El mundo seguía girando en su constante afán. Los días habían transcurrido y luego algunas semanas habían pasado convirtiéndose de esta manera en meses.Ana Miller había desaparecido por completo del mapa, no sin antes firmar los documentos en los que renunciaba para siempre a los derechos y deberes sobre su hijo. Ahora Bautista sería solo el hijo del difunto Honorato Holt y criado por su tutor legal, nombrado previamente por el anciano, Viggo Holt.Los pequeños bebés tenían solo un par de meses de diferencia, lo que hacía pensar a todos que ellos eran hermanos, aunque no estaba en los planes de la pareja que eso fuera así. Ellos tenían planeado decir siempre que los gemelos eran los sobrinos de Bautista, ya que ese era el parentesco real, por descabellado que parezca._ En qué piensas mi pequeño ángel_ dijo la gruesa voz de Viggo ingresando a la habitación mientras Lara veía a los pequeños dormir._ En nada realmente…en todo _ contestó ella con un suspiro _ creo que todo lo que ha ocu
Dicen que los hijos te cambian la vida. Ellos son los que enseñan lo que es verdaderamente importante, los que ayudan a crecer y a valorar esos pequeños momentos que son efímeros e irrepetibles.Esto es lo que había ocurrido con Miller, por lo que todos estaban muy sorprendidos. Aarón Miller era un padre ejemplar, un empresario exitoso y solo veía por los ojos de sus hijas. Nada le importaba más que sus gemelas. Ellas eran su motor y lo que lo ayudaba a mantenerse de pie a pesar de todo lo que le había ocurrido en el último año.Los señores Miller habían regresado a casa, pero él no. Había preferido quedarse allí. Había establecido su empresa y la estaba haciendo crecer gracias a su gran trabajo de liderazgo y los buenos negocios que lograba realizar. Las niñas eran dos muñecas muy parecidas a su madre, solo que sus ojos no eran verdes, sino de un hermoso color miel, idénticos a los de su padre._ Tendrá que tener mucho cuidado cuando crezcan Señor Miller _ dijo la melodiosa y dulce v
Ese día el sol brillaba con intensidad en el firmamento. Era como si todo se hubiera preparado para ese día tan feliz para las dos familias, ya que por fin la boda se hacía presente.Lara y Anastasia habían pasado la noche en el hotel, donde se llevaría a cabo la ceremonia, ya que no debían dormir junto con sus futuros maridos. Ellos lo habían hecho en la Villa Kovacs, junto con el resto de los hombres de la familia, mientras que los niños estaban en compañía de sus madres, como era de esperarse.Desde temprano había comenzado el ajetreo de la boda. Ellas debían ser preparadas como las dos princesas que eran para toda la familia.Las maquiladoras, y estilistas habían comenzado su arduo trabajo. Debían preparar a las dos novias, y al resto de las mujeres que estaban allí. Ellas estaban ansiosas, nerviosas y un poco desesperadas porque ese día, que tanto desearon, pero que nunca creyeron posible había llegado.Ellas siempre pensaron que su amor era prohibido. Primero porque ellos no las
Los años habían transcurrido de manera inexorable. Las familias se habían unido más aún, si era posible y habían crecido de manera exponencial.Adriano ya tenía cuatro hijos, y si no fuera porque su esposa ya no quería tener más hubieran seguido. El hombre quería tener una familia muy numerosa, quería llenarlos de amor y cuidados.Anastasia y Fabricio habían tenido dos hijos más después de la hermosa Alana. Eran dos varoncitos muy traviesos que hacían renegar en gran manera a su madre, ya que su padre siempre los apañaba y les dejaba hacer todo lo que se les antojara.Viggo y Lara eran, sin duda, los más prolíficos y es que además de los gemelos, ellos habían tenido a unas hermosas niñas idénticas a su madre. Eran dos muñecas rubias de ojos verdes esmeralda. Sin duda alguna una gran familia, junto con Bautista eran cinco los niños a su cargo.Todos en la ciudad admiraban la gran y hermosa familia que se había conformado. Ellos disfrutaban de su tiempo juntos. Hubo dificultades, sin lug
