Cinco años después.
Camila estaba sentada esperando a que su amiga Lucía Brown, la doctora que le había ayudado cuando más necesitaba, llevara un par de tazas con té.
—Me apena, que me estés atendiendo en mi propia casa. —Llevó su mano a la mitad de su rostro.
—Para eso estamos las amigas ¿Ya te sientes mejor? —cuestionó Lucía.
—Sí, muchas gracias, la inyección que me aplicaste, hizo efecto muy rápido —mencionó aún con un poco de malestar.
—No me voy a tardar mucho, para que descanses, me iré cuando te vea un poco mejor. —Se quedó pensativa.
—Te lo agradezco mucho. —Camila bebió un poco de té. — ¿Ocurre algo? —cuestionó.
—Desde hace tiempo deseaba preguntarte algo, pero no sé si sea apropiado. —Observó a la pequeña Ivy entretenida, viendo la televisión desde la única habitación que tenían.
— ¿Qué cosa? —preguntó con extrañeza Camila.
— ¿Has considerado la idea de buscar al padre de la pequeña?, creo que es importante que Ivy, tenga con quien contar en caso de emergencia. No has estado bien últimamente, creo que la vida te está cobrando la factura por no atenderte como debe ser, necesitas también quien te apoye, quien vea por ti y te cuide.
—No, mi hija solo me tiene a mí —susurró—, no deseo que William Ellison —alzó la voz un poco más —sepa de ella —volvió a murmurar bajito—, será mejor que hablemos afuera —solicitó Camila.
Desde la habitación, los grandes ojos azules de Ivy se abrieron de par en par, ladeó la cabeza, logrando captar algunas cosas de la conversación, hasta saber el nombre de su padre, continuó buscando algo qué ver en la televisión, entonces se sorprendió ante lo que escuchó por la televisión, su corazón se agitó al observar a aquel hombre sonreír, distinguió el hermoso color de ojos que tenía y suspiró profundo.
****
— ¿Listo para la conferencia? —cuestionó Tiana, su mejor amiga y representante ante los medios de comunicación, era quien se encargaba de cuidar su imagen—, ya están esperándote en la sala de conferencia, el lugar está lleno. Ser el empresario del año y promover la ayuda hacia los estudiantes te ha convertido en un hombre muy solicitado.
William sonrió.
—Ya estoy listo —indicó.
— ¿Me vas a dar tu autógrafo? —indagó divertida.
—No cambias —expresó moviendo su cabeza.
Caminó a grandes pasos y sonrió al ver el auditorio lleno. Se sintió orgulloso al haber llegado más lejos de lo que imaginó, aun después de la ruptura de Kate, y de haber desafiado a su familia al emprender sus propios sueños.
Saludó hacia las cámaras de televisión y a los reporteros que cubrían aquel evento que estaban dando en una universidad de prestigio y comenzó a hablar.
***
Dos días después.
—Te agradezco mucho este favor, que me estás haciendo —dijo Ivy a Natasha, la joven chica de tan solo diecisiete años, que la cuidaba cuando Camila trabajaba.
—Espero que no nos metamos en problemas —mencionó sintiendo pesar por lo que le había contado la pequeña al salir del colegio, en medio de grandes lágrimas, que le rompieron el corazón.
—Estoy segura que no será así —respondió con entusiasmo al descender del autobús, enseguida tomó de la mano a la joven y caminaron un par de calles, hasta llegar a su destino.
Luego de subir las escalinatas, se colaron entre un grupo de chicos, que caminaban hacia el ascensor. La chica por instinto solicitó el último piso.
***
—La lista de nuevos pasantes, es muy larga —comentó Tiana con seriedad—, hay muchos que desean una oportunidad.
William sonrió.
—Me alegra mucho —respondió él y la notó algo extraña. — ¿Te ocurre algo? —indagó.
Su amiga resopló.
—No, nada —indicó y prosiguió revisando las solicitudes.
