Asteria intentó moverse para crear algo de distancia, pero su propio cuerpo parecía paralizado por el impacto de la cercanía. El calor que emanaba de Lysandra, tan palpable como su presencia, envolvía el espacio reducido entre ellas, y Asteria no pudo evitar sentirse atrapada en el momento. Fue entonces que el cachorro, como si sintiera la necesidad de interrumpir la quietud, se agitó entre sus piernas y comenzó a mover las patas con entusiasmo. El pequeño animal saltó hacia el espacio entre ambas, rompiendo el silencio con un pequeño ladrido mientras daba rienda suelta a su energía matutina. Asteria intentó contenerlo, pero antes de que pudiera hacerlo, el desastre comenzó: un pequeño charco de pis apareció en la cama junto con algo más que hizo que sus ojos se abrieran completamente de sorpresa. —¡Oh no! —exclamó, su voz saliendo más alta de lo que esperaba mientras intentaba controlar al cachorro. Lysandra despertó con el sonido de la exclamación de Asteria, abriendo los oj
—Es adorable —comentó Nora, acariciando la cabeza del cachorro antes de dirigir su atención nuevamente a Lysandra—. Pero estoy segura de que no viniste aquí solo para presentarme a tus nuevas amigas. ¿Qué necesitas? Lysandra comenzó a explicar, su tono profesional mientras describía las pistas que necesitaban seguir y la información que Nora podía proporcionarles. Asteria escuchaba en silencio, pero no podía evitar notar cómo Nora se inclinaba ligeramente hacia Lysandra al hablar, cómo su mano rozaba casualmente el brazo de la detective en momentos específicos, y cómo su sonrisa se ampliaba cada vez que Lysandra la miraba.Había algo en la dinámica entre ambas mujeres que hizo que Asteria sintiera un nudo formarse en su estómago. No entendía del todo la sensación, pero la incomodidad crecía con cada gesto, cada sonrisa, cada roce que se intercambiaban. Asteria bajó la mirada al cachorro, acariciándolo distraídamente mientras intentaba ignorar la punzada de celos que se instalaba en
Lysandra estaba de pie, su figura alta dominando el espacio, con los brazos cruzados mientras su mirada fija en Nora transmitía una mezcla de paciencia y determinación. La tarjeta con el nombre del hombre que necesitaban investigar estaba sobre la mesa, apenas tocada, mientras Nora la miraba con una sonrisa que era peligrosa y juguetona en igual medida. Asteria, sentada junto a ellas, acariciaba al cachorro que descansaba en su regazo. Su mente estaba llena de preguntas: ¿quién era ese hombre? ¿Por qué estaban en el club buscando respuestas? ¿Y por qué Nora parecía disfrutar tanto de provocar a Lysandra? La tensión era palpable, y aunque Asteria trataba de mantenerse al margen, cada mirada que Nora dirigía hacia ella le hacía sentir que estaba más involucrada de lo que quería admitir. —El hombre en cuestión aparece relacionado con las pistas que encontramos —dijo Lysandra finalmente, su voz firme mientras deslizaba la tarjeta hacia Nora. Su tono no dejaba espacio para dudas ni n
Nora, por su parte, pareció disfrutar del intercambio silencioso, observando a ambas mujeres con una mirada que parecía saber más de lo que estaba pasando Nora tamborileó sus dedos sobre la mesa, su sonrisa ampliándose mientras observaba el ambiente cargado entre Lysandra y Asteria. Había una chispa de diversión en sus ojos, como si estuviera disfrutando de un espectáculo al que nadie más tenía acceso y quería ser participé. Finalmente, se inclinó hacia Lysandra, dejando que su voz cortara el silencio de la mesa con una ligereza provocadora. —Sabes, Lysandra, nunca te había visto tan interesada por una persona, diría que nunca te habia visto tan protectora y territorial—dijo, su tono cuidadosamente calculado para incomodar. Lysandra no respondió de inmediato, pero Asteria, aún distraída con el cachorro, sintió cómo la tensión en el aire aumentaba. La detective mantuvo su postura firme, su mirada fija en Nora con la misma intensidad que empleaba en sus interrogatorios más efecti
