Areliz quedó muy enfadada de que Noah se atreviera a interrumpir su cita con Andrew (aunque no es que estuviera tan emocionada de salir con él), pero la verdad que más que molesta estaba muy confundida. ¿No se suponía que él estaba súper enamorado de su adorada Emma? Tanto que estaba dispuesto a dejar su orgullo de lado y humillarse frente a Areliz ¿no era así? Pero entonces… ¿por qué se estaba metiendo en su vida de esa forma? ¿Por qué actuaba como si aun sintiera algo por ella? ¿Simple obsesión? ¿O acaso en serio se creía su dueño? Creía conocer bien a Noah, pero la verdad que esto era terreno nueva, porque ella estaba acostumbrada al Noah coqueto, al Noah orgulloso y al Noah celoso, pero todos esos estaban dentro del Noah que la amaba, y ahora sabía que él solo la odiaba, entonces… ¿por qué a veces le daba la impresión de que todavía sentía muy en el fondo algo de amor por ella? Tal vez ya se estaba volviendo loca… Porque él la odiaba, y ella lo odiaba a él. El domingo An
Areliz sentó a su hijo en el sofá de su escritorio y le pidió jugar con los juguetes que había traído de casa, cosa a la que accedió encantado y se quedó allí tranquilito jugando. Suspiró aliviada y decidió ponerse a trabajar de una vez, aunque su mente seguía distrayéndose con lo que pasó con Noah y su madre hace poco. Siguió trabajando tranquila un tiempo, hasta que su hijo llamó por su atención pidiéndole que jugarán juntos. —Espera un momento, cariño, termino esto y jugamos un rato. —Le sonrió amorosamente. Después de estudiar algunos síntomas de Emma, finalmente dejo su escritorio y se acercó al sofá para jugar con su hijo. Luego de un rato él se sintió soñoliento y ella lo cargo en brazos y lo paseo alrededor de la oficina hasta que por fin se durmió. Lo acomodo en el sofá con una manta y volvió a su escritorio a seguir trabajando, y así estuvo un rato hasta que tocaron a su puerta. Miro preocupada a su hijo, pero él ni se crespo ante el ruido, cosa que la alivi
Una vez terminó de hablar con Areliz, Nia fue directo a la oficina de su hermano, viendo que todavía seguía discutiendo con su madre respecto al tema que la había llevado allí corriendo: la paternidad del pequeño Nick. Estaba muy agradecida de que su madre siempre le contara todo y siempre la llamará para hacer de su apoyo cuando ella y Noah no estuvieran de acuerdo, aunque esta vez Nia planeaba tomar el lado de su hermano, tristemente para su madre. —¡Te digo que es una pérdida de tiempo, madre! ¡No voy a hacer una prueba inutil de paternidad cuando ya sé que no es mío! —¿Cómo puedes estar tan seguro? Mira, yo soy tu madre, yo te vi cuando eras pequeño, y te digo que sí se parece a ti. —Por favor, madre, eso fue hace treinta años, ¿cómo puedes confiar tanto en tu memoria? Muchas veces no recuerdas ni dónde están tus joyas más valiosas ¿y quieres que te crea que recuerdas a la perfección mi apariencia de niño? —Es diferente, unas joyas nunca tendrán tanto valor para mí como mi p
Areliz tenía un mal presentimiento, un muy mal presentimiento desde el día de ayer, desde su encuentro con Agatha y Noah en uno de los jardines de su exageradamente bella clínica. No podía explicar este mal presentimiento, simplemente lo sentía. De hecho, Noah ni siquiera se había aparecido ayer para darle su malteada del día, y ella no había tenido ganas ni de reclamarle. De hecho, de lo que no tenía ganas era de verlo. Fue a la clínica a trabajar normalmente luego de dejar a su hijo con Fabia (que le preguntó por su rostro preocupado, pero le dijo que hablarían luego). Estuvo trabajando mayormente tranquila, sin cambios, hasta que salió a almorzar y tuvo el presentimiento de estar siendo observada. No vio a nadie en particular mirándola, así que encogió los hombros y después de almorzar volvió a su oficina, donde ya se sintió más tranquila. A este punto ya estaba comenzando a llegar al fin del análisis de todos los síntomas y el historial médico de Emma, pronto sería hor
