cap.3

Luego de un año sin poder quedar embarazada lejos de llevarla a una revisión para ver qué pasaba con ella la señora Margaret le dijo que tenía que mudarse a casa de su esposo.

— Maggie el chófer ya está aquí, date prisa.— casi la sacaron a rastras.

— Pero madre aún no empaque nada.— la verdad era que la chica no quería ir a vivir con ese hombre.

— La sirvienta lo ara por ti y mañana tendrás todo en casa, anda ya vete.—

Y sin más, vio como le cerraron las puertas de aquella mansión dónde había vivido un infierno. Antes de subir al coche contempló aquella casa desde afuera y a esas alturas ya no sentía nada que no fuera odio hacia aquellas personas que solo ignoraron lo que le pasó y juro vengarse.

— Vámonos Jasinto — este era su nuevo chófer, quién después le serviría de testigo.

Había pasado una semana ya desde que se mudo a la casa de Daniel su esposo y no se había topado con el, ella ya sabía cuando lo vería.

Llegaron sus días de ovulación y por primera vez no lo espero, si no que tomo un poco de ropa y se fue a casa de sus padres, ya no había nadie que se lo prohibiera, al llegar a su casa de quedó ahí de pie, mirando con nostalgia aquel lugar que una vez fue su hogar, hacia un largo año que no los visitaba.

— Mi niña que bueno verte, pasa querida.— la recibió su amable madre con aquellos ojos que brillaban de amor cada vez que la veían.

De pronto Maggie sintió que sus ojos picaban con lágrimas que amenazaban con salir, mordió un poco su mejilla y trago grueso para reprimir cualquier sentimiento, ella era experta en eso.

— Hola mamá, tenía muchas ganas de verte, así que aquí estoy — su madre la miro buscando aquella sonrisa alegre que solía tener pero no había rastro de ella.

— Porque estás aquí en estos días, no estás ovulando?— pregunto preocupada.

— Me sentí un poco indispuesta, será solo está vez, me tomé un descanso, y también quiero pedirte un favor — le dice mientras se sientan en la sala.

— Claro cariño, dime, sabes que haré cualquier cosa por ti— en ese momento Maggie pensó que quizá si le hubiera dicho lo mal que la estaba pasando ellos la habrían ayudado, después de todo era su única hija.

Pero ya no había nada que hacer ante el pasado, tenía que concentrarse en su venganza y en cómo lo llevaría acabo. Tomando las manos de su madre le dijo.

— Mamá, quisiera ir con un ginecólogo para que me examinen y ver porque no eh podido embarazarme, pero quiero que este sea nuestro secreto si?— le suplico.

La mamá lo dudo un momento, pero su hija había acudido a ella después de un largo año, quizá si la ayudaba con esto podría verla sonreír de nuevo.

— Está bien querida, tu deja que yo me encargue de todo, de acuerdo.— y ambas mujeres se abrazaron en forma de complicidad.

Después de pasar unos días con su madre Maggie volvió a casa, en el camino pensaba que por fin podría salir de dudas, aunque también le preocupaba lo que pasaría si resultaba que era ella quién no podía concebir, de ser así la familia Milton pedirá el divorcio y se quedarán con la mitad de la empresa de su padre.

Ese era un lujo que no podía darse, ella ya no era aquella niña ingenua, se había convertido en una mujer fría y sin emociones, ahora sabía todo, sabía que Daniel seguía con ella porque quería manejar su empresa cuando su padre muriera, al ser ella la única hija, todo pasaría a manos de su esposo.

Es por eso que la familia nunca la obligó a realizarse exámenes y solo la hacían sentir culpable de no poder embarazarse, les convenía más tener toda la empresa que solo la mitad, ella se había graduado de finanzas y sabía sobre todo lo del negocio, pero parecía que todo lo habían olvidado, no creyeron que ella algún día se defendiera.

Maggie suspiro muy profundo cuando vio que estaba llegando a casa que compartía con ese bastardo.

Cuando entro lo vio ahí parado junto a las escaleras.

— A que estás jugando?, cómo te atreves a irte sin avisarme.?— le grita Daniel

— Sabes que aunque me quede no voy a embarazarme, así que de ahora en más ya no volverás a tocarme, de lo contrario se lo contaré a mi padre, y no creo que a tu empresa le venga nada bien.— dijo sin ninguna expresión en su rostro.

— Ya lo se m*****a sea!! crees que te pregunto porque me gusta acostarme contigo!??— dice rojo de la furia, la verdad es que ella ya no le tenía miedo.

— Eres tuuuu quién no puede embarazarse, no eres más que una esposa inútil.— solo gritos e insultos tenía para ella.

— Ya lo se, y a mi tampoco me gusta, así que será mejor no preocupar a las familias — se dió media vuelta y lo dejo ahí con la palabra en la boca.

— Después no vengas a quejarte me escuchas.??— y ya no escucho más, ahí comenzó el cambio, Daniel nunca la había escuchado hablar tanto como ese día, parecía una muñeca sin emociones, no era como que le importará, así que solo se encogió de hombros y salió.

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