Adriana se plantó de nuevo frente a Pablo, mirándolo directamente a los ojos y rechazó sin rodeos:—Lo siento mucho, pero no puedo aceptar su propuesta.Pablo, sin levantar la mirada, pareció no darle importancia a su respuesta, y continuó diciendo: —Hace un momento, un hombre entró en esta habitación. Te has metido en problemas.—No hace falta que te preocupes por mí, Pablo. Ya lo he resuelto por mi cuenta, — insistió Adriana, firme en su negativa.Pablo entrecerró un poco los ojos. Era evidente que esta mujer, con su aguda inteligencia, ya había deducido que el hombre de aquella noche había sido él. ¿Realmente le desagradaba tanto la idea de casarse con él?Con un tono más sombrío y amenazante, Pablo añadió: —Pero puedo hacer que vuelva a aparecer otro hombre cuando quiera.Adriana se tensó. —¿Me estás amenazando?—No es mi intención, — respondió Pablo, su voz tranquila pero cargada de autoridad. —Solo quiero ofrecerte algo: si aceptas, el Grupo Torres te brindará todo el apoyo que n
Adriana ocultó el brillo severo en sus ojos y, fingiendo confusión, preguntó:—¿Qué sucede? ¿Por qué están todos aquí?—He venido a despertarte, querida. ¡Hoy es el día de tu compromiso con Carlos! Debes levantarte temprano para arreglarte, — dijo emocionada Ana, empujándola con delicadeza para ser la primera en entrar en la habitación. Sus ojos recorrieron rápidamente el lugar hasta detenerse justo en la cama desordenada de la habitación interior.Las sábanas estaban arrugadas y el edredón abultado.—Hija, apúrate a arreglarte, los estilistas estarán aquí pronto, — comentó Ana mientras se dirigía alegre a la habitación interior con pasos decididos.Adriana la siguió obediente: —¡Yo puedo arreglarme sola!—Es mejor que lo haga, — insistió Ana, negándose a perder la oportunidad de revelar lo que creía oculto bajo las sábanas. Se lanzó hacia la cama y, sin pensarlo dos veces, levantó el edredón de un solo tirón.Las sábanas cayeron pesadamente al suelo, y lo que vio la dejó boquiabierta.
Los viejos accionistas del Grupo López se levantaron de manera brusca y salieron, lanzando una advertencia amenazante: —Este asunto no quedará así, ya arreglaremos cuentas.Javier se quedó con el rostro descompuesto, mientras Fernando e Isabel suspiraban una y otra vez.Ellos sabían perfectamente qué clase de persona era su hijo. Desde el momento en que vieron a Carlos y Elena nerviosos y evitando las miradas, lo entendieron absolutamente todo. Pero, ¿quién era Elena? Una joven de una rama secundaria de la familia López, cuyo estatus no podía compararse para nada con el de Adriana. En este momento, lo más importante era apaciguar a Adriana.Carlos, tras recibir la mirada de súplica de sus padres, se apresuró a acercarse para explicarse: —Adriana, créeme, no ocurrió nada entre nosotros anoche.Adriana apartó su mano con desprecio, sollozando mientras intentaba marcharse. Isabel se apresuró a detenerla: —Hija, por favor, no te vayas. Pronto comenzará la ceremonia de compromiso, no pued
Al día siguiente llegó el momento de asistir al concurso de selección para el evento de damas de alta sociedad.Adriana había dormido profundamente la noche anterior y se levantó con la piel radiante, sintiéndose llena de energía y vitalidad.Después de maquillarse, decidió desayunar con su madre.—Adriana, ya he transferido la mitad de mis acciones a tu nombre. A partir de ahora, serás miembro de la junta directiva del Grupo López, — dijo su madre con una pausa antes de preguntarle: —Ahora que estás en la empresa, ¿qué área te gustaría manejar?—Me gustaría encargarme del desarrollo de la nueva línea de perfumes. Quiero empezar por el área más débil del Grupo López, — respondió Adriana mientras sacaba una carpeta con su propuesta y la entregaba a su madre. —Este es el proyecto en el que he estado trabajando arduamente durante mucho tiempo. Ya lo he consultado con expertos, ¿qué te parece?Su madre hojeó el documento con rapidez, y sus ojos se iluminaron. —Confío en ti. Con tu talento
