Después de la última visita del Alfa Supremo, Isis se quedó aburrida y pensativa. Quería idear un plan para que él se quedara más tiempo con ella. No sabía si era correcto lo que iba a intentar hacerle a su Alfa, pero cada vez que lo veía acercarse, sentía como si sus entrañas se contrajeran. Debía tener mucho cuidado. Por lo tanto, no quería aceptar su propuesta de ser su novia. En su lugar, planeaba proponerle que fueran amigos con derechos.
—¡Isis, estás jugando con fuego!— le gritó su conciencia al escuchar su plan.Desde que tenía uso de razón, Isis había conversado con la voz en su cabeza, a la que atribuía ser su conciencia. Y ahora era una de esas ocasiones en que sostenía una conversación consigo misma, lo cual era común cuando sabía que iba a hacer algo contrario a las enseñanzas. <Isis sabía que tenía que dejar claro ese punto; ya casi estaba a punto de darle la razón a la voz de su conciencia: no estaba bien jugar con el Alfa Supremo.—Nosotros no somos humanos, mi luna —la interrumpió el Alfa con seriedad, afirmando su posición—. Somos lobos. Los lobos, cuando encontramos a nuestra mitad, la reclamamos, y ella nos acepta. A partir de ahí, podemos besarla todo lo que queramos.—¡Estoy realmente impresionada con tu lobo, Isis! —escuchó la voz de su conciencia, y esta vez no sonaba burlona. Todo lo contrario; sonaba realmente impresionada con el Alfa.—¿De qué parte estás tú? —preguntó molesta. Había empezado a odiar que el Alfa todo el tiempo le recordara que no era humana, insistiendo en lo que era ahora.—¡Yo no soy una loba, es Ast! ¡Yo soy humana! —gritó, exasperada.
Isis se quedó observando al enorme ser que era el Alfa Supremo, detenido delante de ella, mirándola con un amor que jamás había visto en los ojos de un humano. La duda comenzó a atormentarla.—No le creas, Isis —se apresuró a advertir la voz en su cabeza al notar cómo empezaba a dudar.—¿Por qué? Parece sincero —respondió Isis, decidida a besar al Alfa Supremo. Avanzó hasta estar frente a él y, con voz firme, le pidió: —Está bien. Cierra los ojos.—¿Qué piensas hacer? —se asombró la voz. —Tú no tienes ni idea de cómo besar, Isis.—Puedo hacer lo de siempre —replicó Isis, reconociendo que era cierto lo que le recordaba su conciencia.El Alfa Supremo quería reírse de la discusión que mantenía Isis consigo misma. No escuchaba con clarida
El Alfa Supremo se encontraba visiblemente afectado, con una tristeza palpable reflejada en su rostro, mientras las palabras de Isis resonaban en su mente y el lobo Mat gimoteaba en su interior.—¡No he dicho eso! —replicó rápidamente Isis, intentando aclarar la confusión. Acto seguido, declaró con firmeza y un rubor visible en sus mejillas—: ¡No quiero ser tu amiga con derechos, porque acepto ser tu novia!La confesión de Isis, tan directa como inesperada, logró detener la inmensa tristeza y desilusión que invadían al Alfa Supremo. Pero también traía consigo nuevas emociones; de alguna manera, Isis podía sentirlas. Aunque no entendía cómo, sentía en su interior todo lo que él experimentaba. En su mente, una voz resonó nerviosa y algo burlona:—¡Isis, ahora sí te volviste loca!Intentó
Isis, sin embargo, bajó la mirada, arrepentida de haber preguntado. No quería decir nada más sobre ese hecho. Después de todo, su beso le gustaba mucho.—Por nada, mi Alfa —respondió rápidamente, con un dejo de evasión en su tono. Su mente y la voz en su cabeza parecían coincidir por primera vez. ¿Para qué averiguar ahora? No iba a ganar nada con eso; sería mejor dejarlo para más adelante.El Alfa Supremo, aunque disfrutaba de las sutilezas de ese juego entre los dos, tenía en mente un propósito distinto para aquella ocasión. Ese día, estaba decidido a ayudar a Isis a recordar una parte crucial de su vida. Los años antes de los cinco, esos en los que había sido una loba. Su mirada se tornó más seria entonces. Se acercó a ella, observándola con decisión y ternura. Isis, a su vez, lo mir&oacut
