Roy Phillips La costa Oeste al Pacifico de América, se vislumbra ante mi, después de un largo año sin tocar territorio estadounidense. Han sido trescientos sesenta y cinco días de larga e intensa ausencia, de cientos de momentos en los que pude haber perdido la vida, pero aquí estoy... heme aquí... de regreso. Se me aprieta el pecho por los sentimientos que despiertan en mi interior al estar de vuelta... mi madre, mi hermana... al fin podré verlas y estrecharlas entre mis brazos. Ha sido un periodo difícil, una etapa tan dura que a veces quisiera borrarla de mi mente. Si tan solo fuera tan sencillo. Siempre habrán recuerdos que salen a flote como corchos, que te roben el sosiego, que te asaltan de la nada cuando más tranquilo y en paz pretendes estar. Cada misión fue desgastante, cada proyectil que disparé quebrantó un poco más mi espiritu, pero así es la guerra, y yo solo soy un soldado más de tanta m****a.Sabía a lo que me enfrentaría cuando decidí enrolarme en esta fatídica
Amaya Bezos.Cuando Marcelo salió de la casa, las chicas no perdieron tiempo. A toda prisas me desataron, e intentaron ponerme de pie. «No lo conseguí».Forcejearon tratando de estabilizarme sobre mis piernas, más me fue totalmente imposible. Las horas amarradas habían adormecido mis músculos y entumecido cada parte de mis extremidades.Cada vez que intentaba moverme, sentía como cientos de alfileres imaginarios me cortaban piernas y brazos al unísono. Lo peor de todo fue que al ponerme de pie, la sangre que tenía dentro de la vagina acumulada se liberó bañándome las piernas. Era una escena, que nunca imaginé vivir. Las arqueadas de vomitos llegaron inmediatamente, después de ver en lo que había quedado convertida la prometedora y brillante vida de Amaya Bezos. Expulsé las bilis de mi estómago, al tiempo que Nero y Rosso luchaban por sacarme de allí, trastabillando y luchando por no dejarme caer al piso. Momentos así, son una dura lección para movernos el centro de gravedad, y par
Roy Phillips La llamada del viejo Dorian había conseguido intrigarme, al punto de hacerme sentir nervioso. Rápidamente tomé de una silla junto a la cama, un pantalón de chandal negro y una sudadera gris, me calcé unos tenis deportivos y salí con cuidado de no despertar a nadie, cerrando la puerta de la casa a mis espaldas. A penas esperé los veinte minutos que me había advertido Dorian que tardaría en llegar. Cuando llevaba diez afuera esperando, me senté en la acera, impaciente, intrigado, ansioso. «¿En que lío me quería meter Dorian esta vez?»Miles de ideas locas daban vueltas en mi cabeza, pero no podía imaginar nada en concreto. Nada que justificara tanta urgencia e intriga. Cinco minutos apenas más tardes, las luces de un coche aparecieron al otro extremo de la calle. Me puse de pie de inmediato expectante, y al acercarse el vehículo deseché la posibilidad que se tratara de él viejo. Era un coche de lujo, un Rolls Royce blanco, de esos que usan los millonarios que der
Amaya Bezos Fui dada de alta finalmente el jueves por la tarde, con ayuda de la secretaria de la doctora conseguí un taxi que me llevo directamente a mi casa. Decidí no avisarle a Nero y a Rosso, o mejor dicho a Rossene Deseaba la tranquilidad de mi hogar, pero sobre todas las cosas deseaba borrar todo lo que me recordara a Marcelo.Llamé al encargado de la seguridad de los inquilinos del edificio y le pedí que cambiara inmediatamente todos los códigos de acceso del ascensor, y de entrada a la casa. También le pedí que mantuviera el sistema de cámaras al pendientes de casa. Si era posible quería sus agentes de seguridad cerca por si los podía necesitar. —¿Se siente usted amenazada o en peligro señorita Bezos?— fue su pregunta a la que contesté con un rotundo— «Si».—Puede ser prudente dar parte a las autoridades— me aconsejó.—Lo haré, sólo estoy tratando de conocer qué terreno piso y a quien me enfrento realmente— explique siendo mas enigmática de la cuenta. Ya no sabía en quien c
