Agua dulce en el desierto

Noah no podía dejar de recriminarse por sus estúpidas acciones.

¿Cómo pudo emborracharse tanto como para ir a casa de su ex esposa tan ebrio que se quedó a dormir ahí y en su misma cama? Y cerca de su pequeño hijo, también.

Y como si fuera poco hasta tuvo el valor de besarla mientras la creía dormida, pero sabía que ella estaba despierta desde antes, porque sintió ese movimiento inconsciente de sus labios, ese mismo que hacía cuando fingía que no quería nada con él, que nunca sentiría nada.

Cuando él estaba desesperado por conquistarla, por ganarse su corazón, ella jugaba a que él no le interesaba, luego le confesó que siempre tuvo debilidad hacia él, pero a veces incluso le decía que podía intentarlo todo y nunca lograría enamorarla. A veces hasta le permitía besarla y le juraba que no iba a corresponderle, en esa época de “cortejo”.

Y él la besaba con toda su pasión, pero no con desenfreno, más bien con dulzura, con lentitud, intentando lograr que sintiera su sinceridad, y e
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