—Eres mi mejor amiga, te conozco desde hace mucho tiempo, estoy seguro que te molesta algo, a mí no me engañas —indicó.
Rodó los ojos y soltó los expedientes.
—Se me hace tarde, tengo otros asuntos que arreglar —expresó.
Se puso frente a ella y le obstruyó el paso.
—Habla conmigo —solicitó.
Tensó su barbilla y lo miró en tono de reclamo.
—Parece que tu enojo es conmigo —mencionó sorprendido.
—No puedo creer que no me hayas dicho que llevas saliendo con mi prima Rebecca casi dos años —dijo con los dientes apretados—, me enteré por casualidad. —Lo fulminó con la mirada—, la que creyó que éramos grandes amigos, era yo, pero veo que me equivoqué.
William abrió los ojos de par en par al escuchar su reclamo, ya que él era quien había decidido ocultar aquella relación. Frunció el ceño al escuchar el portazo que dio Tiana al salir, sin pensarlo fue detrás de ella, justo cuando estaba por acercarse, se detuvo al verla hablar con una pequeña niña, que iba acompañada de una adolescente.
La chica se giró a verlo, entonces con su mirada lo señaló.
—Es él —respondió.
La niña lo reconoció enseguida, y de inmediato caminó hacia él.
—Te vi en la televisión hace unos días, y supe que eres mi papá de inmediato —expresó con nerviosismo—, mi mamá está muy enferma y necesita que alguien la cuide. —Soltó de golpe.
— ¿Qué broma es esta? —indagó y se imaginó que quizás Tiana, se estaba vengando por no haberle dicho nada de lo que había entre Rebeca y él—. Te estás desquitando. —La señaló.
Tiana lo miró, sin poder ocultar su sorpresa, la observó levantar sus manos y retirarse de ahí.
— ¿De dónde sacas que soy tu papá? —preguntó arrugando la frente.
—Hace unos días, escuché que mi mamá mencionó tu nombre: William Ellison —repitió, entonces elevó su cuello para mirar sus ojos azules, como los de ella.
William se flexionó para verla a los ojos.
—Debes haber entendido mal —indicó son seguridad y por curiosidad cuestionó—: ¿Cómo se llama tu mamá? —intentó averiguar, con la certeza de qué, se trataba de una broma, pero no sabía con claridad de quién, quizás de Guillermo, uno de sus mejores amigos, que estaba por volver al país.
—Ella se llama Camila García —contestó con su dulce voz.
El rostro de William palideció y de inmediato enfocó su mirada en ella, el nombre de la chica con la que hicieron la subrogación de la maternidad, no lo había podido olvidar, entonces observó con detenimiento a la niña, y distinguió una pequeña marca en uno de sus bracitos, justo era igual a una que tenía él.
— ¡No puede ser! —exclamó y su respiración se agitó, sin comprender lo que estaba ocurriendo. Si era cierto lo que esa niña decía…, ¿por qué Camila les había mentido y además ocultado su existencia?