Roy PhilipsEsa mañana de sábados desperté a las 5:00 am. ¿Dije desperté? «Pues Mentí»A penas había logrado pegar un maldito ojo en toda la puta noche. La expectativa de volar a Cambridge, Massachusetts estaba acabando con el aplomo que normalmente me acompañaba. Ansioso, desencajado, e incluso contra mi propia voluntad excitado. «Si, ese era el maldito efecto que tenía esa mujer en mi» Aún quedaban rastros en mi sistema de su veneno letal y ponzoñoso. Desde que esa mujer se cruzó en mi vida mi cielo se había desplomado, desde ese entonces no había tenido ni un solo segundo de paz, desde el instante que me crucé con Amaya Bezos había terminado deseándola todos los días de mi triste vida. Esa fue mi condena por meterme en su cama y penetrar justo de sus sensuales piernas. Aparté los tortuosos pensamientos que me habían estado aguijoneando desde que apareció aquel Rolls Royce con Daniel Bezos en su interior, para hacerme una proposición sórdida. «¿Por qué yo? ¿Por qué demonios hab
Amaya BezosEl sábado me sentía un poco mejor y aunque tenía que presentarme en la noche en el bar Infierno, de cierta forma me vibraba diferente con deseos de recuperar mi libertad, y mi antigua vida. Estaba llena de una energía, de una fuerza que tenía que haber sacado mucho antes que comenzara toda esta sórdida situación con Marcelo. Lo había estado pensando y moría por regresar a Miami, a las casa de mis padres. Ya no deseaba ni independizarme ni vivir sola. Para qué demonio necesitaba mi libertad si había sido libre desde que tenía uso de
Roy PhillipsNo me esperaba que la princesa se quedara en el interior del edificio todo el día, facilitándome el trabajo. Es sábado y las divas como ella no tienen nada que hacer en casa todo el día. Me parece un poco extraño, pero espero tranquilo escuchando música y comiendo Doritos. Pero ahí está, tan divina como la recuerdo, o quizás más. Vestida totalmente de amarillo es como el sol, del que solo quiero ver su luz, no importa las manchas o los defectos que tenga. Suelto el aire y domino mis sentimientos. Un automóvil se detiene y la veo bajar la pequeña escalinata para abordar.Siendo frívola como imagino que continúe siendo, imagino que así como viste vaya a uno de esos club exclusivos a donde van los estirados, solo espero que no vaya a la Ópera, porque entonces no me podré hacer pasar por mesero para colarme. Pongo el auto en marcha y sigo el coche en que viaja Amaya, pero sin acercarme demasiado. Lo peor que me podría pasar es alertar a esa bruja de piernas de infarto de m
Amaya BezosDespierto los ojos el domingo en la mañana con el rostro totalmente desfigurado por la inflamación de los golpes que me propinó Marcelo y la perra italiana con que debía disculparme. Aún no sé cómo pide salir de allí ante que las cosas se tornaran peores.Aún con los ojos abiertos puedo revivir cada momento de la noche, no dejo de recordar la asquerosa vagina que querían hacerme lamer. Sin duda una de las experiencias más oscuras de mi vida, al obligarme a hacer lo que no quiero. Por otra parte no todo fue tan terrible, al fin apareció un ángel, un muchacho que me sacó de allí sin importarle nadie más. Ese guardia de seguridad se llenó de valor para ayudarme, e incluso le disparó a Marcelo. Pobre de ese muchacho si Marcelo logra dar con él. ¡Marcelo!¡Por el amor de Dios! !Marcelo va a matarme!El timbre del teléfono que conecta con la recepción me pone los vellos de punta haciéndome abandonar la cama de un salto. ¿Y si se trata de Marcelo, que quiere subir? ¡Desgraci