William frunció el ceño con extrañeza, y se quedó pensativo.— ¿Por qué lo dices? —preguntó con curiosidad, deseando escuchar su teoría.Guillermo se aclaró la garganta, sin poder dejar de ver la hermosa mirada color azul de Ivy, a través de su móvil.—Si mal no recuerdo esa muchacha, aceptó rentar su vientre, porque tenía…, un familiar enfermo, ¿qué sabes de eso?Se sentó sobre la comodidad de un hermoso sillón reposet, en el cual se imaginaba por las noches con su hija, leyéndole un cuento.—No había pensado en ello —se sinceró—, no tengo la menor idea de lo que ocurrió con su madre, lo último que recuerdo es que Kate mencionó que la trasladarían a Texas, creo.—Hay mucho por averigüar —Guillemo no quiso decir más, ya que, le surgieron más dudas, ¿Quién podría elegir quedarse con un hijo ajeno y a la vez cuidar de una madre muy enferma, sabiendo los problemas legales que eso le traería? En definitiva, las cosas no encajaban, pero no era a él quien le tocaba descubrir la verdad, sufi
El corazón de Camila, palpitó con gran fuerza ante aquella pregunta que le hizo, arrugó la frente y entonces un fuerte golpe de indignación, la recorrió.— ¿Qué yo…, qué? —preguntó con asombro. — ¡¿Cómo se atreve a sugerir que yo le robé a su hija?! Ustedes, los de la clase alta, son de lo peor —gruñó—, basta con que tengan dinero para creer que pueden hacer con los demás, lo que se les da la gana —espetó con molestia.William abrió los ojos de par en par, sorprendido al escuchar la forma en la que le hablaba.—Si no te robaste a mi hija, entonces explícame ¿Cómo demonios es qué estás con ella y yo no? —inquirió sintiendo que su pecho subía y bajaba.—Vaya tal parece que tiene amnesia. —Lo miró con resentimiento—. Fueron ustedes los que llegaron a mi casa para exigirme que me practicara un abortó. —Colocó las manos sobre su vientre—, ni siquiera me dejaron llorar la pérdida de mi mamá, y comenzaron con sus amenazas.Agitó su cabeza negando.—Eso no es posible —refirió sintiendo que su
Ivy saltaba divertida sobre un brincolín, regalo de su papá. Desde la comodidad de una tumbona Camila y William se sentaron a verla, disfrutar de aquel momento.— ¿Vas a venir a brincar conmigo? —Ivy gritó a William.Él sonrió y negó con la cabeza.—No, eso es para niños —mencionó.—Anda, aunque sea un ratito —volvió a gritar la niña—, por favor, te lo pido —solicitó sin dejar de brincar.Ladeó los labios y sonrió, se puso de pie y caminó hacia la pequeña, entonces se retiró su calzado deportivo y se subió al brincolin. Soltó una carcajada cuando saltó y su hija salió volando, por lo que de inmediato la sujetó y se dejó caer con la niña, muerto de la risa.—Es peligroso que estemos juntos aquí.Ivy prosiguió saltando con su papá acostado.—Será mejor que no te muevas, casi salgo disparada al césped —mencionó sin poder dejar de reir.Desde donde los observaba, Camila tampoco pudo evitar reír, hacía tanto que no disfrutaba de un buen momento, que aquel pequeño instante, significó mucho
Elevó sus pozos color miel y se reflejó con su azulada mirada. —No…, no sucede nada —expresó con nerviosismo, percibiendo como su delicioso aroma inundaba sus fosas nasales, y llegaban a lo más profundo de su ser, al estar tan cerca de él—. Vine a prepararle un emparedado a Ivy. —Mostró los platos que sostenía. — ¿Aún no han cenado? —cuestionó sin poder dejar de verla a los ojos. —No, Ivy tomó una ducha en la bañera, sacarla de ahí, fue lo más complicado que he hecho en mi vida —comentó riendo—, se quedó dormida, ya no tarda en despertar —informó. William elevó su rostro y observó a sus empleadas actuar de forma extraña. — ¿Por qué no le prepararon a la señorita Camila la cena? —inquirió con molestia. —A Ivy le encantan los emparedados, preparados por mí —explicó—, detecta cuando no viene de mi. — ¿En serio? —Will cuestionó con curiosidad. —Sí, mi amiga Lucía, se los ha preparado y se da cuenta —narró. —Bueno siendo así, no te entretengo más —manifestó. Al subir ambos las es
