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Capítulo 3 Tío, ¿Dormiste Con Una Mujer?
Después de un rato, Diego, habiendo lidiado con los fanáticos, finalmente entró en la sala de espera. Adriana se acercó ansiosa y tomó la iniciativa para hablar: —Hola, soy Adriana.

—Te llamas Adriana, ¿verdad?

La voz de Diego sonaba algo impaciente: —¿Dónde firmo?

Adriana arqueó una ceja ligeramente, se detuvo por un momento y luego volvió a hablar con firmeza: —¿Podrías mirarme un momento? ¿Me reconoces?

Esa silueta esbelta y elegante.

El hombre se quitó las gafas de sol que llevaba en la nariz y la recorrió con la mirada de arriba abajo: —No está mal, tu look con el bastón es algo bastante original, has captado mi atención. ¿Podríamos usarlo durante el sexo?

Mientras decía esto, Diego extendió cuidadoso la mano para tocar su bastón, pero Adriana, con desprecio, levantó su mano y el bastón golpeó justo contra la suya.

Diego llevó la mano a sus labios y la lamió ligeramente: —¿Tienes tanto carácter? ¡Me gusta!

Los ojos de Adriana se entrecerraron. Este Diego se sentía completamente distinto al hombre de la noche anterior. Aunque no habían hablado en ese momento, le había parecido alguien muy tranquilo, nada que ver con esta versión tan sumida en el desenfreno y el vicio.

Al verla distraída, Diego parpadeó y le preguntó: —¿Qué te parece si vienes conmigo esta noche a Nueva Brisa?

Adriana recuperó en ese momento la compostura y respondió: —No será necesario. Ambos somos adultos, y podría dejar pasar lo de anoche, pero tengo una condición sencilla.

—¿Anoche? No recuerdo nada de eso, — dijo Diego con una expresión de duda.

Adriana curvó sus labios en una fría sonrisa, sabiendo que Diego no quería admitirlo. Afortunadamente, ella había guardado pruebas.

Con calma, sacó su teléfono y mostró dos fotos borrosas de ella con un hombre, pero el rostro del hombre estaba claro. Las deslizó hacia Diego: —Anoche, en el hotel Nueva Brisa, en la suite 8868. ¿Necesitas que te lo recuerde con más detalle?

Los ojos de Diego se abrieron de par en par mientras miraba asombrado las fotos, pero de repente una chispa brilló en su mirada: —¿Estás segura de que estuviste en el hotel Nueva Brisa anoche?

—Tengo las grabaciones de seguridad del hotel, — dijo Adriana con creciente impaciencia. —Mi condición es simple, no te causaré grandes pérdidas. Pero si sigues negándotelo, no me importará exponerlo todo. Puedes intentarlo si no me crees.

La expresión de Diego cambió varias veces, y sin decir una palabra más, apresurado se alejó hacia una esquina para hacer una llamada. Dos minutos después, volvió con un tono mucho más relajado: —Señorita, ¿qué es lo que quiere? ¡Pida lo que quiera!

Además, agregó: —Recientemente, en Costa del Sol están seleccionando candidatas para un prestigioso baile internacional de debutantes. Creo que tienes una excelente presencia. ¿Te gustaría intentarlo?

Adriana entrecerró los ojos. Aunque seguía teniendo ciertas reservas respecto a Diego, no podía evitar interesarse en el tema ...

Carlos le había mencionado hace unos cuantos días que primero necesitaban asegurar la colaboración de Elena con Diego, y luego aprovechar la oportunidad para que Elena fuera seleccionada para ese baile de debutantes.

El Grupo Torres tenía la última palabra en esa selección. Carlos le había insistido en que ayudara a allanar el camino para Elena con el Grupo Torres.

Este concurso de debutantes estaba relacionado con Elena, y Adriana comenzaba a considerarlo. Además, ese baile había sido calificado por Forbes como una de las diez fiestas más lujosas del mundo. Este era justo el tipo de evento que necesitaba para anunciarle al mundo que Adriana estaba de vuelta, decidida a vivir de nuevo.

—Soy una lisiada. ¿Estás seguro de que soy adecuada? para este tipo de baile —preguntó con precaución.

—El tema de este año para el baile de debutantes es Chica de ensueño. ¿Por qué las chicas con discapacidades no pueden perseguir sus sueños?

Las palabras de Diego dieron justo en el clavo, y Adriana no tuvo una respuesta inmediata. Después de una breve pausa, insinuó: —Si voy, ¿estaré calificada?

—Si te presentas, por supuesto que obtendrás buenas notas. ¡Sabes cómo funciona esto! —Diego le guiñó con sutileza un ojo.

Adriana frunció los labios y levantó una ceja: —¿Esto cuenta como tu soborno?

El Grupo Torres, con su largo linaje en el mundo de los negocios, era conocido por su astucia. Adriana entendía muy bien que pedir una simple condición no sería suficiente garantía.

—Si así lo quieres ver, no hay problema, — respondió Diego, esbozando una sonrisa un tanto cómica.

—Está bien, si me aseguras una entrada al baile, destruiré estas fotos. Adriana lo prometió sin rodeos.

Diego aceptó con una sonrisa amplia y luego preguntó: —Por cierto, mencionaste que tenías una petición.

—Muy simple, cancela tu reunión con la compañía de Elena. Si te llaman, solo di que tu agenda cambió y que tendrán que reprogramar para otra ocasión. ¿Lo captas?

—¡Entendido!

Observando a Adriana alejarse con determinación, Diego se frotó la barbilla, algo pensativo.

Poco después, decidió tomar su teléfono, ya que su curiosidad crecía cada vez más, y marcó un número.

En la sala de conferencias del último piso de la Torre del Grupo Torres, todos los altos mandos se encontraban en una reunión por videoconferencia con las sucursales globales. El teléfono vibró y el asistente personal, Rafael Rodríguez, lo respondió con respeto: —Señor, es Diego, dice que es urgente.

—Ponlo de inmediato en altavoz.

Pablo José Torres entrecerró los ojos con frialdad, preguntándose qué podría ser tan importante.

Al activarse el altavoz, la voz emocionada de Diego resonó en la sala: —¡Tío Pablo! ¡Anoche te acostaste con una mujer, ¿verdad?!

La atmósfera en la sala de conferencias se volvió en ese momento incómoda. Todos los presentes hicieron un gran esfuerzo por mantener la compostura.

Pablo agarró el teléfono apresurado, apagó el altavoz y dijo enojado: —¿De qué demonios estás hablando?

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