¿Por qué no podrá responder a la confesión de Rebeca?, las leo en las reseñar. Saludos.
—Buenos días, dormilón.William, sintió que le descubrían el rostro.—Despierta, tenemos cosas que hacer. —Ivy saltó sobre su estómago, haciendo que diera un alarido.—Necesito dormir más.Entonces me voy a acostar un rato a tu lado. —Haló las cobijas.A continuación, William abrió los ojos de golpe y opuso resistencia con una de sus manos y con la otra, palpó hacia sus piernas, ya que no podía recordar si se acostó con el pijama.—Espera —solicitó.— ¿Qué ocurre? —arrugó su frente y soltó el edredón.—No traigo pijama —explicó—. Girate sobre la pared —indicó y ladeó los labios sonriendo.Ivy se bajó de la cama y se volteó mirando hacia el muro.—No entiendo cómo puedes dormir solo en calzones. —Soltó de golpe.—Bóxer, se llaman bóxer —corrigió—, para mí es algo muy cómodo —mencionó mientras se colocaba un pantalón de pijama.—¿Ya acabaste? —cuestionó con impaciencia—, el suelo está muy frío —indicó.Rodó los ojos y resopló.—Deberías usar pantuflas o sandalias. —Se acercó a ella y la
— ¿A dónde crees que vas? —William se colocó frente a la puerta oponiéndose. —Tengo que salir a buscar un trabajo —informó—, ya han pasado cuatro días, en los que he guardado reposo, tal y como lo ordenó el médico. Considero que ya tengo las fuerzas suficientes para continuar con mi vida —enunció. Él negó con la cabeza. —Hasta que el médico no te dé de alta, no puedes salir de esta casa, Ivy me dejó a tu cuidado y no puedo permitir que algo te suceda. Camila puso los ojos en blanco, sabía que no había forma posible de poder con la corporeidad de aquel hombre que le ganaba en altura y también en músculos. — ¿Cuándo podré ver al médico? —cuestionó—. Me siento apenada de que por mi culpa, no ha ido a trabajar. —Por la tarde te atenderá el especialista, ya tiene los resultados de los estudios que te realizaron—. Ladeó los labios y sonrió—. Puedo perfectamente hacer home office, por mi trabajo no te preocupes. Por lo pronto déjate cuidar —llamó a Lupita—, tráele un té a Camila, por fa
— ¿Y el señor William? —pregunto a Linda, la mujer del servicio. El señor tuvo que salir de emergencia —informó. —Déjame a solas con esta mujer —ordenó—, tenemos muchas cosas que hablar. Camila se puso de pie al tener frente a Kate, sus dedos presionaron con fuerza el respaldo de una de las sillas, intentando disimular el terror que sentía. —Supe de muy buena fuente, que estás viviendo en esta casa, bajo la protección de William. Vaya que saliste más lista de lo que imaginé. —Ladeó los labios y volvió a mirarla de arriba hacia abajo. Camila se paralizó ante la desagradable sorpresa que se llevó, no podía creer que ella estaba ahí, sí hubiera imaginado que eso podría haber sucedido, jamás habría aceptado la invitación del padre de Ivy. —Parece que te comieron la lengua los ratones —se mofó—. Dime ¿qué se siente ser el centro de atención de mi…, ex. —Alzó con altivez el mentón—, supe que se ha dedicado a cuidarte en cuerpo y alma, que te lleva el desayuno a la cama, y que incluso h
Camila fijó sus ojos color miel en los de William, sin comprender qué es lo que tramaba Kate, algo en su interior le decía que no debía confiar en ella. Inhaló lo más profundamente que pudo y elevó su rostro, para no demostrar lo acorralada que se sentía. William se acercó dando pasos firmes y se interpuso entre ambas, distinguió con claridad, la mirada llena de aflicción de Camila, en cambio la de Kate, era la misma llena de frialdad, como siempre. «No sé cómo pude enamorarme de ti», Will dijo en su mente. — ¿Qué es lo que deseas? —cuestionó con dureza. — ¿Cómo te enteraste de la existencia de Ivy? —interrogó. —Deseo que me conozca, que se entere que, yo soy su verdadera madre, que lleva mi sangre. —Su mirada se cristalizó e inclinó su rostro. —No, usted no tiene derecho a estar cerca de mi hija. —Golpeó la mesa con sus puños—, o acaso ya se le olvidó que enviaron a ese hombre, John para obligarme a practicarme un aborto, diciendo que ya no requerían de ese bebé, como si se trat
