¿Será que Kate ya sabe de Ivy? ¿Con que intensiones habrá ido a la residencia de Will? Las leo en las reseñas. Saludos y que tengan un excelente fin de semana.
— ¿Y el señor William? —pregunto a Linda, la mujer del servicio. El señor tuvo que salir de emergencia —informó. —Déjame a solas con esta mujer —ordenó—, tenemos muchas cosas que hablar. Camila se puso de pie al tener frente a Kate, sus dedos presionaron con fuerza el respaldo de una de las sillas, intentando disimular el terror que sentía. —Supe de muy buena fuente, que estás viviendo en esta casa, bajo la protección de William. Vaya que saliste más lista de lo que imaginé. —Ladeó los labios y volvió a mirarla de arriba hacia abajo. Camila se paralizó ante la desagradable sorpresa que se llevó, no podía creer que ella estaba ahí, sí hubiera imaginado que eso podría haber sucedido, jamás habría aceptado la invitación del padre de Ivy. —Parece que te comieron la lengua los ratones —se mofó—. Dime ¿qué se siente ser el centro de atención de mi…, ex. —Alzó con altivez el mentón—, supe que se ha dedicado a cuidarte en cuerpo y alma, que te lleva el desayuno a la cama, y que incluso h
Camila fijó sus ojos color miel en los de William, sin comprender qué es lo que tramaba Kate, algo en su interior le decía que no debía confiar en ella. Inhaló lo más profundamente que pudo y elevó su rostro, para no demostrar lo acorralada que se sentía. William se acercó dando pasos firmes y se interpuso entre ambas, distinguió con claridad, la mirada llena de aflicción de Camila, en cambio la de Kate, era la misma llena de frialdad, como siempre. «No sé cómo pude enamorarme de ti», Will dijo en su mente. — ¿Qué es lo que deseas? —cuestionó con dureza. — ¿Cómo te enteraste de la existencia de Ivy? —interrogó. —Deseo que me conozca, que se entere que, yo soy su verdadera madre, que lleva mi sangre. —Su mirada se cristalizó e inclinó su rostro. —No, usted no tiene derecho a estar cerca de mi hija. —Golpeó la mesa con sus puños—, o acaso ya se le olvidó que enviaron a ese hombre, John para obligarme a practicarme un aborto, diciendo que ya no requerían de ese bebé, como si se trat
William la sujetó entre la calidez de sus brazos y la llevó a la cama, se sentó a su lado y la cubrió con una frazada. —Intenta descansar. —Tomó un pañuelo desechable y limpió sus mejillas. —No creo poder hacerlo. —Observó el retrato que había en la mesa de noche, donde estaban Ivy y ella abrazadas—, no puedo dejar de tener miedo —manifestó. — ¿Y si me meten a la cárcel y nunca la vuelvo a ver? Una amarga sensación sobrecogió a William, la sola idea de imaginarla presa lo aterró. —Eso no va a pasar —se lo prometió a él mismo—, estaré pendiente de Kate, no permitiré que se atreva a denunciarte. —Depositó un beso casto sobre su frente. Camila cerró sus ojos y disfrutó por un breve instante, de la calidez y suavidad de sus labios, sintiendo una electrizante sensación, que rodeó todo su cuerpo, sintiendo una agradable sensación. Emitió una pequeña sonrisa, sin nada de ánimo, cerró sus ojos, y se quedó dormida, ante los mimos que William le daba. «¿Qué vamos a hacer?», se preguntó l
—Por…, que parece que le gusta hacerse la graciosa —William caminó a grandes zancadas hacia Kate y la tomó por el brazo—. Acompáñame a mi oficina —ordenó con voz seca y tiró de ella. La mujer abrió los ojos de par en par, ante la reacción de él. — ¿Acaso te volviste loca? —cuestionó con su gruesa voz. —¿No es lo que le iban a decir a la niña?, yo solo le di la pauta —se quejó. —Eres una completa desconocida, ¿qué es lo que buscas?, ¿causarle daño? —indagó. — ¿No se supone que te importa mucho? Kate presionó los labios con fuerza, para contener el temblor que sintió, ante sus cuestiones. —Deseo acercarme a ella, estoy impaciente —expresó con ansiedad. —Pues…, esta no es la forma —William presionó su mandíbula—, a la única mujer que ha conocido como su madre, es a Camila, y por el momento tiene que seguir así —ordenó. Kate no pudo evitar hacer un mohín, en señal de disgusto. —Después de todo lo que nos hizo, ¿vas a permitir que se siga saliendo con la suya? —interrogó ella. Wil