— ¡Ustedes no pueden estar aquí! En ese momento, se escuchó la voz del personal de seguridad, quienes salían del ascensor, señalaron a las niñas y se acercaron a ellas.—Disculpe patrón, se colaron entre el grupo de jóvenes que ingresaron, pero en este momento nos haremos cargo. —Dos empleados las tomaron por el brazo.— ¡No! —Ivy gritó asustada.—No somos delincuentes —Natasha manoteó a los hombres.Los ojos de William se abrieron de par en par, al ver la reacción de la pequeña.—No las toquen —indicó William con voz firme. — ¡Suéltenlas! —ordenó y se puso en cuclillas. — ¿Te encuentras bien? —cuestionó, en ese momento se dio cuenta de la ropa tan sencilla que vestía, y pasó saliva con dificultad, ya que él era todo lo contrario, cada prenda que llevaba puesta era muy, muy costosa.—Sí, estamos bien. —Al tenerlo tan cerca, Ivy cerró unos segundos sus párpados e inhaló el agradable aroma que desprendía él, sintió una sensación muy placentera recorrerla. Era más guapo en persona que,
Al darse cuenta que la joven que acompañaba a Ivy, estaba pálida, Will se acercó al cajón de su escritorio, y tomó una hermosa bombonera, que contenía unas exquisitas trufas de chocolate con rellenos de jaleas de diferentes sabores.— ¿Quieren uno? —preguntó para intentar mitigar lo asustada que se veía la adolescente.—Yo sí —de inmediato expresó Ivy, y se acercó con mucha confianza a él.La observó atento, desenvolver aquella golosina y saborearla, como si no hubiera nada más importante en el mundo que disfrutar de un chocolate, y se emocionó, ya que él hacía exactamente lo mismo cuando los comía.—Nunca en toda mi vida, había comido un chocolate tan bueno como ese —mencionó Ivy con la boca llena—. Tienes que probarlos —solicitó a su amiga y le entregó un puñado de ellos—, guarda algunos en tu bolso para el camino —murmuró en secretó.William presionó sus labios, divertido al escucharla con claridad.— ¿Qué dicen me acompañan a comer? —volvió a preguntar—, les prometo que después de
La joven se llevó las manos a su cabellera, de inmediato una fuerte punzada le llegó a la cabeza, al ver como se alejaba con Ivy en brazos.— ¡No puede quitármela! —gritó y en ese instante lo alcanzó—, ella es mi hija. —De inmediato se interpuso para negarle el paso—. Tendrás que acabar conmigo, antes de que la apartes de mi lado —expusó con los dientes apretados.William bufó.—No te parece suficiente el daño que nos has ocasionado, me has privado de conocerla, de verla crecer —señaló ofuscado.Camila se llevó la mano a la mitad de su rostro y presionó sus párpados con fuerza, como pudo tomó una escoba que había sobre el pasillo, y lo miró con furia.—¿Tan temprano vas a volar? —William ladeó los labios y la miró con seriedad.—Muy gracioso. Si da un paso más. —Lo señaló con su dedo índice—, yo lo… —Presionó el mango con fuerza y lo levantó, intentando sonar amenazante.— ¿Qué estás haciendo mami? —la pequeña Ivy cuestionó, dando un largo bostezo.Ella inhaló profundo y con calma col
Al abrirse la puerta de la cabina del baño, William, distinguió la palidez en el rostro de Camila, además que caminaba sosteniéndose de las paredes, con la frente fruncida.— ¿Aún no se ha ido? —se quedó parada en la puerta.—Ivy está preocupada por ti —indicó—, irme, significaría prácticamente dejarla sola —bufó.—Siempre nos la hemos arreglado así —recalcó.—Si te la pasas escondiéndote, es obvio —reclamó.Ella sonrió sin mucho ánimo.—Nunca me he escondido, sigo viviendo en el mismo barrio, y trabajando en el mismo lugar —indicó con extrañeza, ante su comentario, se estremeció al sentir las manos de él en uno de sus brazos, para ayudarla a continuar.—Acuéstate, aquí —solicitó Ivy. —Señalando el sillón—, te traje una almohada y mi cobija favorita.William no pudo evitar sentir profunda ternura por la niña.—Gracias, mi princesa —la chica se acomodó sobre el sillón y cerró los ojos.Momentos después, Ivy llevó un vaso con agua y unos analgésicos.—La otra vez, dijo Lucía que los vol