El Alfa, al notar el desconcierto de su Luna, suavizó su tono y la tranquilizó con una calma firme que le era natural.—Mi Luna, eso ya quedó en el pasado —aseguró con ternura—. Ahora me tienes a mí. Estoy aquí para acompañarte a enfrentar esas memorias. Podemos atravesarlas juntos, mi Luna. Eso es lo que quiero proponerte: que me permitas ayudarte a recordar esos fragmentos olvidados. Solo así podrás comprender que, además de ser humana, eres una loba.Isis lo observó en silencio, pensativa, mientras la tensión en sus hombros se hacía evidente. Su mente le susurraba que quizás, si aceptaba recorrer esos recuerdos, su loba, Ast, despertaría para guiarla; tal vez, aprendería finalmente a transformarse en humana, poniendo fin a esa incertidumbre que la desgastaba. Sin embargo, el miedo la paralizaba. Temía tanto volver a vivir esa mem
El Alfa Supremo comenzó a actuar. Primero, transmitió energía a través de sus manos, como una corriente cálida y reconfortante que fluyó hacia ella. Luego, con calma y solemnidad, empezó a conjurar a los dioses. En cuestión de instantes, proyectó una imagen frente a ambos: Isis adulta, con una expresión firme aunque nerviosa, y él, a su lado, tomados de las manos.La escena cambió rápidamente, transportándolos a lo que parecía ser un campamento en medio de la selva. La claridad y el detalle de la visión eran impactantes. Allí, la madre de Isis excavaba junto a un grupo numeroso de trabajadores en lo que parecía ser un sitio arqueológico. Su padre, por su parte, revisaba unos papeles dentro de una tienda cercana. La pequeña loba cachorra, Ast, correteaba despreocupada, persiguiendo a un conejo que saltaba de un lado a otro cerca
Isis temblaba furiosamente entre los brazos del Alfa, su miedo palpable, como si el peligro fuera real una vez más. Él la abrazó con fuerza y no permitió que apartara la mirada.—Debes seguir mirando, mi Luna. Esta es tu historia. —La mantenía firme, constante, siendo su refugio en medio de la tormenta de recuerdos.La escena continuó y, de repente, apareció su padre, pero ya no en forma humana, sino como un lobo enorme y majestuoso. Sin dudar, atacó al lobo rogue que intentaba llevársela. El impacto fue brutal, obligando al atacante a soltarla. En ese instante, la pequeña Isis se transformó en la cachorra Ast y, sin vacilar, saltó al cuello del mismo lobo que tenía a su padre atrapado contra el suelo, sujetándolo por el cuello. Los gruñidos y sonidos del combate llenaban el aire mientras la pequeña loba defendía a su padre con todo lo qu
La oscuridad era absoluta, una densa negrura que parecía devorar incluso el propio paso del tiempo. Isis ignoraba que en esta isla, en esta época del año, los días eran cortos. No había previsto que el autobús del hotel la dejaría sin taxis a la vista, y mucho menos que aceptaría tomar un aventón con un extraño de regreso al hotel, simplemente porque el hombre decía que trabajaba allí.—¿Qué estaba pensando?— murmuró para sí misma.Mientras tanto, Isis observó cómo el extraño conducía a una velocidad vertiginosa, sumergiéndose más profundamente en el bosque y en un envolvente manto de oscuridad. La carretera asfaltada dio paso a un camino de tierra, y sólo los faros del coche lograron atravesar la noche omnipresente.Cuanto más avanzaban, más se adentraban en la inhóspita naturaleza salvaje, dejando atrás cualquier rastro de civilización. A su lado, el extraño al volante se había sumido en un silencio sepulcral, con los ojos fijos en el camino que tenía delante mientras el vehículo su