Momentos más tarde, Kate se fue a guardar todas sus cosas, llamó a Linda, para que le ayudara a acomodar su ropa, mientras ella se metía a ducharse.—Mañana que es sábado, ¿que acostumbran hacer en casa? —indagó Kate, en cuanto salió del baño.—Se la pasan en el jardín —contestó la mujer—, el señor William entra a la piscina con la niña, le está enseñando a nadar.— ¿Y la mujer esa? —indagó. — ¿No se mete al agua con ellos? cuestionó con curiosidad.—No, nunca la he visto que lo haga.— ¿Qué hace en ese tiempo? —Los acompaña un rato y luego se dirige a la cocina y les prepara emparedados y limonada —explicó.— ¿Emparedados? —se mofó—, a esa mujer no solo le falta clase, sino buen gusto por la comida. William jamás en la vida comía esas porquerías. —Se llevó la mano a la cabeza.—Si estuviera aquí Martha, ella se encargaría de todo, pero por desgracia, la corrieron —Linda se quejó.—Pero ya no lo está —expresó mientras acariciaba su castaña cabellera—, necesito saber ¿de qué lado est
Ivy frunció el ceño al ver que Camila se alejaba, no comprendía con exactitud lo que le ocurría, dejó el bocadillo sobre la mesa y se puso de pie. —Voy con mi mami —mencionó y se puso de pie. —Pero estás comiendo, seguro se le metió una basurita en el ojo y ahorita vuelve. —Acarició su barbilla—, anda sigue comiendo —solicitó—, todo lo preparé con mucho cariño, para celebrar mi regreso. —Tomó una copa de vino que recién les llevó Linda y bebió con rapidez un sorbo. —Kate tiene razón, sigue comiendo con tranquilidad. —Se puso de pie—. Voy a ver que no necesite nada —sonrió con ternura a su hija. El rostro de aquella fémina, cambió por completo al sentirse desconcertada ante la reacción de William, con una persona que no era ni de su familia, una gran descarga llena de celos, la invadió por completo. —Espero que no tarden —dijo, pero William ya se había alejado y no la alcanzó a escuchar, entonces, dejó su copa y tomó un pincho, para intentar disipar la frustración que la estremecía
Eran cerca de las 6:00 pm, cuando llegó de trabajar Camila, se sentía fatigada, ya que tuvo que cubrir el turno de una compañera. Al ingresar sintió como si una fuerte descarga le cayera encima, al ver a William sentado en el comedor, con Ivy ayudándole a la tarea y a Kate llevarles un par de tartas de frutas.Presionó el estuche molde que cubría el pastel, que le llevaba a su pequeña e inhaló profundo para no lanzar al piso lo que Kate les dio. —Está muy rico, gracias —respondió Ivy y prosiguió haciendo pequeñas bolitas de papel con sus dedos, mientras William, coloca pegamento en una tapa de hule.—Me alegra saber que te gusta —sonrió—, me encargaré de traerlo más seguido.—En realidad el pastel de queso con zarzamoras que prepara mi mamá, es más bueno. —Inhaló profundo y lo saboreó.Kate disimuló su enfado.—Me encantaría probarlo —expresó y se acercó hacia donde se encontraba William, para acercar un trozo de papel, aprovechó para hacer notar su perfecto escote.William no pudo e
En cuanto llegaron a la casa, ingresaron a la cocina y tomaron algunas bebidas, para hidratarse, entonces se cruzaron con Kate. — ¿Cómo les fue en tu visita con la loquera? —bromeó mirando a la niña. — Acaso estoy loca, ¿por eso me están llevando? —Ivy indagó con extrañeza. Camila y William, rodaron los ojos, a ella se le revolvió el estómago al escucharla hablar. Kate no pudo evitar reír. —Solo es una broma, pequeña, deseaba hacerte sonreír, pero me temo que soy muy mala para eso, mi sentido del humor es distinto. —Se encogió de hombros. —Oh…, no se preocupe —respondió Ivy sin darle importancia—, quizás lo que le hace falta, es ser más divertida, siempre tiene la cara larga —la imitó—, yo creo que lo que necesita, cambiar su cara, porque parece que siempre está de malas. William presionó con fuerza los labios, para no burlarse. Entonces Kate dejó de burlarse y no dijo nada más. —Tengo que decirte algo. —Camila acomodó un mechón de la castaña cabellera de Ivy, su mirada se cr