Finalmente Sara y Ben estaban de regreso, de vuelta a la realidad. Él, siendo el CEO de Virtual Reality y ella, la pasante amante de un hombre aún casado. Mas, Ben estaba decidido a cambiar esa situación. Una vez que Jaspe hubiese recuperado la vista, le pediría el divorcio a Erika. Su error más grande había sido creer que él y su ex mujer podrían conciliar en algún momento, pero ahora no le interesaba en lo más mínimo seguir casado con ella. Ben, amaba a Sara y sólo deseaba vivir a su lado.A pesar de que en algunos momentos, su racional lo confrontaba haciéndolo dudar, eso y algunas miradas indiscretas de las personas al ver a un hombre un tanto mayor con una chica más joven, pasearse de la mano. Recuerda entonces el comentario del conductor del yate cuando fue a pagarle por el alquiler, antes del paseo en playa roja:—Sólo seremos dos personas —Ben señaló a Sara, quien aguardaba en el muelle para subir al bote.—Bienvenido usted y su hija. —la mirada del CEO hacia el chico fue
Ann se detuvo al ver a su jefe, Sara la jaló del brazo. —¿No vamos a buscar a Amanda? —le pregunta confundida.—No, allí no. —Sara se regresa hacia la recepción del hospital. Aún estaba en shock y lo peor es que no podia desahogarse frente a su amiga.—Sara, ¿por qué te detuviste? —Ann, por favor no me presiones más, sólo necesito saber si mi madre está bien. Detrás de ella escucha la voz de su madre, se gira y al confirmar que es ella, se lanza en sus brazos.—¡Mamá! ¿Dónde andabas? —Amanda se sorprende al ver la angustia en su hija.—En la clínica hija ¿Qué tienes? Estás pálida y temblando. Ann eleva los hombros y mira a su amiga quebrarse en llanto. El dolor de Sara, era por la escena que acababa de presenciar, aunque estaba tranquila por saber que su madre se encontraba en perfecto estado de salud, su corazón estaba hecho trizas.—Vamos al cafetín, hija. Recuerda que estamos en una clínica —le hace un gesto con la cabeza a Ann y las tres salen del lugar. En tanto, E
—Buenos días, querida. Creo que no te han informado de los nuevos cambios, lo digo por el gesto en tu cara. —Sara niega con su cabeza, aquello era un cubo de agua fría sobre su cabeza.— Pues bien, soy la nueva CMO de la empresa y por lo tanto este será mi oficina, al lado del CEO, eso sin mencionar que soy su esposa.Sara traga en seco, aún así toma fuerzas para enfrentar a Erika.—Sra Collins no fui notoficada sobre los cambios. Por lo que esperaré que sea su esposo, quien me ordene que hacer.—¡Insolente! —levantó la mano para abofetearla pero fue detenida por la voz de Ben.—¡Erika! —ella disimuló sus intenciones y su ira frente al pelirrubio. Se giró hacia él mostrando una espléndida sonrisa.—Querido, vine a tomar posición de mi cargo de CMO en nuestra empresa. Ben miró a Sara y le pidió que los dejara a solas. —Por favor, Srta Clark vaya a la sala de juntas, estaré allí en unos minutos. —Sí Sr Collins. Con permiso. Sara salió de la oficina, las piernas le temblaban
La pelicastaña salió de la sala de reuniones y Ben detrás de ella. Cuando entró a su oficina el CEO no imaginó que Erika se había instalado en la oficina que ocupaba Sara. —¿Qué haces aquí, Erika? —le preguntó con hostilidad.—Es mi nueva oficina Ben. Es lo lógico que tú y yo trabajemos juntos. —respondió sonriente.Ben no quería seguir discutiendo con Erika; la verdad se estaba sintiendo un poco mal, sentía una fuerte opresión en el pecho y una sensación de hormigueo en las manos. Preririó dar la vuelta y regresar a su oficina, su ex mujer era de armas tomar y para vencerla debía usar sus mismas armas. A esas alturas del partido, Erika se sentía vencedora, todo estaba saliendo a pedir de boca y así debía seguir siendo. Mas, su alegría le duraría muy poco pues si algo caracterizaba al CEO, era su carácter competitivo. Él no era un oponente fácil de vencer. Ben se sentó en su sillón, tomó su móvil y llamó al jefe del departamento de mantenimiento, pidiéndole sellar la puerta qu