—¡Oh, pero si es la famosa Adriana, la hija mayor de la familia López, a quien Elena le ha robado el prometido! ¿Está fingiendo ser tonta o realmente lo es? ¡Y encima viene a ayudar a Elena! —comentó con sarcasmo una de las jóvenes actrices que había comenzado a murmurar en la multitud.—Escuché que la familia López está en total decadencia desde hace tiempo. Ella intentó casarse con Carlos y, al fracasar, debió haberse vuelto loca. ¡No está tonta, está desquiciada! —añadió la otra, provocando risas y burlas alrededor.Adriana mantuvo su mirada fría y tranquila, sin molestarse en responder, pero antes de que pudiera decir algo, alguien intervino de inmediato en su defensa.—¿Cómo pueden hablar así? ¡Adriana es mi hermana! Si hablan mal de ella, están hablando mal de mí también.Elena, con su habitual aspecto inocente y delicado, atravesó la multitud para acercarse a Adriana, tomando su mano de forma afectuosa. Luego se inclinó con delicadeza y, en un susurro, le dijo al oído: —Sabía qu
—¿Estarás entre los jueces? —preguntó Adriana.Diego sonrió alegre y negó con la cabeza: —No, yo no estaré, pero mi tío ha venido personalmente hoy. Si él te da la autorización para pasar, ¿no crees que sería aún más significativo?Adriana dio un paso hacia atrás, incómoda con la manera en que Diego hablaba.Diego, sin embargo, no insistió más y dijo: —¡Me tengo que ir!Diego era el heredero del Grupo Torres, y aunque no fuera juez, su opinión contaba. El hecho de que Adriana hablara con él de manera tan abierta generaba grandes envidias entre los presentes.En cuanto Diego se fue, las burlas no tardaron en regresar:—¿Una coja que quiere ir al evento de damas de alta sociedad? Definitivamente, su prometido la engañó por completo y le afectó la cabeza.—Se dice que Adriana, para impulsar la carrera de Elena, no dudó en vender su cuerpo. Ahora, si lo está haciendo por ella misma, tal vez esté dispuesta a todo, tal vez incluso esté teniendo una relación inapropiada con Diego.—¡Por favor
Adriana mantuvo una sonrisa en sus labios mientras su sombría mirada se posaba sobre los miembros del jurado.El líder del jurado era Juan, a quien Adriana recordaba perfectamente. Era el padre de la amiga íntima de Elena, la misma persona que había estado en su fiesta de solteros y a quien Adriana había abofeteado. Era evidente que Juan intentaría hacerle pasar un mal rato.Sin dejarse intimidar por esto, Adriana conectó su presentación y proyectó su currículum en la pantalla:—Este es un resumen de algunos de mis logros, especialmente enfocados en mi participación en el evento de damas de alta sociedad, — comenzó a explicar con tranquilidad.Las diapositivas mostraban sus grandes logros uno a uno mientras Adriana hablaba con seguridad y elegancia:—Desde niña, he estudiado piano, caligrafía, pintura y música. A los nueve años comencé a aprender danza, destacando en varios estilos, especialmente en ballet.—Este es mi certificado del nivel más alto de la Royal Academy of Dance (RAD),
—Así es, — respondió Pablo con voz grave y firme.Esa declaración fue todo lo que Juan necesitaba para sentirse aliviado. Se ajustó un por el traje con una sonrisa satisfecha, pensando en cómo su futuro trato con el Grupo Torres iba a fructificar.—Adriana, — dijo Pablo de nuevo, esta vez dirigiéndose a ella. —Prepárate. El próximo mes asistirás al evento de damas de alta sociedad como representante junto con los delegados del Grupo Torres.¿Qué?Juan, que hasta ese momento había estado burlándose de ella, se congeló. La sonrisa en su rostro se tornó en una mueca de incredulidad, como si acabara de ver un fantasma. —¿Pablo, ha confirmado usted la elección?—¿Qué pasa? ¿Acaso piensas que estoy ciego? —Pablo respondió con una frialdad abrumadora que hizo que el aire se helara.—¡No, no! ¡Jamás lo pensaría! —Juan, temblando de pies a cabeza, no se atrevió a pensar en nada más que en cómo salvar su pellejo, olvidando por completo sus ambiciones para el futuro de su empresa.Los otros miemb