Soltó la taza que tenía entre sus dedos y corrió hacia Camila, para intentar evitar que se golpeara al caer al suelo, pero fue inutil, cuando llegó a ella, yacía inconsciente. — ¡Guadalupe! —gritó buscando a la chica de servicio. — ¿Dónde estás? —la llamó, tomando entre sus brazos a Camila y salió con rapidez con ella para recostarla sobre uno de los sillones de la sala. — ¿Qué necesita? —la joven salió del cuarto de servicio, en cuanto escuchó que la llamaba. —Llama al doctor De la Peña y solicita que venga cuanto antes —ordenó. —Enseguida, señor. William desabrochó algunos botones de la blusa de la chica y subió sus pies sobre algunas almohadas, al notar que respiraba, sintió alivio. — ¡¿Qué le pasó a mi mamá?! —Ivy se exaltó, ya que entró a la casa al escuchar los fuertes gritos de su papá. Con rapidez se movilizó hacia Camila, y la tomó de la mano—. Mamita por favor no te mueras —suplicó derramando varias lágrimas. —Tranquila, Ivy —William se acercó a ella, sintiéndose mal a
—Buenos días, dormilón.William, sintió que le descubrían el rostro.—Despierta, tenemos cosas que hacer. —Ivy saltó sobre su estómago, haciendo que diera un alarido.—Necesito dormir más.Entonces me voy a acostar un rato a tu lado. —Haló las cobijas.A continuación, William abrió los ojos de golpe y opuso resistencia con una de sus manos y con la otra, palpó hacia sus piernas, ya que no podía recordar si se acostó con el pijama.—Espera —solicitó.— ¿Qué ocurre? —arrugó su frente y soltó el edredón.—No traigo pijama —explicó—. Girate sobre la pared —indicó y ladeó los labios sonriendo.Ivy se bajó de la cama y se volteó mirando hacia el muro.—No entiendo cómo puedes dormir solo en calzones. —Soltó de golpe.—Bóxer, se llaman bóxer —corrigió—, para mí es algo muy cómodo —mencionó mientras se colocaba un pantalón de pijama.—¿Ya acabaste? —cuestionó con impaciencia—, el suelo está muy frío —indicó.Rodó los ojos y resopló.—Deberías usar pantuflas o sandalias. —Se acercó a ella y la
— ¿A dónde crees que vas? —William se colocó frente a la puerta oponiéndose. —Tengo que salir a buscar un trabajo —informó—, ya han pasado cuatro días, en los que he guardado reposo, tal y como lo ordenó el médico. Considero que ya tengo las fuerzas suficientes para continuar con mi vida —enunció. Él negó con la cabeza. —Hasta que el médico no te dé de alta, no puedes salir de esta casa, Ivy me dejó a tu cuidado y no puedo permitir que algo te suceda. Camila puso los ojos en blanco, sabía que no había forma posible de poder con la corporeidad de aquel hombre que le ganaba en altura y también en músculos. — ¿Cuándo podré ver al médico? —cuestionó—. Me siento apenada de que por mi culpa, no ha ido a trabajar. —Por la tarde te atenderá el especialista, ya tiene los resultados de los estudios que te realizaron—. Ladeó los labios y sonrió—. Puedo perfectamente hacer home office, por mi trabajo no te preocupes. Por lo pronto déjate cuidar —llamó a Lupita—, tráele un té a Camila, por fa
— ¿Y el señor William? —pregunto a Linda, la mujer del servicio. El señor tuvo que salir de emergencia —informó. —Déjame a solas con esta mujer —ordenó—, tenemos muchas cosas que hablar. Camila se puso de pie al tener frente a Kate, sus dedos presionaron con fuerza el respaldo de una de las sillas, intentando disimular el terror que sentía. —Supe de muy buena fuente, que estás viviendo en esta casa, bajo la protección de William. Vaya que saliste más lista de lo que imaginé. —Ladeó los labios y volvió a mirarla de arriba hacia abajo. Camila se paralizó ante la desagradable sorpresa que se llevó, no podía creer que ella estaba ahí, sí hubiera imaginado que eso podría haber sucedido, jamás habría aceptado la invitación del padre de Ivy. —Parece que te comieron la lengua los ratones —se mofó—. Dime ¿qué se siente ser el centro de atención de mi…, ex. —Alzó con altivez el mentón—, supe que se ha dedicado a cuidarte en cuerpo y alma, que te lleva el desayuno a la cama, y que incluso h