Los días siguientes fueron una especie de batalla campal. Cada vez que Erika tenía la oportunidad, buscaba la manera de provocar la inseguridad en la pelicastaña. Erika no sólo era una mujer hermosa, elegante, sino que su manera de vestir era impecable y seductora; eso sin mencionar la forma como se expresaba. Su buen gusto y sofisticación, era algo que hacía sentir a Sara minimizada ante su glamour. Ben podía en cualquier momento establecer comparaciones y de seguro, ella no saldría tan bien parada. La experiencia en todos los campos, incluso sexual era algo que la pelicastaña debía considerar muy bien. Lo que más le preocupaba a Sara era que Erika cumpliera su amenaza y lograra su expulsión de la empresa y en consecuencia la pérdida de su pasantía, por lo que la chica debía conducirse con cuidado, cualquier paso en falso podría ser fatal para ella. El ambiente estaba tenso Erika no se daría por vencida tan fácilmente, jugaba sus mejores cartas y aún tenía la mejor aliada de to
El nido de amor de los amantes, permite que ellos puedan verse todas las tardes, sin poner en riesgo la reputación de Sara. Realmente Ben la amaba, aquello que había comenzado como un deseo ardiente entre ellos, se había convertido en un sentimiento especial para ambos. Evitaban verse en la oficina, ocultar sus emociones e instintos, parecer distantes cuando más unidos estaban. Sin embargo, Erika no parecía creerse nada de aquello, era lo suficientemente experta en el tema de la clandestinidad y el sexo. Ella había vivido esa situación en carne propia; estuvo con su chofer durante meses viéndose a escondidas, hasta que decidió irse con él y darle rienda suelta a su pasión. Pocos meses después el encantamiento fue desapareciendo rápidamente, sobre todo cuando ella tuvo que encargarse de pagar las cuentas, mientras Emir buscaba un nuevo empleo como chofer. El apuesto y fornido joven, tenía un buen empleo como chofer de confianza del empresario y un sueldo envidiable; mas había pre
Sara fue a su hora de almuerzo junto a su amiga; mientras conversaba con Ann, Frank y Richard se sumaron a la mesa. —Buenas tardes, ¿Podemos acompañarlas? —preguntó Frank, Ann asintió, mas Sara se sintió un poco incómoda.— ¿Tienes algún inconveniente Sara? —Le preguntó. La pelicastaña tuvo que disimular sonriendo. La actitud de Frank era un poco rara, si bien en alguna que otra ocasión, él bromeaba con ella, era un poco intensa la forma en que lo hacía últimamente. Nunca mostró tanto interés por su compañera como lo hacía ahora. No se trataba de que a Sara le desagradara él, no; Frank era apuesto, inteligente, pero no la atraía como mujer; no con la fuerza que Ben Collins lograba despojarla de su propia voluntad. Durante el almuerzo, todos charlaban, excepto ella que seguía pensativa. Imaginando a Ben junto a su glamorosa ex mujer. ¿Y si volvían? ¿Si Ben estaba teniendo dudas sobre su relación? Habían pasado la semana más ardiente de su vida en aquel apartamento, entregándose p
Aquel encuentro despierta el hambre en Ben y Sara, quienes esa tarde se encuentran en el apartamento para continuar amándose. La reconciliación entre ambos, es intensa, apasionada, llena de lujuria. —Esta vez no puedo quedarme hasta tarde, le prometí a mi madre que llegaría para cenar juntas.—Nunca hablas de ella ¿Cómo se llama? ¿Qué hace? —Amanda, se llama Amanda —Ben la mira con asombro. ¿Era posible que se tratara de la misma persona?. Sara nota su gesto de sorpresa y sin dudarlo le pregunta— ¿Pasa algo? —él hace un breve silencio. Luego responde:—No, nada... sólo que así se llama la enfermera que estuvo cuidando de mi hija. —La pelicastaña es quien ahora lo mira con aspaviento.—¿De verdad? —pregunta sorprendida.—Sí, de hecho en algún momento la llevé al mismo edificio donde vives. —mueve su cabeza en señal de negación— ¿Es tu madre? ¿Amanda es tu madre? —insiste.—Pues sí, ella es enfermera. —Sara se queda pensativa, recuerda el apellido de la chica del accidente cu