La lluvia caía estrepitosamente por la ciudad. Todos corrían de un lado a otro intentando protegerse de las inclemencias del clima. Lara estaba entre estos transeúntes que habían sido pescados desprevenidos y a los que la tormenta los había agarrado sin siquiera un paraguas con el que cubrirse. Sabía manejar muy bien, pero no había podido terminar de juntar el dinero suficiente como para comprar un auto, ni siquiera de los más económicos.Ella caminaba de todos modos con una gran sonrisa en los labios. Este día era su cumpleaños. Hoy cumplía un año más de vida y ya contaba con 21. Se sentía plena, segura y cálida a pesar del inclemente clima.Sabía que en su casa la esperaba su amado esposo, el hombre al que amaba profundamente y con el que llevaba siete meses de feliz matrimonio. Aunque debía reconocer que él no era el hombre más cariñoso del mundo, por el contrario, era frío y distante con ella, pero de todos modos ella así lo amaba.Se habían conocido en la empresa de la que Aarón
Ese día había transcurrido de manera lenta, las horas se hicieron interminables y Lara sufrió durante gran parte de él de las inclemencias de la fiebre.Aarón jamás volvió. Nunca contestó sus llamadas ni sus mensajes. Parece ser que de repente se había olvidado por completo de ella. Y la verdad podía ser aún más cruel que ese olvido.Con mucho esfuerzo ella se alistó para ir a su lugar de trabajo. De alguna manera tendrá que saber algo de él, alguna noticia. Si el día anterior fue a la empresa está segura de que este no será la excepción.Con mucho esfuerzo se levantó de su cama y se dio una larga ducha para luego vestirse y arreglarse. Estaba ya lista cuando sintió que la puerta de entrada era abierta. Solo una persona podía ser, y ella se sintió feliz de ver que por fin él se acordaba de ella. Quizá todo lo que su amiga dijo era suposiciones de los empleados y él estaba feliz por algún trato que había cerrado.Aarón jamás le decía nada de sus negocios, siempre le dijo que no le gust
El día había comenzado con los trajines y afanes normales. Aarón despertaba con una gran sonrisa mientras miraba a Amelia dormir aún en sus brazos. Se sentía completo, ya nada podía estar mal.Como cada mañana se alistó para asistir a su oficina, no por ser el jefe iba a llegar tarde, al contrario, él siempre debía dar el ejemplo.Salió feliz, dejando un beso dulce en la frente de una aún adormilada mujer. El día parecía por demás prometedor. Después de todo, las cosas le habían salido excelentes, mejor de lo que pensaba ya que Lara había firmado sin tanto escándalo y el dinero que le daba no era más que un grano de arena en el desierto para él.Con ese pensamiento feliz ingresó a su trabajo. Todos alrededor se inclinaban al verlo. Aarón Miller inspiraba mucho respeto y obediencia de todos y ahora que lo veían risueño se sentían bastante desconcertados, hacía mucho tiempo que su jefe no estaba tan feliz.Al pasar por la gran recepción vio a uno de los empleados de correo. Lo siguió co
Aarón conducía a toda velocidad por las calles de la ciudad. La zona en la que se encontraba la casa era muy buena, pero no era en la que vivían las personas con mayor poder adquisitivo de Ciudad A. Era un lugar de trabajadores acomodados, nada más.Al llegar a la casa se bajó apresurado del auto. Estaba casi sin aliento. Tomó las llaves y abrió con ellas las puertas._ ¡Lara! ¡Lara! _ gritaba furioso.Observó atento el lugar y sintió la casa desierta, a pesar de estar completamente amoblada y que a simple vista nada faltara en ella, él en el fondo sabe que algo falta, de la misma manera que en momentos siente que algo le falta a su vida.Subió apresurado las escaleras, y se encaminó directo a la habitación. Al entrar la sensación de vacío se amplió. La buscó en todas las direcciones y no la encontró. Un frío glacial lo recorrió por completo y su cuerpo se estremeció al comprender que ella no estaba ahí. Buscó entre sus cosas y parecía que toda la ropa estaba en el lugar. Sus joyas, t