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CAPÍTULO 4. ¿QUÉ HICE MAL?

Habían pasado tres semanas, continuaban los días lluviosos, y con algo de frío, Camila se abrigó lo mejor que pudo, cerrando lo más que pudo sus prendas desgastadas. Después de terminar su turno, se dirigió a ver un cuarto que le ofreció la dueña de la panadería, para mudarse lo antes posible, ya que estaban por desalojarla.

Posterior a eso, se dirigió una vez más, caminando a la cita que tenía con la doctora que la asistió, el día que fue a aquella clínica. Llegó de manera puntual, y esperó con paciencia a que la pudiera atender, debido a la gran cantidad de citas que se tenían.

—Camila.

La voz de la mujer, la sacó de sus pensamientos. Se puso de pie y se acercó a la doctora, quien le sonrió con cariño.

— ¿Te sientes mejor? —preguntó en cuánto cerró la puerta.

—Sí, muchas gracias, por haber sido tan paciente conmigo.

—Desde que te vi, supe que no estabas segura de lo que ibas a hacer —explicó—, soy buena detectando mentiras. —Ladeó los labios sonriente.

Camila no pudo evitar corresponder a su sonrisa.

—Gracias por haberme entregado el papel que necesitaba, para comprobar que lo había hecho, con eso, ese hombre dejó de molestarme. —Se recostó sobre la camilla.

—Me alegra, cuando vi que te estaba maltratando, estuve a punto de llamar a la policía ¿Te estás tomando las vitaminas que coloqué en tu bolso? —preguntó.

—Sí, muchas gracias, no habría podido pagarlas —resopló.

—No te preocupes yo te ayudaré con los medicamentos y también a que ingreses a un hospital público, llegada la hora. —Comenzó a monitorear el estado del embrión al hacerle un ultrasonido y capturó una imagen—, este es tu bebé, aún es muy pequeño, pero poco a poco, crecerá sano y fuerte, tienes que alimentarte muy bien y no dejar de tomar las vitaminas.

—Así lo haré. —Camila limpió las lágrimas de su rostro al ver la ecografía. —Se llevó las manos a su vientre y suspiró satisfecha de saber que había hecho lo correcto—. Estaremos bien, lo prometo.

****

William descendió de su automóvil y se llevó las manos a su cabeza algo turbado, miró a los ojos a la chica que lo estaba esperando frente a la entrada de un edificio con inquietud, y caminó hacia ella con rapidez.

— ¿Estás segura de lo que dices? —indagó.

La mirada de Tiana, la mejor amiga de William, se llenó de aflicción.

—Por desgracia, sí —respondió con voz fragmentada.

Presionó con fuerza sus puños, sin poder creer aún lo que sucedía. Caminaron por el pasillo, después de que salieron del ascensor, sin decir una sola palabra. Justo cuando se detuvieron en la puerta indicada, Tiana le entregó la llave del lugar.

—Ventaja de ser la hija del dueño, se la robé a mi papá —explicó y presionó con fuerza la mano de él.

William abrió la puerta con lentitud, antes de ingresar, giró hacia su amiga y la detuvo.

—Tengo que hacerlo solo —explicó con voz inestable.

—Lo entiendo —dijo bajito—, te estaré esperando en el estacionamiento.

Cerró la puerta con tranquilidad y comenzó a dar pasos lentos por el lugar, reconoció el bolso de Kate, sobre uno de los sillones, y luego prosiguió observando un camino de ropa que había tirada, sobre las relucientes baldosas, hasta llegar a la entrada de una de las habitaciones.

—El embarazo te ha sentado muy bien.

Escuchó a un hombre decir.

—No mientas.

Reconoció la voz de kate, así como sus candentes jadeos, pidiendo más. Su corazón dolió, al escucharla decir lo mucho que le gustaba y lo deseaba. Con un gran temblor, sus dedos abrieron la manija de la puerta, y entonces lo que vio, le abrió una gran grieta en su pecho.

Se acercó a pasos lentos, intentando jalar aire, para poder explotar.

— ¿Desde cuándo te estás revolcando con ese imbécil? —gritó lleno de rabia.

Kate abrió los ojos de par en par, al escuchar aquella feroz voz, giró para corroborar de quien se trataba, y en el instante se recostó de inmediato, para cubrir su desnudez y tomar una bata.

—No…, es lo que parece —refirió con voz trémula.

William ladeó los labios y se llevó las manos a la cabeza, lleno de impotencia, su mirada se tornó vidriosa.

—Si no es lo que parece, entonces explicame, ¿qué es lo que estás pasando? —cuestionó con ironía.

Después de colocarse la bata, la mujer se puso de pie y se acercó a él.

—Perdóname —suplicó—, esto no significa nada para mí, es, es…, solo una aventura —intentó justificarse.

—Yo jamás te hubiera traicionado —William refirió y salió de la habitación, sintiéndose completamente asqueado, deseando alejarse de inmediato de ahí; sin embargo Kate, fue detrás de él, tomando del suelo sus prendas y comenzó a vestirse.

—Vayamos a casa y hablemos. —Acercó sus dedos a los de él.

William se tensó al sentir el roce de su mano y en el acto la retiró, se aclaró la garganta, para poder hablar.

Eres una cínica, no has respondido a mi cuestión, ¿desde hace cuanto me estás engañando? —fijó su azulada mirada en ella sin poder ocultar el dolor que le ocasionaba hacerle esas preguntas. — ¿Quién es el padre del niño que esperas?, ¡contéstame! —gritó.

—Kate y yo llevamos mucho tiempo juntos —su amante respondió al salir de la habitación.

Ella abrió los ojos de par en par, y su barbilla tembló al escucharlo.

— ¡Callate! —ordenó, y luego se dirigió a su esposo—. Por supuesto que tú —contestó agitada. — ¡Cómo puedes dudar de eso!

—Espero que lo que dices, sea cierto porque, le haré en cuanto nazca,  pruebas de ADN, en un lugar que, no sabrás y no habrá forma de que me mientas —rugió con ferocidad.

—Ese niño es mío —el amante de Kate confesó—, no es necesario que sometan a nada a mi hijo.

Elevó con altivez su cabeza, y se giró en su eje.

—Mi abogado se pondrá en contacto contigo, no deseo tener nada que me una a ti. ¡¡¡QUIERO EL DIVORCIO!!! —exclamó—, haré que saquen tus cosas de ‘mi casa’ —mencionó, y a grandes pasos se alejó de ahí.

Después de azotar la puerta, recargó sus manos sobre la pared, percibiendo como su pecho ardía con fuerza, ya que no esperaba una traición de ella, la mujer que más amaba en la vida.

«¿Qué hice para merecer esto?», se cuestionó con voz inestable. — ¿Acaso tengo que ser un hijo de … para que no me vean la cara?

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