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Las palabras de Alaric impactaron a Mariah, que pensó que bromeaba, pero al ver el anhelo en sus ojos, no podía creerlo. ¿Qué pudo haber pasado? ¿Quién los convirtió en esculturas de hielo? Quiso expresar sus preguntas, pero Alaric se alejó y ella lo siguió. Caminó hacia lo que parecía un palacio helado, frente a él había un dragón congelado. Se detuvo frente al dragón y Mariah hizo lo mismo. Lo observó, sin querer interferir en su momento, pero también llena de preguntas.

Alaric extendió la mano y acarició suavemente el ala extendida del dragón. Cerró los ojos y susurró: «Padre, he regresado».

Mariah miró fijamente al dragón. ¿Era su padre? Las preguntas la consumían, pero sabía que si Alaric la llevaba allí, significaba que quería compartir con ella lo sucedido, así que solo podía ser paciente. Lo siguió hasta el palacio helado y lo vio soplar fuego sobre la puerta, derritiendo el hielo. Sus ojos se abrieron de par en par y sintió una sensación de alegría al pensar que tal vez, solo
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