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Capítulo 6 Sin Talento para Cantar.
Adriana sabía perfectamente que, si esta noche los acuerdos entre el Grupo López y los otros conglomerados se desmoronaban, la culpa caería directo sobre ella.

Recientemente, el padre biológico de Elena, que también era el tío de Adriana, Javier, había estado maniobrando junto a la junta directiva para forzar a su madre a renunciar a la presidencia. Las fotos que se proyectaban en la pantalla parecían ser el resultado de una ardua colaboración entre Elena y su padre para sabotearla desde adentro.

Si permitía que se salieran con la suya, traicionaría todo el esfuerzo que su madre estaba haciendo desde el extranjero para asegurar el futuro del Grupo López.

En ese momento, su amiga Julia llegó corriendo al salón, jadeando por el esfuerzo. Se acercó apresurada a Adriana y le susurró al oído: —Adriana, ya he enviado a mis hombres para que tomen el respectivo control del sistema. En cuanto lleguen, cortaremos la transmisión de las fotos.

—No es necesario.

Adriana levantó la vista, con sus ojos fijos en la pantalla, mostrando una calma imperturbable.

Julia, preocupada, la miró incrédula: —¿Estás segura?

Adriana aceptó con serenidad, mientras desbloqueaba su teléfono y, con agilidad, abrió su correo privado. Buscó algunos datos y se los envió a Julia: —Haz que tus hombres proyecten estos archivos en la pantalla junto con las fotos, y que se repitan en bucle.

Viendo cómo la confianza habitual de Adriana volvía a brillar, Julia sintió un alivio creciente. Tomó los datos que le había enviado y se escabulló entre la multitud.

—Adriana.

Elena se acercó con un brillo malicioso en los ojos. No tenía intención de darle a Adriana ninguna oportunidad de escapatoria, así que en ese momento agregó: —Lo que estás haciendo solo te está dando una satisfacción momentánea. No estás pensando en las consecuencias para el Grupo López. Mi padre me contó que los negocios que se discuten esta noche son cruciales para la empresa.

—¿Y por unas simples fotos ya das por sentado que esos acuerdos se van a caer?

Adriana se apoyó en su bastón, ajustando su postura con confianza. —¿Por qué no hacemos una apuesta? Si logro que los acuerdos se cierren esta noche, ¿qué dirás entonces?

Elena, sorprendida, casi se rió en voz alta. Era como si acabara de escuchar la mayor tontería del mundo: — Aún estás a tiempo de retractarte.

—Deja de hablar y dime si aceptas la apuesta o no, — Adriana respondió con firmeza, sin retroceder ni un paso.

—¡De acuerdo!

Elena, en realidad, temía que Adriana se echara para atrás, así que rápidamente soltó un veneno disfrazado de apuesta: —Si pierdes, tendrás que subir al escenario y hacer un baile en la barra de pole dance.

—Sin problema.

Adriana aceptó con calma. —Pero si gano, tú tendrás que subir al escenario y cantar una canción.

Por un momento, Elena mostró una pequeña chispa de temor en sus ojos.

Los presentes susurraban entre ellos, cada vez más intrigados por las personalidades tan diferentes de las dos primas.

La apuesta de Elena, con su imagen de chica inocente, había sido bastante cruel, hacer que una mujer con una discapacidad física como Adriana subiera a bailar en público era una clara trampa para humillarla de la peor manera. Sin embargo, la apuesta de Adriana parecía mucho más benévola, ya que pedirle a Elena, una celebridad, que cantara una canción no parecía nada difícil.

Pero solo Elena sabía la verdad. Era terriblemente desafinada, y sus anteriores sencillos habían sido arreglados por ingenieros de sonido. Cantar en vivo podría arruinar por completo su reputación.

Sin embargo, con todos animando alrededor, Elena ya no tenía forma alguna de dar marcha atrás. Además, al ver a varios socios potenciales con expresiones sombrías, ignorando las explicaciones de los directivos del Grupo López, Elena se sintió confiada.

Pensaba que Adriana solo estaba siendo impulsiva y no tenía nada que temer.

—¡Trato hecho! —Elena aceptó la apuesta.

Adriana bajó la mirada, ocultando por un momento el destello de resolución que cruzó por sus ojos.

Poco después, se escucharon grandes murmullos y exclamaciones sorprendidas desde el público:

—¡Oye! ¡Mira eso, ¿qué es eso?!

Las fotos en la pantalla cambiaron de repente, siendo reemplazadas por documentos. Al hacer zoom en las imágenes, la gente pudo ver con claridad que eran copias de importantes contratos de la empresa de Carlos. Las imágenes de los contratos se alternaban con las fotos de Adriana bebiendo con los empresarios. Pronto, los presentes comenzaron a comprender el mensaje.

—Estos contratos corresponden a los hombres que aparecen en las fotos. ¡Miren! ¡Las firmas en los documentos son de Adriana! ¡Fue ella quien negoció estos acuerdos!

En ese instante, la opinión de los presentes comenzó a cambiar.

—Entonces, resulta que la señorita López tiene grandes habilidades empresariales. ¡Los contratos más importantes que ha conseguido la empresa de Carlos fueron todos cerrados por ella!

—¡Vaya, no solo es hermosa, sino también muy capaz! Carlos es afortunado de poder casarse con esa gran mujer. ¡Es un gran beneficio para el Grupo García!

Los invitados empezaron a cambiar su percepción de Adriana, no solo por la evidencia de su talento comercial, sino también por su comportamiento digno y elegante durante toda la velada. Había enfrentado de la mejor manera todos los comentarios malintencionados con compostura, demostrando que realmente venía de una familia de renombre.

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