William se encontraba sentado en su silla de piel, observando desde lo alto del rascacielo que se encontraba, la panorámica de la ciudad, completamente pensativo, en los documentos que había solicitado a su abogado.Miró su reloj, sabiendo que iba a ser la hora de comer, se puso de pie tomando su saco y una carpeta, y salió de su oficina.—Cancela todas mis citas —indicó a su asistente.La joven frunció el ceño con extrañeza, ya que su jefe no solía hacer eso, jamás.Tomó su vehículo, esta vez conduciéndolo él mismo, justo cuando atravesaba la ciudad, se decidió pasar primero al centro comercial. En dónde realizó algunas compras y luego volvió a seguir su trayectoria.Al llegar al piso donde vivía Ivy sonrió al ver que caminaba con Natasha de la mano del colegio.—No sabía que ibas a venir —Ivy mencionó con una gran sonrisa, que le llegó hasta su mirada.—Deseaba sorprenderte, ¿comemos juntos? —mostró las bolsas que sostenía.—Sí —la niña dio un par de saltos llena de emoción.Sin emb
— ¿Perdió el juicio? —cuestionó ella—. Usted y yo no tenemos nada en común, más que a Ivy. —Negó con la cabeza. — ¿Cree que en algún momento nos podríamos llevar bien? —se burló—, de lo único que me dan ganas es de darle con la escoba.Will presionó los labios para evitar reírse y con discreción desvió su mirada hacia sus sencillas ropas, y a sus desgastados zapatos deportivos, además de la apretada coleta, que llevaba.—Lo único que se me viene a la mente con esa escoba, es verte volando por los suburbios —se mofó divertido.El crujir del estómago de Camila, delató que se encontraba muy hambrienta. Sus mejillas se tornaron color carmín.William ladeó su rostro para apreciar lo bien que lucía con ese ligero rubor.—Te deje una porción de ramen —indicó y volvieron a entrar, entonces ambos se dieron cuenta que Ivy estaba sollozando.— ¿Qué te ocurre? —Camila se acercó a ella, mientras Will, se quedaba parado en el umbral de la puerta.—Ustedes están peleando, y a mí no me gusta que lo
William frunció el ceño con extrañeza, y se quedó pensativo.— ¿Por qué lo dices? —preguntó con curiosidad, deseando escuchar su teoría.Guillermo se aclaró la garganta, sin poder dejar de ver la hermosa mirada color azul de Ivy, a través de su móvil.—Si mal no recuerdo esa muchacha, aceptó rentar su vientre, porque tenía…, un familiar enfermo, ¿qué sabes de eso?Se sentó sobre la comodidad de un hermoso sillón reposet, en el cual se imaginaba por las noches con su hija, leyéndole un cuento.—No había pensado en ello —se sinceró—, no tengo la menor idea de lo que ocurrió con su madre, lo último que recuerdo es que Kate mencionó que la trasladarían a Texas, creo.—Hay mucho por averigüar —Guillemo no quiso decir más, ya que, le surgieron más dudas, ¿Quién podría elegir quedarse con un hijo ajeno y a la vez cuidar de una madre muy enferma, sabiendo los problemas legales que eso le traería? En definitiva, las cosas no encajaban, pero no era a él quien le tocaba descubrir la verdad, sufi
El corazón de Camila, palpitó con gran fuerza ante aquella pregunta que le hizo, arrugó la frente y entonces un fuerte golpe de indignación, la recorrió.— ¿Qué yo…, qué? —preguntó con asombro. — ¡¿Cómo se atreve a sugerir que yo le robé a su hija?! Ustedes, los de la clase alta, son de lo peor —gruñó—, basta con que tengan dinero para creer que pueden hacer con los demás, lo que se les da la gana —espetó con molestia.William abrió los ojos de par en par, sorprendido al escuchar la forma en la que le hablaba.—Si no te robaste a mi hija, entonces explícame ¿Cómo demonios es qué estás con ella y yo no? —inquirió sintiendo que su pecho subía y bajaba.—Vaya tal parece que tiene amnesia. —Lo miró con resentimiento—. Fueron ustedes los que llegaron a mi casa para exigirme que me practicara un abortó. —Colocó las manos sobre su vientre—, ni siquiera me dejaron llorar la pérdida de mi mamá, y comenzaron con sus amenazas.Agitó su cabeza negando.—Eso no es posible —refirió sintiendo que su