William la sujetó entre la calidez de sus brazos y la llevó a la cama, se sentó a su lado y la cubrió con una frazada. —Intenta descansar. —Tomó un pañuelo desechable y limpió sus mejillas. —No creo poder hacerlo. —Observó el retrato que había en la mesa de noche, donde estaban Ivy y ella abrazadas—, no puedo dejar de tener miedo —manifestó. — ¿Y si me meten a la cárcel y nunca la vuelvo a ver? Una amarga sensación sobrecogió a William, la sola idea de imaginarla presa lo aterró. —Eso no va a pasar —se lo prometió a él mismo—, estaré pendiente de Kate, no permitiré que se atreva a denunciarte. —Depositó un beso casto sobre su frente. Camila cerró sus ojos y disfrutó por un breve instante, de la calidez y suavidad de sus labios, sintiendo una electrizante sensación, que rodeó todo su cuerpo, sintiendo una agradable sensación. Emitió una pequeña sonrisa, sin nada de ánimo, cerró sus ojos, y se quedó dormida, ante los mimos que William le daba. «¿Qué vamos a hacer?», se preguntó l
—Por…, que parece que le gusta hacerse la graciosa —William caminó a grandes zancadas hacia Kate y la tomó por el brazo—. Acompáñame a mi oficina —ordenó con voz seca y tiró de ella. La mujer abrió los ojos de par en par, ante la reacción de él. — ¿Acaso te volviste loca? —cuestionó con su gruesa voz. —¿No es lo que le iban a decir a la niña?, yo solo le di la pauta —se quejó. —Eres una completa desconocida, ¿qué es lo que buscas?, ¿causarle daño? —indagó. — ¿No se supone que te importa mucho? Kate presionó los labios con fuerza, para contener el temblor que sintió, ante sus cuestiones. —Deseo acercarme a ella, estoy impaciente —expresó con ansiedad. —Pues…, esta no es la forma —William presionó su mandíbula—, a la única mujer que ha conocido como su madre, es a Camila, y por el momento tiene que seguir así —ordenó. Kate no pudo evitar hacer un mohín, en señal de disgusto. —Después de todo lo que nos hizo, ¿vas a permitir que se siga saliendo con la suya? —interrogó ella. Wil
Momentos más tarde, Kate se fue a guardar todas sus cosas, llamó a Linda, para que le ayudara a acomodar su ropa, mientras ella se metía a ducharse.—Mañana que es sábado, ¿que acostumbran hacer en casa? —indagó Kate, en cuanto salió del baño.—Se la pasan en el jardín —contestó la mujer—, el señor William entra a la piscina con la niña, le está enseñando a nadar.— ¿Y la mujer esa? —indagó. — ¿No se mete al agua con ellos? cuestionó con curiosidad.—No, nunca la he visto que lo haga.— ¿Qué hace en ese tiempo? —Los acompaña un rato y luego se dirige a la cocina y les prepara emparedados y limonada —explicó.— ¿Emparedados? —se mofó—, a esa mujer no solo le falta clase, sino buen gusto por la comida. William jamás en la vida comía esas porquerías. —Se llevó la mano a la cabeza.—Si estuviera aquí Martha, ella se encargaría de todo, pero por desgracia, la corrieron —Linda se quejó.—Pero ya no lo está —expresó mientras acariciaba su castaña cabellera—, necesito saber ¿de qué lado est
Ivy frunció el ceño al ver que Camila se alejaba, no comprendía con exactitud lo que le ocurría, dejó el bocadillo sobre la mesa y se puso de pie. —Voy con mi mami —mencionó y se puso de pie. —Pero estás comiendo, seguro se le metió una basurita en el ojo y ahorita vuelve. —Acarició su barbilla—, anda sigue comiendo —solicitó—, todo lo preparé con mucho cariño, para celebrar mi regreso. —Tomó una copa de vino que recién les llevó Linda y bebió con rapidez un sorbo. —Kate tiene razón, sigue comiendo con tranquilidad. —Se puso de pie—. Voy a ver que no necesite nada —sonrió con ternura a su hija. El rostro de aquella fémina, cambió por completo al sentirse desconcertada ante la reacción de William, con una persona que no era ni de su familia, una gran descarga llena de celos, la invadió por completo. —Espero que no tarden —dijo, pero William ya se había alejado y no la alcanzó a escuchar, entonces, dejó su copa y tomó un pincho, para intentar disipar la frustración que la estremecía