. Además, son la manada más poderosa y antigua de la que se tiene memoria. Debido a la pérdida que dejó a Jacking desolado, decidió no buscar a su otra mitad femenina y renunciar al amor y la formación de una familia. No deseaba tener una Luna, a diferencia de su lobo Mat, quien la había encontrado hace mucho tiempo. Esto llevó a que Jacking huyera de ella y la dejara abandonada sin reclamarla como suya. Sin embargo, ¿cómo era posible que ella hubiera aparecido de la nada frente a ellos en esa isla tan lejana de donde residía? La primera vez que Jacking encontró a Isis fue en Francia, hace ya algunos años, supo que era ella, su otra mitad. Pudo percibir su fragancia única desde muy lejos y la siguió como un loco. El aroma de lirios, mirra, loto y violetas lo embriagaba. Por mucho que había intentado impedir que su lobo Mat tomara el control de su cuerpo, no lo había logrado y lo había complacido acercándose a ella, pero sin reclamarla. Había escapado de ella, dejándola allí. Desde entonces, no había vuelto a ese país por miedo a no poder controlarse y correr a reclamar a su Luna. Pero cuál no sería su sorpresa al percibir nuevamente el olor de Isis en su despacho del hotel que dirigía. —¡Mi mitad! —gritó Mat— ¡Está aquí, búscala! Después de siete años, era la primera vez que su lobo Mat volvía a aparecer. Se había enfadado tanto con él por no reclamar a su Luna, que desapareció el mismo día en que dejaron Francia. Se puso de pie feliz de volver a escuchar a su lobo e impulsado por la curiosidad de ver si en verdad era su mitad. Jacking salió de su despacho sin querer creer lo que su olfato le decía. Su Luna, su otra mitad destinada, había venido a ellos. A tiempo, pudo ver cómo Isis era acompañada por un empleado hacia el Tawua Chalet. La siguió incrédulo desde lejos. Ella había crecido y estaba realmente hermosa. Mat no podía contener su alegría, pero Jacking no quería tenerla cerca. Para complacer a su lobo, se dedicó a vigilarla, aunque ella pasaba la mayor parte del tiempo durmiendo desde que llegó. —Tiene que estar enferma —decía Mat—. No es posible que pase tanto tiempo durmiendo. Debemos ir a verla, Jacking. ¿Y si le sucedió algo? —Cálmate, Mat. Solo debe estar cansada —trataba de tranquilizarlo Jacking, aunque empezaba a preocuparse también— El viaje fue muy largo y no sabemos por qué vino aquí. ¿La llamaste? —No hice tal cosa. No soy un traidor como tú, que la abandonaste sabiendo el peligro que eso representa para ella si descubren que es mi Luna —respondió Mat furioso, a punto de quitarle el control—. ¡Vamos a ver a mi Luna! Mat estaba tan fuera de control que Jacking no tuvo más opción que dirigirse a la habitación de Isis. En parte, Mat tenía razón. Habían pasado cinco días desde su llegada y ella no había salido. Pero justo cuando llegaron a la recepción, oyó a Mat gritar eufórico en su mente. —¡Mi mitad! ¡Jack, mírala allí! Pero, qué hermosa está mi Luna—. Mat ronroneaba feliz en el pecho de su humano.La oscuridad era absoluta, una densa negrura que parecía devorar incluso el propio paso del tiempo. Isis ignoraba que en esta isla, en esta época del año, los días eran cortos. No había previsto que el autobús del hotel la dejaría sin taxis a la vista, y mucho menos que aceptaría tomar un aventón con un extraño de regreso al hotel, simplemente porque el hombre decía que trabajaba allí.—¿Qué estaba pensando?— murmuró para sí misma.Mientras tanto, Isis observó cómo el extraño conducía a una velocidad vertiginosa, sumergiéndose más profundamente en el bosque y en un envolvente manto de oscuridad. La carretera asfaltada dio paso a un camino de tierra, y sólo los faros del coche lograron atravesar la noche omnipresente.Cuanto más avanzaban, más se adentraban en la inhóspita naturaleza salvaje, dejando atrás cualquier rastro de civilización. A su lado, el extraño al volante se había sumido en un silencio sepulcral, con los ojos fijos en el camino que tenía delante mientras el vehículo su
Comencé a gritar desesperadamente, despertando a mis padres y a todos en el campamento. Un trabajador acudió en mi ayuda, atacando al lobo que me llevaba. El lobo empezó a correr más rápido. Sentí un fuerte golpe en mi cabeza y vi aparecer una luz blanca antes de caer inconsciente.Cuando desperté, estaba en un vuelo a Francia con mis padres. Tuvieron que realizarme varias operaciones para reparar mis tendones y músculos desgarrados. Afortunadamente todo salió muy bien, para asombro de los médicos, y mi recuperación fue notablemente rápida. Al final, sólo me quedó una pequeña cicatriz en la pierna, que fue ocultada ingeniosamente por hermosos tatuajes.Sin embargo, desde aquel incidente, tan pronto como escucho el aullido de un lobo, aunque sea en la televisión, mi miedo comienza a abrumar mi razón, y una intensa necesidad de huir se apodera de mí, resultando muy difícil de controlar. Mi miedo es tal que puedo encontrarme corriendo grandes distancias sin siquiera darme cuenta.Fin de
La oscuridad que rodeaba a Isis comenzó a disiparse lentamente. A medida que su conciencia emergía del abismo del inconsciente, los recuerdos de la noche anterior se entrelazaban con sueños febriles. Imágenes de lobos emergiendo de la oscuridad para atacarla y susurros en un idioma olvidado danzaban en su mente, mezclándose con la realidad de la habitación en la que ahora despertaba. Isis no comprendía qué había sucedido. Tras el impacto en su cabeza, la oscuridad se apoderó de todo. Se percató de que estaba recostada en una cama de una suavidad excepcional. Voces indistintas flotaban a su alrededor, irreconocibles y lejanas. Intentó abrir los ojos; sin embargo, una pesadez abrumadora se lo impidió volviendo a dormirse. Cuando recuperó de nuevo la conciencia, estaba sola. Con cautela, intentó sentarse, lentamente para evitar marearse. La sensación de vértigo persistía, pero logró mantenerse erguida. A su alrededor, el silencio era tan profundo que podía oír el latido de su propio c
Isis suspira y deja de pensar en su vida. Abre los ojos al darse cuenta de que se le ha pasado el mareo. Debe averiguar qué le sucede cuanto antes y avisar a sus padres. Con un poco de esfuerzo, logra sentarse y lleva la mano a la cabeza, sintiendo que la venda está húmeda. Parece que sigue sangrando.—Uff... creo que no voy a poder ir al baño—, murmura sentada en la cama. Se desliza hasta colocar los pies en el suelo, pero un fuerte mareo la hace volver a caer hacia atrás en la cama. —¡Diantres! Por este camino me orinaré en la cama. ¿Dónde estoy? ¿Por qué nadie ha venido a verme? Isis trata de recordar todo lo que sucedió. Por suerte o por desgracia, tiene una memoria fotográfica, pero en este momento su memoria no le devuelve nada útil. Decide ser paciente y ver qué sucede.¿Habrán recibido sus padres la carta que le dejó? Se pregunta ahora preocupada, pensando que no debió hacerles eso. Aunque su padre la protege con tanto cuidado, en lo más profundo de ella sabe por qué lo hace