La luz de la mañana se filtraba a través de las enormes ventanas del salón, iluminando la opulencia que Asteria apenas notaba. En el aire flotaba una quietud pesada, como si el mundo estuviera conteniendo el aliento. Frente a ella, sobre la mesa de mármol, descansaba una fotografía de Cadmus. Sonreía con una confianza desenfadada que ahora parecía un recuerdo lejano.Asteria cerró los ojos por un momento, intentando bloquear el eco de su ausencia. Pero el silencio era demasiado fuerte, y cada pensamiento se convertía en una espiral que volvía al mismo lugar: ¿Dónde estaba su hermano? ¿Por qué nadie podía ayudarla a encontrarlo? Con un suspiro entrecortado, se levantó y caminó hacia la cocina, buscando distraerse con el ruido mecánico de la cafetera.El timbre rompió la rutina. Asteria se congeló por un segundo ante de dirigirse hacia la puerta, su corazón latiendo con fuerza. Era temprano para visitas, demasiado temprano. Cuando abrió la puerta, se encontró con Nadia Veyra, su mejor a
Desde las sombras emergió una figura, alta y amenazante, con pasos deliberados que reverberaban en el espacio vacío. El aire parecía haberse congelado mientras las dos se preparaban para lo inevitable.—No deberías estar aquí —gruñó el hombre, su voz profunda reverberando como un eco siniestro.Lysandra avanzó un paso, su postura relajada pero alerta, como una pantera lista para atacar. Su voz, cuando habló, fue baja pero cargada de autoridad.—Y tú no deberías estar siguiéndonos. Pero aquí estamos. Así que, ¿por qué no vuelves por donde viniste antes de que esto termine mal para alguien? —Su mirada era afilada como una navaja, y en ella había una advertencia que incluso el hombre pareció entender.Pero en vez de retroceder, el desconocido continuó avanzando. Fue Lysandra quien rompió la inmovilidad, empujando a Asteria detrás de ella con un movimiento rápido.—Quédate atrás —ordenó, su tono lo suficientemente firme para no aceptar discusión.Asteria, aunque incómoda por la situación,
Finalmente, Lysandra logró desestabilizarlo con una patada en la rodilla que lo hizo caer al suelo. Pero el hombre delgado ya había recuperado su posición y se lanzaba hacia ella con un cuchillo. Lysandra reaccionó con rapidez, desviando el arma con su antebrazo y empujándolo con fuerza hacia un montón de escombros.—¡Lysandra! —gritó Asteria desde el auto, su voz cargada de preocupación.La detective la miró brevemente, un destello de satisfacción cruzando sus ojos antes de correr hacia el vehículo. Cuando Lysandra llegó al auto, se subió rápidamente y cerró la puerta de golpe.—Tenemos que irnos —dijo mientras encendía el motor y aceleraba, dejando a los atacantes atrás.El silencio dentro del vehículo era tan pesado como el aire del parque. Asteria miró a Lysandra, con el corazón aún latiendo con fuerza.—Gracias —murmuró, sin saber qué más decir.Lysandra soltó un pequeño suspiro y se permitió una leve sonrisa.—Por eso te dije que no vinieras sola —respondió, su tono suave pero c
Lysandra, con las manos firmes en el volante, llevaba el rostro tenso. Aunque había logrado sacarlas del peligro, sus pensamientos parecían estar enfocados en lo que vendría después. Miraba de vez en cuando por el espejo retrovisor, vigilante, como si esperara que las sombras del depósito las siguieran. —¿Qué crees que haya en este disco duro? —preguntó Asteria finalmente, rompiendo el silencio que comenzaba a volverse insoportable. Lysandra no apartó la mirada de la carretera, pero su respuesta fue breve y directa. —Si Cadmus lo escondió allí, es porque contiene algo importante. Y probablemente algo peligroso. Asteria bajó la vista al disco en sus manos, un objeto tan pequeño y aparentemente insignificante, pero que ahora representaba todo por lo que estaban luchando. Su mente se llenó de imágenes de su hermano: su sonrisa despreocupada, sus bromas constantes, su manera de enfrentar el mundo como si nada pudiera detenerlo. Pero ahora estaba claro que había algo que sí lo habí