Al día siguiente en el hospital, Areliz fue directamente al cuarto de Emma, acompañada de Remy. Les dijo a los otros doctores las pruebas que necesitaba hacer, pero ellos le dijeron que tendría que esperar a la noche a cuando Emma estuviera despierta para darle el consentimiento. —No puedo esperar a la noche, soy madre, siempre me voy a horario. —Pues entonces debes esperar a mañana —dijo el Dr. Mordred, viéndola con fastidio, como siempre. —¿Y qué haremos hasta entonces? ¿Qué hacen mientras esperan su consentimiento? —Monitorearla —explicó Amber, luciendo aburrida. —Podemos monitorear juntos —dijo el Dr. Rogers con su tono coqueto de siempre. —No gracias. —Lo miró con cansancio—. Creo que mejor iré a hacer algo de investigación… —Vamos, podemos pasarla bien y...—Ella le dijo que no, doctor. —Remy miró mal a su superior sin importarle nada, como siempre, y Areliz de inmediato le sonrió agradecida. Se despidió de Remy y salió de la habitación y fue a su oficina, donde estuvo
Areliz se sentía muy débil y patetica, no tenía ganas de ir a trabajar ese día después del tonto espectaculo de llanto que dio frente a Noah… Sin embargo, la Lizzy doctora en ella era muy responsable, y necesitaba saber si Emma había aceptado las pruebas, así que no tuvo más opción que levantarse e ir aunque a regañadientes. Dejó a su hijo con Fabia y condujo al hospital. Se encontró con Remy y fueron a la habitación de Emma, donde los otros doctores le dijeron que su querida paciente había rechazado las pruebas. —¡¿Qué?! ¡Pero no puedo hacer mi trabajo si no me deja hacer nada! —Lo siento, dijo que no quiere más pruebas y dijo… —Amber dudo un poco en seguir hablando— dijo que nunca aceptaría hacer nada que tú le digas… —¿Qué se supone que hacemos con un paciente así? —preguntó Remy—. ¿Conseguir una orden de la corte? —Quizás solo debamos hacer que el jefe hable con ella, ya que es su pareja —sugirió Amber con una sonrisa nerviosa. Areliz rodó los ojos. —Bien, hablaré con
Noah todavía recordaba el momento en el que su madre le dio la noticia de las palabras de Areliz, de su confesión respecto a la paternidad de su hijo. Su madre había llegado a su oficina junto con Nia, las dos viéndose bastante tristes, aunque su hermanita no dejaba de darle empujones a su madre para que se sentara frente a Noah y le diera la noticia. —Dile, madre, él merece saber la verdad que ella tanto se negó a decirle —dijo Nia con ojos tristes. —Lo sé, lo sé. —Su madre suspiro—. Escucha, Noah… Fu… fui a hablar con tu ex esposa y… —Agh, fuiste para pedirle que haga una prueba de paternidad, ¿no es cierto? Te dije que no quiero que intervengas, madre, no quiero una prueba inútil para algo que se ve a simple vista. —Pues tenías razón… —susurró su madre con voz queda y la mirada baja, dejándolo boquiabierto y confundido. —¿Qué?...—Fui a verla y… ella reconoció que tú no eres el padre, que el padre es su amigo ese de gustos raros… Dylan. Tenías razón. Y Noah se quedó congel
Areliz se sintió como si pudiera desmayarse, quiso salir corriendo, pero él alcanzó a tomar su muñeca y, en un parpadeo, la hizo caer hasta estar encima de su cuerpo en el sofá. La envolvió en sus brazos y la abrazó contra su cuerpo, haciendo que su respiración fallara y que su corazón empezara a latir como loco en su pecho. —Lizzy… —habló con voz baja y ronca, haciéndola estremecerse levemente y más cuando sintió sus manos acariciar sus brazos de forma que le revivía muchos recuerdos de su época de casados—. No te vayas, Lizzy… Quédate aquí conmigo.—N… Noah, estás demasiado borracho. —Negó con la cabeza, preocupada y apenas pudiendo pensar correctamente por su cercanía y los recuerdos que la estaban invadiendo ahora mismo, recuerdos demasiado íntimos que tenían su rostro convertido en un tomate gigante como si fuera una adolescente. —No estoy borracho, Lizzy, sabes que siempre te he querido a ti… Solo a ti. —La jaló y de pronto tuvo su rostro enterrado en su cuello, rastrillando